Editorial Alaire

Llueve, y el sonido de una ambulancia me ha despertado.
Siempre estamos atentos al ruido de la muerte
aunque sea el de una hoja sobre las baldosas.
Llueve, el tiempo se desprende del tiempo.
Se me ocurren tantas cosas, pero me resumo en fumar.
No voy a encender la lámpara.
Me devora la inutilidad de cualquier gesto.
La calle brilla fuertemente
y deja entrever el reflejo de los búhos dormidos en los pinos.
Al sonido de la ambulancia le responde el sonido de otra ambulancia
y esto ya es mucho vacío.
Yo quería decirte que la noche ha cambiado sus hábitos,
es como una fuente de jeringas,
como un cuadro que sangra todos sus colores
y queda en blanco.
Yo quería decirte que el álbum de nuestras fotos
se ha quedado sin castaños,
que no se pudo inmortalizar
la necesidad de contemplar el horizonte
desde un banco dispuesto al azar.
El ojal de la noche es muy pequeño
para tantos esqueletos que tocan a mi puerta.
Dime cómo hablarles,
dime qué bulerías de ceniza
tienen que reventar los pensamientos,
ya que son más tuyos que míos
los huesos que se amontonan en el recuerdo.

Me ha encantado. Cada día me gusta más tu poesía. En este poema se siente el sonido y tu respuesta como viviéndolo.
Besos
Pilar

Muchas gracias, Pilar. A mí también me gusta tu poesía porque me enseña cómo vivir. Recibe mis abrazos, estimada amiga.

He vistto en blanco el cuadro de colores que se te ha despintado mientras la inspiración se te movido y conmovido
a tu gusto y semejanza por los versos y tus calles sub y por la necesidad que arde y quema entre por los pesares
de la memoria de los huesos..

Un abrazo

Una grandeza más de las tuyas. Sube para más lecturas.

Abrazo fuerte.

Muy bello trabajo, amigo Marius.
Abrazos.

Marius Gabureanu escribió:Llueve, y el sonido de una ambulancia me ha despertado.
Siempre estamos atentos al ruido de la muerte
aunque sea el de una hoja sobre las baldosas.
Llueve, el tiempo se desprende del tiempo.
Se me ocurren tantas cosas, pero me resumo en fumar.
No voy a encender la lámpara.
Me devora la inutilidad de cualquier gesto.
La calle brilla fuertemente
y deja entrever el reflejo de los búhos dormidos en los pinos.
Al sonido de la ambulancia le responde el sonido de otra ambulancia
y esto ya es mucho vacío.
Yo quería decirte que la noche ha cambiado sus hábitos,
es como una fuente de jeringas,
como un cuadro que sangra todos sus colores
y queda en blanco.
Yo quería decirte que el álbum de nuestras fotos
se ha quedado sin castaños,
que no se pudo inmortalizar
la necesidad de contemplar el horizonte
desde un banco dispuesto al azar.
El ojal de la noche es muy pequeño
para tantos esqueletos que tocan a mi puerta.
Dime cómo hablarles,
dime qué bulerías de ceniza
tienen que reventar los pensamientos,
ya que son más tuyos que míos
los huesos que se amontonan en el recuerdo.

Tiempo sin leerte y me encuentro con otra maravilla de las tuyas.
Te admiro compañero.
Un abrazo grande.

Rotunda profundidad que conmueve querido amigo... cautivan las imágenes y su recorrido...
Un gusto leerte siempre...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Marius Gabureanu escribió:Llueve, y el sonido de una ambulancia me ha despertado.
Siempre estamos atentos al ruido de la muerte
aunque sea el de una hoja sobre las baldosas.
Llueve, el tiempo se desprende del tiempo.
Se me ocurren tantas cosas, pero me resumo en fumar.
No voy a encender la lámpara.
Me devora la inutilidad de cualquier gesto.
La calle brilla fuertemente
y deja entrever el reflejo de los búhos dormidos en los pinos.
Al sonido de la ambulancia le responde el sonido de otra ambulancia
y esto ya es mucho vacío.
Yo quería decirte que la noche ha cambiado sus hábitos,
es como una fuente de jeringas,
como un cuadro que sangra todos sus colores
y queda en blanco.
Yo quería decirte que el álbum de nuestras fotos
se ha quedado sin castaños,
que no se pudo inmortalizar
la necesidad de contemplar el horizonte
desde un banco dispuesto al azar.
El ojal de la noche es muy pequeño
para tantos esqueletos que tocan a mi puerta.
Dime cómo hablarles,
dime qué bulerías de ceniza
tienen que reventar los pensamientos,
ya que son más tuyos que míos
los huesos que se amontonan en el recuerdo.

Me conmueve la belleza y el dolor de estas magnificas imagenes que emanan todos los colores de tu sensible alma. Abrazos, Marius. ERA

Otra más de tus excelentes entregas, amigo Mario, con momentos en brillantes como el de este cierre:

El ojal de la noche es muy pequeño
para tantos esqueletos que tocan a mi puerta.
Dime cómo hablarles,
dime qué bulerías de ceniza
tienen que reventar los pensamientos,
ya que son más tuyos que míos
los huesos que se amontonan en el recuerdo.

Un abrazo.