Editorial Alaire

Rocas, espuma y sol, alfombra de sargazos,
Susurra el viento ardientes secretos a la arena,
Infancia litoral de un corazón marino,
Al rítmico latir profundo del océano,
Atesorabas restos de lejanos naufragios,
Que el mar clemente devuelve compasivo:
La vela de un bajel que pereció en Lepanto,
Los huesos ancestrales de las viejas ballenas,
O aquella caracola que trajo el mar consigo,
Gemas, como pulidos vidrios coloreados,
Y cientos de diminutas conchas nacaradas,
Despojos relucientes de exóticos moluscos.

Qué buena lectura, Alberto. Sal, océano intenso, belleza.

Salud y felicidad.

Sabrosa literatura marina que se acomoda al gusto e intenciones del poema., fiel recuerdo
de conchas y sentires que hablan por si solas y por tus recuerdos y pensares.

Un abrazo

Gracias, pero el caso es que yo soy de tierra adentro. Son los recuerdos de mi esposa, que tuvo la playa de Cádiz de patio de recreo y casi a diario encontraba en la arena zafiros y esmeraldas, que apenas parecían pedazos de botellas pulidos por el mar.

Un poema donde el mar golpea y nos lleva tiempo arriba y abajo, nos pule como a cantos pulidos al pie de los acantilados.

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Un abrazo.

Hermoso trabajo de Alberto.