Página 1 de 1

El viaje a ninguna parte

Publicado: Mar, 30 May 2017 22:56
por Alejandro Costa
Escuchar en una tarde pausada
los acordes de un piano afinado,
y sentir que los pasos que no damos
no son pasos perdidos,
ni recorridos inexactos por donde viajar
a ninguna parte,
no es un error de principiante,
ni acaso un desliz incurable de nuestra manera de ser,
es la inapetencia sin prejuicio
de una gota de agua en el borde de un vaso seco,
una flor solitaria en un almendro vestido de otoño,
o un gigante perdido en la inmensidad
de un bosque de enanos.

Un violín se aferra al calor del roce del arco,
y éste, como guía perfecta alimenta
sus cuerdas para que a la vez le den vida al alma,
todo con la armonía necesaria,
con la delicadeza irradiante que expulsa
la sensibilidad del que siente los sonidos,
del que viaja en pos de la finura elegante
de los tonos que esparce,
y del que a la postre, sensibiliza su cuerpo,
con el sueño despierto,
el flotar delicado de sus pies
y la ternura inimaginable de su arte.

En la serenidad se planta el bullicio,
la fuerza, la sensación de temblor,
y ahí, tras permanecer escondidos,
retumban los timbales,
con sus acordes graves, agudos,
destilando pasos agigantados hacia tierra de nadie,
incorporando cielos y mares bravíos,
fuerza y sonoridad, sonoridad y fuerza,
destellos de sombras y tinieblas,
de tormentas e irradiaciones,
y todo toma cuerpo, todo se altera,
se mueve, siente, vive,
y la flor del almendro cae.

Y surgen trompetas, saxofones, violonchelos,
arpas, flautas, guitarras…
…¡y todo explota!
en perfecta armonía,
y encontramos nuestro camino,
y el vaso humedece su entorno
donde la gota de agua olvida la inapetencia,
los árboles refrescan el bosque,
gigantes y enanos bailan al mismo son,
y una flor de almendro toma por casa
una tierra áspera y seca, pero rica.

La sala explota, los sonidos se entremezclan,
el violín se alía con el piano,
instrumentos de cuerda, aderezan el entramado,
y los timbales redoblan
para finalizar con éxtasis la sumisión de la belleza.

La sala arde en aplausos,
los pies flotan, las mentes se liberan,
el cuerpo siente y entiende
que aquellos pasos no dados
no son, ni serán, pasos perdidos.

Y Tchaikovsky cierra su obertura solemne.

¿La escuchaste?

Si así fue, recorramos esos lugares inexactos
por donde viajar a ninguna parte.

Re: El viaje a ninguna parte

Publicado: Mié, 31 May 2017 16:59
por Guillermo Cumar.
Un buen lenguaje musical que va creando ambiente de recuerdo de nostalgia de fe de vida, y de perdón a sí mismo por
no llegar a tiempo de retocar notas y pausas que suenan a nostalgia, a delicia y a control de viajar a ninguna parte.

un abrazo

Re: El viaje a ninguna parte

Publicado: Jue, 01 Jun 2017 8:07
por Pilar Morte
Ya lo creo que has viajado, lo has hecho desde la música reviviendo y dando vida a todo lo callado y escondido. Me gustó mucho el poema, como van entrando en tus hermosos versos los instrumentos que llenan tu alma. Felicidades
besos
Pilar

Re: El viaje a ninguna parte

Publicado: Sab, 03 Jun 2017 14:41
por Carlos Justino Caballero
Alejandro Costa escribió:Escuchar en una tarde pausada
los acordes de un piano afinado,
y sentir que los pasos que no damos
no son pasos perdidos,
ni recorridos inexactos por donde viajar
a ninguna parte,
no es un error de principiante,
ni acaso un desliz incurable de nuestra manera de ser,
es la inapetencia sin prejuicio
de una gota de agua en el borde de un vaso seco,
una flor solitaria en un almendro vestido de otoño,
o un gigante perdido en la inmensidad
de un bosque de enanos.

Un violín se aferra al calor del roce del arco,
y éste, como guía perfecta alimenta
sus cuerdas para que a la vez le den vida al alma,
todo con la armonía necesaria,
con la delicadeza irradiante que expulsa
la sensibilidad del que siente los sonidos,
del que viaja en pos de la finura elegante
de los tonos que esparce,
y del que a la postre, sensibiliza su cuerpo,
con el sueño despierto,
el flotar delicado de sus pies
y la ternura inimaginable de su arte.

