A toda vela
Publicado: Dom, 30 Jul 2017 20:03
Como si fuera hubiese un gigantesco moribundo,
el aire viene soplado flojamente, entrecortado,
con grumos de corcho abotargado y bandas
de seda raída de un color marchito
que sombrea los labios al recitar el aire
que viene cansado y sucio,
con las almenas blandas,
con los mampuestos salivados por una profusa
masticación de nada.
El aire exiguo y craso, inevitablemente,
va a desplomarse en mis manos.
Lo pasaré por mi frente, lo frotaré contra mi piel
como si estuviese lejos,
desoiré su pregunta: " ¿quién? ".
Lo bajaré por mi cuello con delicadeza
para que no se desmenuce antes
de llegar abajo, al final.
Es en las plantas de los pies donde más lo necesito
y ya es apenas el estertor de una sílaba
formada con rapidez por la agonía
de un gigantesco moribundo que cierra las manos
arrancando de un espasmo las letras terrestres
de los nombres que vuelan.
el aire viene soplado flojamente, entrecortado,
con grumos de corcho abotargado y bandas
de seda raída de un color marchito
que sombrea los labios al recitar el aire
que viene cansado y sucio,
con las almenas blandas,
con los mampuestos salivados por una profusa
masticación de nada.
El aire exiguo y craso, inevitablemente,
va a desplomarse en mis manos.
Lo pasaré por mi frente, lo frotaré contra mi piel
como si estuviese lejos,
desoiré su pregunta: " ¿quién? ".
Lo bajaré por mi cuello con delicadeza
para que no se desmenuce antes
de llegar abajo, al final.
Es en las plantas de los pies donde más lo necesito
y ya es apenas el estertor de una sílaba
formada con rapidez por la agonía
de un gigantesco moribundo que cierra las manos
arrancando de un espasmo las letras terrestres
de los nombres que vuelan.