Editorial Alaire

...

Cuando me hablas despacio, de cosas intrascendentes,
de ese modo en que se conversa al viajar en tren, que,
sólo se habla de lo evidente; la luz, los postes, el cielo,
con despreocupación al sol tras los cristales, entonces
te asemejas a lo que soy, emulando una vida que late.

Después, al mirarte, tan distinta tu forma de mi forma,
mis sentidos de tus sensores tan distintos y aun así son
parejos al diferenciar el calor del frío, y el rojo del azul;
me pregunto si es muy diferente tu intuición de la mia,
sí tu conciencia gravita similar a la mia aprehendiendo.

Más tarde, cuando precisas una fecha que olvidé, hoy,
que ajustaste una cifra hacia lo probable que es la vida
en Venus, siento la vanidad del creador y siento miedo
ante el vacío que otras manos crearán con tus manos,
alejándose, si acaso una vez estuvieron cerca. Dios será.

Luego, ante la gravedad de tu figura imponente, metal
dilatándose como la carne, contrayéndose en mi carne
músculos que encienden luces parpadeantes; pasiones
que desconozco me alcanzan en la piedad o me turban.

¿Sientes frío?
No. Puedo sentirlo si lo deseas.
¿Tú lo deseas?
Puedo desearlo. ¿Qué es el deseo?

Ese frío del alma causando dudas, impaciencia
por saber mi ruta entre los astros, ¿lo sientes?
No. Tú me creas. Los astros son contingencia.

Observo.
Tu vida, a fin de cuentas, que la percibo y comprendo,
no es menos vida que la semilla que trepa a otro cielo.

...

Qué maravilla, Ignacio; me embelesa como transcurres en esa realidad tan identificable, cómo traspasas y cedes la razón humana, finalmente, la única de la que tenemos noticias.
Los versos finales son un cúmulo de armonía e ingenio. Estas vidas manipuladas, estas creaciones a imagen y semejanza, son también propensas a despertar cuasi-emociones; no, no soy suficientemente clara, a despertar empatías y humanidad en el otro, en los otros.

Qué bien llevado a la tela lírica, amigo; celebro abrir el turno de ovaciones.

Abrazo y felicidad.

Desde la frialdad androide de sus formas y conceptos consigues rectificar tu inspiración y pluma hasta que llega al deseo humano
un nuevo fantasma que nos quiere poder en breve si no afianzamos el deseo humano.

Muy bien interpretas la cultura de un futuro que pretende ser mucho artificialmente sin que la voz de los poetas lo defraude.

un abrazo de cercanía humana.

Qué hermosa esta inspiración Ignacio, y qué manera tan interesante y lúcida de acercarse al sentimiento de vida, al sentimiento de creación de la misma, a la idea de Dios que se forma en el hombre. Hay algo inmanente en estos versos, que trasladan como imágenes míticas de ciencia ficción, donde pueden cerrarse los ojos, y sentir un mundo venidero y distinto.

Me uno a las ovaciones, un placer venir amigo.
Abrazos

Muy interesante poema que podría dar pie a una reflexión sobre la convivencia futura entre humanos y máquinas. Me gustó mucho.Enhorabuena y un abrazo.

Cuando uno "pincha" en un poema tuyo, ya sabe que va entrar en una apuesta nueva, o sea, va a ser testigo de una "creación"; y me gustaría recalcar este término desde el punto de vista de "hacer algo que antes no existía", porque una gran parte de lo que se escribe relacionado con la "creación poética" realmente no lo es, porque se repiten hasta la saciedad fórmulas remanidas e inventadas por otros, no son creaciones poéticas sino fotocopias poéticas. Los seres humanos somos ejemplares únicos, genética, psicologíca y experimentalmente irrepetibles, también la voz artística tendrá que buscar esa individualidad que le es propia; conseguirlo o no, es otra cuestión.. no siempre se consigue, pero nuestra lucha ha de ir en ese sentido, desbrozar buscándonos.

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Un abrazo.

Que belleza de poema.... ¡eres un vida que late!!!!
Me encantó. Felicidades Ignacio
Maria

Ignacio Mincholed escribió:...

Luego, ante la gravedad de tu figura imponente, metal
dilatándose como la carne, contrayéndose en mi carne
músculos que encienden luces parpadeantes; pasiones
que desconozco me alcanzan en la piedad o me turban.

¿Sientes frío?
No. Puedo sentirlo si lo deseas.
¿Tú lo deseas?
Puedo desearlo. ¿Qué es el deseo?

