Donde no existe luz
Publicado: Dom, 16 Jul 2017 22:18
I
Hay que ser humildemente necio para tropezarse en las esquinas.
Acometer un reto no finalizado, sin entender que ha sido un fracaso,
que es un fracaso;
disponer de las armas para triunfar, y dispararse un tiro suicida;
estrechar las manos necesarias, sin aprovechar el sudor de las palmas;
sentir que los sentimientos desaparecen, sin encadenarlos a nuestro ego;
caminar sin rumbo, y olvidar la brújula que nos guie;
aterrizar, sin jamás haber despegado.
II
Debiéramos ser conscientes de los errores, para no caer sin saber dónde agarrarse.
Detrás de un martes desnudo, no hay un miércoles de corbata;
ni mañana es la solución, ni tal vez lo sea pasado;
ni en los ojos se lee siempre la verdad, ni pensar que estamos en lo cierto, la asegura;
un minuto de reflexión puede ser un mundo, una hora de locura, tan solo un suspiro;
que tal vez estemos haciendo lo correcto, puede ser la duda que nos conduzca al error;
porque, a veces, dudar supone errar, y el que yerra, siempre tiene un accidente;
a veces, un grave accidente.
III
La apatía es un arte, el arte de no saber exprimir el jugo de la vida.
A veces me pregunto si existe algo más bello que un amanecer, ¿y más triste?;
no tenemos equilibrio porque la mente está en la cuerda floja, el cuerpo se marea;
hay que disponer de hambre, y saber cómo saciarla;
aprender a dinamitar la frialdad, apaciguar el temperamento desorbitado;
decidir lo más fácil, no es apostar a ganador;
como evadir las posibilidades, no es una buena elección;
cuando no hay zumo, hay que seguir exprimiendo;
la sed alimenta la sequedad, la vitalidad se activa con la frescura.
IV
El fin, no es donde hemos llegado, es allí donde no existe luz.
Creí que un buen discurso era algo de lo que aprender, si no se practica, no vale;
en una noche creemos tocar la luna y coger las estrellas, no somos protagonistas del cuento;
para navegar no hace falta mar, ni barca, ilusión es el remo, vida el timón;
y cuando el horizonte está junto a nosotros, no significa que hemos llegado;
como tampoco lo es que estemos lejos, la distancia, casi siempre, se mide por el deseo;
así es tan fácil llegar como alejarse, sucumbir es cercano, vivir se aleja;
cuando los ojos no nos hablen, no dibujen imágenes, entenderemos el momento;
más allá de la necedad, de los errores cometidos, de la apatía…
V
Es aquí, aquí es.
Hay que ser humildemente necio para tropezarse en las esquinas.
Acometer un reto no finalizado, sin entender que ha sido un fracaso,
que es un fracaso;
disponer de las armas para triunfar, y dispararse un tiro suicida;
estrechar las manos necesarias, sin aprovechar el sudor de las palmas;
sentir que los sentimientos desaparecen, sin encadenarlos a nuestro ego;
caminar sin rumbo, y olvidar la brújula que nos guie;
aterrizar, sin jamás haber despegado.
II
Debiéramos ser conscientes de los errores, para no caer sin saber dónde agarrarse.
Detrás de un martes desnudo, no hay un miércoles de corbata;
ni mañana es la solución, ni tal vez lo sea pasado;
ni en los ojos se lee siempre la verdad, ni pensar que estamos en lo cierto, la asegura;
un minuto de reflexión puede ser un mundo, una hora de locura, tan solo un suspiro;
que tal vez estemos haciendo lo correcto, puede ser la duda que nos conduzca al error;
porque, a veces, dudar supone errar, y el que yerra, siempre tiene un accidente;
a veces, un grave accidente.
III
La apatía es un arte, el arte de no saber exprimir el jugo de la vida.
A veces me pregunto si existe algo más bello que un amanecer, ¿y más triste?;
no tenemos equilibrio porque la mente está en la cuerda floja, el cuerpo se marea;
hay que disponer de hambre, y saber cómo saciarla;
aprender a dinamitar la frialdad, apaciguar el temperamento desorbitado;
decidir lo más fácil, no es apostar a ganador;
como evadir las posibilidades, no es una buena elección;
cuando no hay zumo, hay que seguir exprimiendo;
la sed alimenta la sequedad, la vitalidad se activa con la frescura.
IV
El fin, no es donde hemos llegado, es allí donde no existe luz.
Creí que un buen discurso era algo de lo que aprender, si no se practica, no vale;
en una noche creemos tocar la luna y coger las estrellas, no somos protagonistas del cuento;
para navegar no hace falta mar, ni barca, ilusión es el remo, vida el timón;
y cuando el horizonte está junto a nosotros, no significa que hemos llegado;
como tampoco lo es que estemos lejos, la distancia, casi siempre, se mide por el deseo;
así es tan fácil llegar como alejarse, sucumbir es cercano, vivir se aleja;
cuando los ojos no nos hablen, no dibujen imágenes, entenderemos el momento;
más allá de la necedad, de los errores cometidos, de la apatía…
V
Es aquí, aquí es.