Tal vez el cielo estreche la Luna - (P.E.)-
Publicado: Sab, 27 May 2017 1:08
Tal vez el cielo estreche la Luna
para que tan solo ilumine tu cuerpo.
Mi cuerpo, excitado, sudoroso,
desplegará las alas como halcón que busca presa,
y tu monte de Venus exprimirá todo su jugo
con la intención de envolver
la escena con perfume de éxtasis.
Mis garras, víctimas de deseo,
tratarán de aliviar con placer la excitación,
mientras tus manos recorrerán
el perfil de tu figura masajeando
el rosado volcán de tus pechos,
los labios delicados, carnosos, insinuantes,
humedeciendo la entrepierna,
la noche sumisa,
el firmamento testigo luminoso en la sombras.
Los luceros harán brillar los cuerpos,
y cada gota de sudor,
será destello de diamante,
y tú, con la piel erizada,
el monte de Venus mojado,
saborearás el jugo de mi placer,
y tus labios, y tu lengua,
humedecerán la sensibilidad
que irradie mi sexo,
hasta que en un arranque de brutal éxtasis,
nuestros jadeantes cuerpos
se fusionen en uno,
y tú muerdas mis labios,
y arañes mi espalda,
y yo penetre una y otra vez en tu volcán,
mientras el clítoris arda de placer
y mi pene derrame la savia de su embriaguez.
Los cuerpos, exhaustos, derretidos, exultantes,
quedarán postrados el uno al lado del otro,
la noche dirá adiós…
El día traerá la realidad con el despertar de la aurora.
La Luna sigue sin conocerte.
para que tan solo ilumine tu cuerpo.
Mi cuerpo, excitado, sudoroso,
desplegará las alas como halcón que busca presa,
y tu monte de Venus exprimirá todo su jugo
con la intención de envolver
la escena con perfume de éxtasis.
Mis garras, víctimas de deseo,
tratarán de aliviar con placer la excitación,
mientras tus manos recorrerán
el perfil de tu figura masajeando
el rosado volcán de tus pechos,
los labios delicados, carnosos, insinuantes,
humedeciendo la entrepierna,
la noche sumisa,
el firmamento testigo luminoso en la sombras.
Los luceros harán brillar los cuerpos,
y cada gota de sudor,
será destello de diamante,
y tú, con la piel erizada,
el monte de Venus mojado,
saborearás el jugo de mi placer,
y tus labios, y tu lengua,
humedecerán la sensibilidad
que irradie mi sexo,
hasta que en un arranque de brutal éxtasis,
nuestros jadeantes cuerpos
se fusionen en uno,
y tú muerdas mis labios,
y arañes mi espalda,
y yo penetre una y otra vez en tu volcán,
mientras el clítoris arda de placer
y mi pene derrame la savia de su embriaguez.
Los cuerpos, exhaustos, derretidos, exultantes,
quedarán postrados el uno al lado del otro,
la noche dirá adiós…
El día traerá la realidad con el despertar de la aurora.
La Luna sigue sin conocerte.