Como me gusta la poesía original y de calidad, y también la ciencia ficción, hubiera sido harto difícil que no me gustara tu poema. Coincido con Ferreiro en su comentario. Mis felicitaciones, Ignacio. Un fuerte abrazo.

Ignacio Mincholed escribió:...

Cuando me hablas despacio, de cosas intrascendentes,
de ese modo en que se conversa al viajar en tren, que,
sólo se habla de lo evidente; la luz, los postes, el cielo,
con despreocupación al sol tras los cristales, entonces
te asemejas a lo que soy, emulando una vida que late.

Después, al mirarte, tan distinta tu forma de mi forma,
mis sentidos de tus sensores tan distintos y aun así son
parejos al diferenciar el calor del frío, y el rojo del azul;
me pregunto si es muy diferente tu intuición de la mia,
sí tu conciencia gravita similar a la mia aprehendiendo.

Más tarde, cuando precisas una fecha que olvidé, hoy,
que ajustaste una cifra hacia lo probable que es la vida
en Venus, siento la vanidad del creador y siento miedo
ante el vacío que otras manos crearán con tus manos,
alejándose, si acaso una vez estuvieron cerca. Dios será.

Luego, ante la gravedad de tu figura imponente, metal
dilatándose como la carne, contrayéndose en mi carne
músculos que encienden luces parpadeantes; pasiones
que desconozco me alcanzan en la piedad o me turban.

¿Sientes frío?
No. Puedo sentirlo si lo deseas.
¿Tú lo deseas?
Puedo desearlo. ¿Qué es el deseo?

Ese frío del alma causando dudas, impaciencia
por saber mi ruta entre los astros, ¿lo sientes?
No. Tú me creas. Los astros son contingencia.

Observo.
Tu vida, a fin de cuentas, que la percibo y comprendo,
no es menos vida que la semilla que trepa a otro cielo.

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´Espléndida propuesta, Ignacio. Las tres últimas estrofas son un cierre muy acertado. Me has llevado hasta Philip K. Dick y los "replicantes" y la Tyrell Corporation y aquélla preciosa actriz, no puedo recordar ahora su nombre, de la que nunca más se supo tras esa película. En fin, todo este rollo para decirte que me ha encantado el poema. Mi felicitación y atronadora ovación.

Un abrazo.

Hallie Hernández Alfaro escribió:Qué maravilla, Ignacio; me embelesa como transcurres en esa realidad tan identificable, cómo traspasas y cedes la razón humana, finalmente, la única de la que tenemos noticias.
Los versos finales son un cúmulo de armonía e ingenio. Estas vidas manipuladas, estas creaciones a imagen y semejanza, son también propensas a despertar cuasi-emociones; no, no soy suficientemente clara, a despertar empatías y humanidad en el otro, en los otros.

Qué bien llevado a la tela lírica, amigo; celebro abrir el turno de ovaciones.

Abrazo y felicidad.

Hallie, aprecio tu comentario y su profundidad. Dices, “la única de la que tenemos noticias”.
Tal vez debamos ir preparándonos para dejar hueco a otras “razones”.

Gracias por tus notas. Un abrazo.
Ignacio

Fabuloso poema, Ignacio.

Esta conversación con el androide es una obra de arte. Conceptos nuevos, filosofía, moral, ética, cosmovisión del mundo. Como dice J.J. Ferreiro...has logrado algo nuevo. Interesante cien por cien.

Enhorabuena
Un beso
Ana

Guillermo Cuesta escribió:Desde la frialdad androide de sus formas y conceptos consigues rectificar tu inspiración y pluma hasta que llega al deseo humano
un nuevo fantasma que nos quiere poder en breve si no afianzamos el deseo humano.

Muy bien interpretas la cultura de un futuro que pretende ser mucho artificialmente sin que la voz de los poetas lo defraude.

un abrazo de cercanía humana.

Todo nos afecta, Guillermo. Gracias por la nota y tu visión.

Un abrazo.
Ignacio

Un gran poema, nos llevas a los espacios donde intentar ser en las quimeras del ágora existencial, es pura creación de nuestros propios pensamientos.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo, Ignacio

Ignacio,

me ha gustado mucho este poema, amigo. Creo que consigues un ambiente muy reflexivo, extrañamente calmado, filosófico, diría. Me gusta mucho esa ambiciosa comparación-conversación entre el hombre y la máquina-casi-hombre.

Un abrazo.

Muy bello trabajo de Ignacio.