Sueños de niño
Publicado: Lun, 19 Jun 2017 22:43
Es la noche, la calma sublime del descanso,
el axioma encadenado a la gruta del cansancio,
la salud deteriorada y el alma en el filo de la realidad,
es como espuma de color negro brillante,
es como savia a punto de perderse en el sentido,
el propio sentido, aullando por finalizar.
Debe ser como el fin de la batalla, que no la guerra,
de aquel que se siente militar y guerrero;
debe ser algo inocuo, perdido al azar,
derrotado sin hincar aún las rodillas,
pero al fin y al cabo derrotado.
Debe ser, porque el día ha sido bestial, es bestial,
porque cualquier mañana
no se encuentra en el mismo lugar, en el mismo entorno,
que otra simple mañana,
tal vez, porque ayer hubo mañana,
tal vez, porque hoy vuelve la mañana,
y porque mañana, otro día, será de nuevo otra mañana.
Debe ser que nuestro cerebro no acople bien los tiempos,
que no sepa como ordenarlos,
más allá de la simpleza de nuestra propia vida,
más allá de la incomodidad de la misma,
más allá de la insolente puesta en escena de que disponemos.
Y debe ser, que ayer, yo pensara igual a hoy,
que hoy, tenga su continuidad mañana,
y que mañana, en un círculo adictivo y vicioso,
me proponga las mismas preguntas absurdas
y las mismas respuestas sin sentido.
Debe ser que mi vida es tan simple,
que con un simple giro de cuello,
vea lo mismo que ayer vi,
lo mismo, que tal vez, veré mañana,
y absolutamente lo mismo que se me presenta hoy.
Y es tan real, como lo es la noche,
con su calma, preparando el descanso,
con su aderezo de cansancio,
el contexto de una salud y un alma en deterioro,
la inminente perdida de sentido,
y un sentido débil y fatigado,
postrado a sueños de niño.
Debe ser, simplemente, que la noche me ha ganado.
el axioma encadenado a la gruta del cansancio,
la salud deteriorada y el alma en el filo de la realidad,
es como espuma de color negro brillante,
es como savia a punto de perderse en el sentido,
el propio sentido, aullando por finalizar.
Debe ser como el fin de la batalla, que no la guerra,
de aquel que se siente militar y guerrero;
debe ser algo inocuo, perdido al azar,
derrotado sin hincar aún las rodillas,
pero al fin y al cabo derrotado.
Debe ser, porque el día ha sido bestial, es bestial,
porque cualquier mañana
no se encuentra en el mismo lugar, en el mismo entorno,
que otra simple mañana,
tal vez, porque ayer hubo mañana,
tal vez, porque hoy vuelve la mañana,
y porque mañana, otro día, será de nuevo otra mañana.
Debe ser que nuestro cerebro no acople bien los tiempos,
que no sepa como ordenarlos,
más allá de la simpleza de nuestra propia vida,
más allá de la incomodidad de la misma,
más allá de la insolente puesta en escena de que disponemos.
Y debe ser, que ayer, yo pensara igual a hoy,
que hoy, tenga su continuidad mañana,
y que mañana, en un círculo adictivo y vicioso,
me proponga las mismas preguntas absurdas
y las mismas respuestas sin sentido.
Debe ser que mi vida es tan simple,
que con un simple giro de cuello,
vea lo mismo que ayer vi,
lo mismo, que tal vez, veré mañana,
y absolutamente lo mismo que se me presenta hoy.
Y es tan real, como lo es la noche,
con su calma, preparando el descanso,
con su aderezo de cansancio,
el contexto de una salud y un alma en deterioro,
la inminente perdida de sentido,
y un sentido débil y fatigado,
postrado a sueños de niño.
Debe ser, simplemente, que la noche me ha ganado.