Se corrió el romancero gitano
Publicado: Jue, 30 Mar 2017 10:20
Un cortejo fúnebre de flamencos
que se inventan lagunas,
mientras el pie de Andalucía desplaza cortijos
hacia una mano derecha.
Y una costra sangra por la cabeza de Mandelbrot. Mal dice
una aceituna por mi boca
que Jesús -un marino mercante- regresa por las anchoas,
y la Virgen María sisa el arroz y las barritas de pescado congelado
mamá -cae la nieve mientras trescientos sesenta grados orbitan un nacimiento
y la miseria bendice a la pareja civil casada por la iglesia -por una sartén explotan
las palomitas de maíz dando el sí quiero.
Me hizo un romancero gitano la tarde calurosa de mulas
llevando la suerte por su anteojera, dando lindas coces
-con la milimétrica exactitud de sus ojos inmensos-
al oro levantado por el vuelo del águila imperial.
Estando todo en su sitio, quedaba un niño extrañado,
como el ánade real, o el rebuzno del girasol asomado,
medio hecho convocando al cisne; su vuelo sin vida
tapando el cuerpo desnudo, o la vergüenza de Dalí
desenterrando la chorra de platón
que ilumina las cuevas de su Gala.
Se lo comía una mosca aquel invierno de la navaja
centímetros de acero salpicaban tomates y cebollas,
y todo un principado de pimientos inmaduros reían
deshojados como la vagina imperfecta de los océanos;
mientras sostenía un triangulo la tortuga de piedra,
cada una de las partes se tocaba a sí misma para adivinar
si todo estaba en su sitio, una vez puestos en remojo.
Y las almendras se picaban por el baile de los maricones
mientras el auto remontaba un pedregal de hojas secas
como cadáveres indispuestos en cualquier circunstancia
que permita envolver con trapos sucios lo más tierno.
Un claxon de bostezos rompía el cántaro, a la boca pegado
inspiraba la sierra morena y expiraba la sierra de cazorla;
aquel gitano circunspecto lucía sus ojos como pajaritas
azules y manicomiales, hebreas como su hermoso zurrón,
donde se roían hasta las mismas petitas las manzanas
mientras hacían las trenzas a su príncipe desteñido.
Absorto por los fuegos artificiales se lo llevaron detenido
y lo encerraron en una madrugada de gatillos interminables,
pero en su cabeza aún cocinan igual un gitano que un judío
o bien se casan los maricones y bailan como los flamencos
o bien Gala rompe los huevos a Dalí
y terminan de correrse todas las letras por el mar.
que se inventan lagunas,
mientras el pie de Andalucía desplaza cortijos
hacia una mano derecha.
Y una costra sangra por la cabeza de Mandelbrot. Mal dice
una aceituna por mi boca
que Jesús -un marino mercante- regresa por las anchoas,
y la Virgen María sisa el arroz y las barritas de pescado congelado
mamá -cae la nieve mientras trescientos sesenta grados orbitan un nacimiento
y la miseria bendice a la pareja civil casada por la iglesia -por una sartén explotan
las palomitas de maíz dando el sí quiero.
Me hizo un romancero gitano la tarde calurosa de mulas
llevando la suerte por su anteojera, dando lindas coces
-con la milimétrica exactitud de sus ojos inmensos-
al oro levantado por el vuelo del águila imperial.
Estando todo en su sitio, quedaba un niño extrañado,
como el ánade real, o el rebuzno del girasol asomado,
medio hecho convocando al cisne; su vuelo sin vida
tapando el cuerpo desnudo, o la vergüenza de Dalí
desenterrando la chorra de platón
que ilumina las cuevas de su Gala.
Se lo comía una mosca aquel invierno de la navaja
centímetros de acero salpicaban tomates y cebollas,
y todo un principado de pimientos inmaduros reían
deshojados como la vagina imperfecta de los océanos;
mientras sostenía un triangulo la tortuga de piedra,
cada una de las partes se tocaba a sí misma para adivinar
si todo estaba en su sitio, una vez puestos en remojo.
Y las almendras se picaban por el baile de los maricones
mientras el auto remontaba un pedregal de hojas secas
como cadáveres indispuestos en cualquier circunstancia
que permita envolver con trapos sucios lo más tierno.
Un claxon de bostezos rompía el cántaro, a la boca pegado
inspiraba la sierra morena y expiraba la sierra de cazorla;
aquel gitano circunspecto lucía sus ojos como pajaritas
azules y manicomiales, hebreas como su hermoso zurrón,
donde se roían hasta las mismas petitas las manzanas
mientras hacían las trenzas a su príncipe desteñido.
Absorto por los fuegos artificiales se lo llevaron detenido
y lo encerraron en una madrugada de gatillos interminables,
pero en su cabeza aún cocinan igual un gitano que un judío
o bien se casan los maricones y bailan como los flamencos
o bien Gala rompe los huevos a Dalí
y terminan de correrse todas las letras por el mar.