Editorial Alaire

Decías que la tarde sólo era
el sarcófago entreabierto de la noche
y que lo que se esconde en la comisura de las horas,
son muchas horas.
Decías que
habría que pintarse los labios
para ver los cerezos llorar,
tan inocente tu,
al borde de la cama
y envuelta en el amanecer,
que apenas se distinguía la luz, de tu cuerpo.
Decías que a la vocación de estar vacío de sangre
y a las sanguijuelas violetas que se retuercen sobre la hierba
hay que quitarle los pronombres.
Decías que los restos de soledad que hacen un puzzle
de ventanas impenetrables
son culpa de la nieve.
Decías que
no piense más
en por qué hay tantas prostitutas en mayo
y tan pocas perlas al fondo del mar.

Acércate a mi triunfador cadáver,
pues todas las cosas se han cumplido.

Madre mía, y ahí dejamos los ojos, enteros y emocionados, ante la fuerza de este último poema.
Tiene un mangnetismo apabullante su lectura.
Sobresaliente y precioso.

Qué no se detengan los aplausos a esta fiebre de letras, querido amigo.

Querida amiga, muchas gracias por todo. He publicado demasiado estos días, se me ha hecho una cosa inevitable dejar mis poemas aquí tan pronto que los escribo porque soy explosivo, tú me conoces. Recibe mis abrazos, Hallie, y nuevamente gracias por las hermosas palabras.

Ahí está parado preparado y satisfecho para su eternidad el bulto de la carne y de la sangre. Está el alma por encima'
del pecado y de la inocencia que ni siente ni padece?

Los intereses del poema ambientan la soledad y hasta el pensamiento duerme.

Un abrazo













































interese

Hermoso trabajo de Marius.