¿Y si realmente sucediera así?
Publicado: Mar, 25 Jul 2017 23:09
¿Y si realmente sucediera así?
Pocas cosas son reales, pocas,
porque la realidad es algo ficticio de la mente,
y la mente, como tal, no diferencia lo real de lo irreal.
Insistí en comprobar que los martes no existen,
que un jueves es el segundo día de la semana,
que la semana tiene cinco días,
y que los días disponen de treinta y tres horas.
Traté de acordonar las miradas,
que una puesta de sol fuera más larga,
las noches menos oscuras,
y que las tardes no fueran la alcoba de una fatigada mañana.
Y quise que las aves emigraran más tarde,
que los inviernos vinieran más abrigados,
que una brisa en primavera, fuera un despliegue de perfumes,
y que los árboles protegieran su cabello en el pálido otoño.
Propuse que los ciegos vieran,
que las palabras fueran discursos en la boca de los mudos,
que un tullido, paseara feliz por un parque cerrado,
mientras un indigente saboreara un menú de cinco tenedores.
Encendí unas velas por aquellos que en sus diccionarios no encuentran fe,
apagué fuegos en tantos incendios cotidianos,
quise que el mar no azotara más naufragios,
y até con lazos de seda, esos tan necesarios abrazos.
¿Y si realmente sucediera así?
La mente no divagaría entre lo irreal y lo real,
no haría falta soñar para ver una puesta de sol eterna,
quizás el invierno fuese más cálido,
o un abrazo me diera ese calor tan necesario.
Pero…
El hombre es incapaz de no malgastar su vida, el tiempo,
sin crear algo que le mantenga divertido,
sin importarle el mal que destile.
Yo seguiré soñando:
¿y si realmente sucediera así?
Pocas cosas son reales, pocas,
porque la realidad es algo ficticio de la mente,
y la mente, como tal, no diferencia lo real de lo irreal.
Insistí en comprobar que los martes no existen,
que un jueves es el segundo día de la semana,
que la semana tiene cinco días,
y que los días disponen de treinta y tres horas.
Traté de acordonar las miradas,
que una puesta de sol fuera más larga,
las noches menos oscuras,
y que las tardes no fueran la alcoba de una fatigada mañana.
Y quise que las aves emigraran más tarde,
que los inviernos vinieran más abrigados,
que una brisa en primavera, fuera un despliegue de perfumes,
y que los árboles protegieran su cabello en el pálido otoño.
Propuse que los ciegos vieran,
que las palabras fueran discursos en la boca de los mudos,
que un tullido, paseara feliz por un parque cerrado,
mientras un indigente saboreara un menú de cinco tenedores.
Encendí unas velas por aquellos que en sus diccionarios no encuentran fe,
apagué fuegos en tantos incendios cotidianos,
quise que el mar no azotara más naufragios,
y até con lazos de seda, esos tan necesarios abrazos.
¿Y si realmente sucediera así?
La mente no divagaría entre lo irreal y lo real,
no haría falta soñar para ver una puesta de sol eterna,
quizás el invierno fuese más cálido,
o un abrazo me diera ese calor tan necesario.
Pero…
El hombre es incapaz de no malgastar su vida, el tiempo,
sin crear algo que le mantenga divertido,
sin importarle el mal que destile.
Yo seguiré soñando:
¿y si realmente sucediera así?