En la serenidad se planta el bullicio,
la fuerza, la sensación de temblor,
y ahí, tras permanecer escondidos,
retumban los timbales,
con sus acordes graves, agudos,
destilando pasos agigantados hacia tierra de nadie,
incorporando cielos y mares bravíos,
fuerza y sonoridad, sonoridad y fuerza,
destellos de sombras y tinieblas,
de tormentas e irradiaciones,
y todo toma cuerpo, todo se altera,
se mueve, siente, vive,
y la flor del almendro cae.

Y surgen trompetas, saxofones, violonchelos,
arpas, flautas, guitarras…
…¡y todo explota!
en perfecta armonía,
y encontramos nuestro camino,
y el vaso humedece su entorno
donde la gota de agua olvida la inapetencia,
los árboles refrescan el bosque,
gigantes y enanos bailan al mismo son,
y una flor de almendro toma por casa
una tierra áspera y seca, pero rica.

La sala explota, los sonidos se entremezclan,
el violín se alía con el piano,
instrumentos de cuerda, aderezan el entramado,
y los timbales redoblan
para finalizar con éxtasis la sumisión de la belleza.

La sala arde en aplausos,
los pies flotan, las mentes se liberan,
el cuerpo siente y entiende
que aquellos pasos no dados
no son, ni serán, pasos perdidos.

Y Tchaikovsky cierra su obertura solemne.

¿La escuchaste?

Si así fue, recorramos esos lugares inexactos
por donde viajar a ninguna parte.
Un placer leer versos donde priman lirismo y belleza. Felicitaciones, Poeta!

Re: El viaje a ninguna parte

Publicado: Dom, 11 Jun 2017 8:06
por Rafel Calle
Hermoso y muy interesante trabajo de Alejandro.

Re: El viaje a ninguna parte

Publicado: Dom, 11 Jun 2017 10:54
por Rafael Zambrano Vargas
Alejandro: De una belleza fantástica y exquisita, es este poema
de tan buen gusto y estilo, que deja un agradable sabor.
Dan pie para la buena poes´´ia recorriendo esos lugares.

Un abrazo poeta

Rafael

Re: El viaje a ninguna parte

Publicado: Sab, 10 Oct 2020 7:02
por Rafel Calle
Arriba este interesantísimo poema de Alejandro.

Re: El viaje a ninguna parte

Publicado: Dom, 11 Oct 2020 9:51
por E. R. Aristy
Alejandro Costa escribió:Escuchar en una tarde pausada
los acordes de un piano afinado,
y sentir que los pasos que no damos
no son pasos perdidos,
ni recorridos inexactos por donde viajar
a ninguna parte,
no es un error de principiante,
ni acaso un desliz incurable de nuestra manera de ser,
es la inapetencia sin prejuicio
de una gota de agua en el borde de un vaso seco,
una flor solitaria en un almendro vestido de otoño,
o un gigante perdido en la inmensidad
de un bosque de enanos.

Un violín se aferra al calor del roce del arco,
y éste, como guía perfecta alimenta
sus cuerdas para que a la vez le den vida al alma,
todo con la armonía necesaria,
con la delicadeza irradiante que expulsa
la sensibilidad del que siente los sonidos,
del que viaja en pos de la finura elegante
de los tonos que esparce,
y del que a la postre, sensibiliza su cuerpo,
con el sueño despierto,
el flotar delicado de sus pies
y la ternura inimaginable de su arte.

En la serenidad se planta el bullicio,
la fuerza, la sensación de temblor,
y ahí, tras permanecer escondidos,
retumban los timbales,
con sus acordes graves, agudos,
destilando pasos agigantados hacia tierra de nadie,
incorporando cielos y mares bravíos,
fuerza y sonoridad, sonoridad y fuerza,
destellos de sombras y tinieblas,
de tormentas e irradiaciones,
y todo toma cuerpo, todo se altera,
se mueve, siente, vive,
y la flor del almendro cae.

Y surgen trompetas, saxofones, violonchelos,
arpas, flautas, guitarras…
…¡y todo explota!
en perfecta armonía,
y encontramos nuestro camino,
y el vaso humedece su entorno
donde la gota de agua olvida la inapetencia,
los árboles refrescan el bosque,
gigantes y enanos bailan al mismo son,
y una flor de almendro toma por casa
una tierra áspera y seca, pero rica.

La sala explota, los sonidos se entremezclan,
el violín se alía con el piano,
instrumentos de cuerda, aderezan el entramado,
y los timbales redoblan
para finalizar con éxtasis la sumisión de la belleza.

