El nadador y la isla
Publicado: Jue, 11 May 2017 1:47
El nadador y la isla.
A Agustina la telefonísta de editorial cuatro vientos por su cordial trato
El nadador cruzó un lugar, y se adentró en el parque, luego de entrar al río, vió a la distancia unos camalotes, nadó un rato, y con su cuchillo enfrentó a unos caimánes que nadaban, luego de matar a tres, se dirigió con un tronco en la mano a una isla, trepó por el lugar, y llegó a una casa, en la casa habitaba un espíritu antiguo, miró la ventana, luego de leer un libro, irrumpió el viento.
Se quedó un mes en ese lugar, las luces en la noche aparecían, a la distancia veía los barcos pasar.
Luego de un mes en el lugar, vio como todo se transformaba.
El nadador tomó sus pertenencias y abandonó la casa, y se adentró en un bosque, miraba los insectos, atravesó la espesura, después de varios días sintió hambre.
Comió unos frutos extraños, y se dirigió a un especie de laberinto.
Miró la noche, y luego entro en una casa vacía, y se quedó allí.
Dicen algunos que el nadador nunca regresó de esos lugares, que un silbido se sentía en la isla, allá en la inmensidad de Argentina, en el sur de un espejo, mas allá de la irrealidad, tal vez murió, ese hombre que quiso ser pez en medio de la nada.
A Agustina la telefonísta de editorial cuatro vientos por su cordial trato
El nadador cruzó un lugar, y se adentró en el parque, luego de entrar al río, vió a la distancia unos camalotes, nadó un rato, y con su cuchillo enfrentó a unos caimánes que nadaban, luego de matar a tres, se dirigió con un tronco en la mano a una isla, trepó por el lugar, y llegó a una casa, en la casa habitaba un espíritu antiguo, miró la ventana, luego de leer un libro, irrumpió el viento.
Se quedó un mes en ese lugar, las luces en la noche aparecían, a la distancia veía los barcos pasar.
Luego de un mes en el lugar, vio como todo se transformaba.
El nadador tomó sus pertenencias y abandonó la casa, y se adentró en un bosque, miraba los insectos, atravesó la espesura, después de varios días sintió hambre.
Comió unos frutos extraños, y se dirigió a un especie de laberinto.
Miró la noche, y luego entro en una casa vacía, y se quedó allí.
Dicen algunos que el nadador nunca regresó de esos lugares, que un silbido se sentía en la isla, allá en la inmensidad de Argentina, en el sur de un espejo, mas allá de la irrealidad, tal vez murió, ese hombre que quiso ser pez en medio de la nada.