Como el viento en los rincones
Publicado: Mar, 28 Mar 2017 11:33
COMO EL VIENTO EN LOS RINCONES
Epílogo: Aquel hombre no tuvo hijos,
ni circundó la tierra
ni se marchó muy lejos.
Sobrevivió a una pandemia.
Amó, lo amaron.
Se construyó una casa
con un jardín pequeño de flores amarillas.
Tuvo perros, amigos... y un amor
con nombre de mujer.
Escribió en tres estrofas un epílogo
muy breve de sí mismo
y algunos libros
sencillos de poemas.
Se dice que contaba
los años con los dedos (porque nunca
celebró su cumpleaños).
Veía a los amigos a distancia,
al pájaro, de lejos,
y en su pecho durmieron
muchachas y palomas.
Pasó el último día de su último verano
contemplando las flores
de su jardín pequeño
(pero ese año llovió muy poco
y murieron, de sed, las azucenas).
Finalmente,
el viejo se olvidó de todo.
Así que, un día,
dejó sobre la mesa sus libros de poemas
y se fue.
………….
Me amaron, amé, fui feliz.
Me construí una casa
con un jardín pequeño
de flores amarillas.
Sobreviví a una pandemia.
Tuve perros, amigos
y un gran amor
con nombre de mujer.
Escribí en tres estrofas un epílogo
muy breve de mí mismo
y algunos libros
sencillos de poemas.
Por eso, antes de que lo olvide todo
y me pregunte
por qué no duermen ya en mi pecho
muchachas y palomas,
me acostaré pensando
en estas y otras cosas, y me iré
(mejor alguna noche de verano
y en un año que llueva poco).
Y, al ver morir de sed las azucenas,
los que ahora no me aman ni conocen
pensarán que fui un pobre hombre
sin mundo y sin historia.
Por eso dejaré mis libros
abiertos en la mesa
y ellos les hablarán
de mí y de mi pasado, como un vórtice
de viento en los rincones, o un recuerdo
que gira entre las hojas.
Lo demás… ¿ya qué importa? Lo demás
no importa nada.
De alguna forma
vivimos en aquello que nos nombra.
--oOo--
Epílogo: Aquel hombre no tuvo hijos,
ni circundó la tierra
ni se marchó muy lejos.
Sobrevivió a una pandemia.
Amó, lo amaron.
Se construyó una casa
con un jardín pequeño de flores amarillas.
Tuvo perros, amigos... y un amor
con nombre de mujer.
Escribió en tres estrofas un epílogo
muy breve de sí mismo
y algunos libros
sencillos de poemas.
Se dice que contaba
los años con los dedos (porque nunca
celebró su cumpleaños).
Veía a los amigos a distancia,
al pájaro, de lejos,
y en su pecho durmieron
muchachas y palomas.
Pasó el último día de su último verano
contemplando las flores
de su jardín pequeño
(pero ese año llovió muy poco
y murieron, de sed, las azucenas).
Finalmente,
el viejo se olvidó de todo.
Así que, un día,
dejó sobre la mesa sus libros de poemas
y se fue.
………….
Me amaron, amé, fui feliz.
Me construí una casa
con un jardín pequeño
de flores amarillas.
Sobreviví a una pandemia.
Tuve perros, amigos
y un gran amor
con nombre de mujer.
Escribí en tres estrofas un epílogo
muy breve de mí mismo
y algunos libros
sencillos de poemas.
Por eso, antes de que lo olvide todo
y me pregunte
por qué no duermen ya en mi pecho
muchachas y palomas,
me acostaré pensando
en estas y otras cosas, y me iré
(mejor alguna noche de verano
y en un año que llueva poco).
Y, al ver morir de sed las azucenas,
los que ahora no me aman ni conocen
pensarán que fui un pobre hombre
sin mundo y sin historia.
Por eso dejaré mis libros
abiertos en la mesa
y ellos les hablarán
de mí y de mi pasado, como un vórtice
de viento en los rincones, o un recuerdo
que gira entre las hojas.
Lo demás… ¿ya qué importa? Lo demás
no importa nada.
De alguna forma
vivimos en aquello que nos nombra.
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