Dentro de la Mirada de Marlene Dietrich
Publicado: Mar, 08 Jul 2008 17:31
Dentro de la Mirada de Marlene Dietrich
El primer ojo del mundo debe haber sido inmenso como la sensación del tiempo, racional como el agua, seco como una caricia de primavera, terso
La primera mirada era el viento en la melena del instante, era arena memorizada cayendo entre los dedos, era gigante
Los primeros atisbos de los peces ciegos en la cresta de la ola tormentosa seguramente eran voraces como los abrazos de los viejos, como el pulso de los bastos, eran ineficaces
La pupila primigenia fue como el vidrio que brota imposible del fuego y de la piedra
Todo estaba enredado en la presencia antes del ojo, todo era óptimo, consecuente, todo era marmóreo como la recta, puro como el hielo
No había cuerpo antes del ojo, no había mar, había conciencia caliente como un puño de boxeo que toca la mejilla y la hace sangre
Después, el rayo del ojo inaugural, separó el pecho de la sombra, echó un encanto sobre los huevos negros de los pájaros, creando el flujo del contacto, el beso que huele a tibio como el vientre, la jalea
Los ojos fueron apareciendo en el mosaico como cabezas de niño, como los escupitajos de la almeja, como manchas de caracol en el basalto
Se abrieron los bosques por las astas de los ojos de los topos, se despejaron las cuevas enigmáticas del oso, hubo pensamiento
El coro de la forma comentaba la caída de las manzanas en el pasto
Y hubo guerra
Rafael Teicher
El primer ojo del mundo debe haber sido inmenso como la sensación del tiempo, racional como el agua, seco como una caricia de primavera, terso
La primera mirada era el viento en la melena del instante, era arena memorizada cayendo entre los dedos, era gigante
Los primeros atisbos de los peces ciegos en la cresta de la ola tormentosa seguramente eran voraces como los abrazos de los viejos, como el pulso de los bastos, eran ineficaces
La pupila primigenia fue como el vidrio que brota imposible del fuego y de la piedra
Todo estaba enredado en la presencia antes del ojo, todo era óptimo, consecuente, todo era marmóreo como la recta, puro como el hielo
No había cuerpo antes del ojo, no había mar, había conciencia caliente como un puño de boxeo que toca la mejilla y la hace sangre
Después, el rayo del ojo inaugural, separó el pecho de la sombra, echó un encanto sobre los huevos negros de los pájaros, creando el flujo del contacto, el beso que huele a tibio como el vientre, la jalea
Los ojos fueron apareciendo en el mosaico como cabezas de niño, como los escupitajos de la almeja, como manchas de caracol en el basalto
Se abrieron los bosques por las astas de los ojos de los topos, se despejaron las cuevas enigmáticas del oso, hubo pensamiento
El coro de la forma comentaba la caída de las manzanas en el pasto
Y hubo guerra
Rafael Teicher