La sala arde en aplausos,
los pies flotan, las mentes se liberan,
el cuerpo siente y entiende
que aquellos pasos no dados
no son, ni serán, pasos perdidos.

Y Tchaikovsky cierra su obertura solemne.

¿La escuchaste?

Si así fue, recorramos esos lugares inexactos
por donde viajar a ninguna parte.

Bravoooo! Me gusta, se siente un crescendo, presto, presto! Parece un desilusion el cierre, pero es una obertura; a vivir el momento.

" La sala arde en aplausos,
los pies flotan, las mentes se liberan,
el cuerpo siente y entiende
que aquellos pasos no dados
no son, ni serán, pasos perdidos."


Un abrazo grande, Alejandro. ERA

Re: El viaje a ninguna parte

Publicado: Dom, 11 Oct 2020 11:51
por Óscar Distéfano
Alejandro Costa escribió:Escuchar en una tarde pausada
los acordes de un piano afinado,
y sentir que los pasos que no damos
no son pasos perdidos,
ni recorridos inexactos por donde viajar
a ninguna parte,
no es un error de principiante,
ni acaso un desliz incurable de nuestra manera de ser,
es la inapetencia sin prejuicio
de una gota de agua en el borde de un vaso seco,
una flor solitaria en un almendro vestido de otoño,
o un gigante perdido en la inmensidad
de un bosque de enanos.

Un violín se aferra al calor del roce del arco,
y éste, como guía perfecta alimenta
sus cuerdas para que a la vez le den vida al alma,
todo con la armonía necesaria,
con la delicadeza irradiante que expulsa
la sensibilidad del que siente los sonidos,
del que viaja en pos de la finura elegante
de los tonos que esparce,
y del que a la postre, sensibiliza su cuerpo,
con el sueño despierto,
el flotar delicado de sus pies
y la ternura inimaginable de su arte.

En la serenidad se planta el bullicio,
la fuerza, la sensación de temblor,
y ahí, tras permanecer escondidos,
retumban los timbales,
con sus acordes graves, agudos,
destilando pasos agigantados hacia tierra de nadie,
incorporando cielos y mares bravíos,
fuerza y sonoridad, sonoridad y fuerza,
destellos de sombras y tinieblas,
de tormentas e irradiaciones,
y todo toma cuerpo, todo se altera,
se mueve, siente, vive,
y la flor del almendro cae.

Y surgen trompetas, saxofones, violonchelos,
arpas, flautas, guitarras…
…¡y todo explota!
en perfecta armonía,
y encontramos nuestro camino,
y el vaso humedece su entorno
donde la gota de agua olvida la inapetencia,
los árboles refrescan el bosque,
gigantes y enanos bailan al mismo son,
y una flor de almendro toma por casa
una tierra áspera y seca, pero rica.

La sala explota, los sonidos se entremezclan,
el violín se alía con el piano,
instrumentos de cuerda, aderezan el entramado,
y los timbales redoblan
para finalizar con éxtasis la sumisión de la belleza.

La sala arde en aplausos,
los pies flotan, las mentes se liberan,
el cuerpo siente y entiende
que aquellos pasos no dados
no son, ni serán, pasos perdidos.

Y Tchaikovsky cierra su obertura solemne.

¿La escuchaste?

Si así fue, recorramos esos lugares inexactos
por donde viajar a ninguna parte.

Tengo un archivo de "Poemas para la relectura". Este será uno de ellos. Es enorme el derrame de talento, de "inspiración" que se sucede en el curso soberbio de los versos. Entiendo perfectamente que este tipo de obras nacen con la avenencia de los dioses, quienes, como yo, van aplaudiendo y emocionándose en cada escalón lírico que va elevándose.
Se dice que la música es pura forma, que carece de contenido racional; pues, bien, aquí has demostrado que el dilema no es así: el poema me pareció un relato y mensaje magistral de la música. Te has metido en el tuétano de la obra musical, y has conseguido extraer verdades admirables de ella.

Gracias por el acicate que tu poema me trasmite. Sin ninguna duda esta emoción será plasmada en algún poema futuro mío.
Un abrazo grande, amigo, con palmadas.
Óscar

Re: El viaje a ninguna parte

Publicado: Dom, 11 Oct 2020 12:52
por Armilo Brotón
Fantástico este poema querido amigo Alejandro. Bebiendo de la fuente de otro arte has sacado una inspiración de alto voltaje lírico para presentarnos una obra compacta, bien estructurada y muy emotiva.
Mi enhorabuena y mucho ánimo que tenemos pendiente un café, eres una gran persona.

Un abrazo y salud.