[align=right]"La que un día puso precio a los vectores torcidos del dolor/del amor". Luis Gracias por ese cierre magistral.[/align]Me hubiera gustado ser una puta.
Lo pensé más de una vez, en los peores momentos.
¡Más me hubiera valido ser puta!
(¡Si me oyese mi madre!)
Una buena puta, la mejor, de esas que dejan la visa tiritando
y esteradas las braguetas de lujo
-qué manera de follar, cómo aprieta el coño la hija de puta-
La mejor puta, la más puta.
-en hotel y domicilio. 500 sin mamada-
Pero no una puta por necesidad. No de esas que tienen que hacérselo con unos cuantos cerdos
por un pico, y pasar horas en la calle para dar de comer a sus hijos.
No una puta para pasarlo mal, de esas no,
de esas no digo.
Una puta libre, con una buena cartera de clientes, como las buenas empresas.
Los mejores clientes: la mejor puta.
Y con ingreso en cuenta, no en la mesilla o dentro de las bragas... es de mal gusto.
Pero nadie preguntó.
Nadie vino a salvarme, nadie vino a llamar a mi puerta.
Si me hubiéseis preguntado, todo habría sido distinto.
Siempre lo supe, siempre.
Desde que oía las ostias que le daba, y ella no decía ni ¡ay!, no podía decir nada.
Le desfiguraba la cara para no ver su belleza.
Y se oían los golpes una y otra vez, una y otra vez.
Y ella seguía sin decir nada...
¡Y no! ... yo no podía soportarlo, apretaba muy fuerte las orejas con mis manos apretadas
hasta que me hacía daño en la cabeza.
Y muchos años después las volví a apretar.
Siempre lo supe. Siempre.
Todo estaba escrito.
Siempre todo está escrito.
-Y llevaba mi nombre-
La mejor puta, la "number one"...
La más puta.
-La que un día puso precio a los vectores torcidos
del dolor/del amor-
Antonia Mauro