cuando de abrazos nos entendíamos.
y blancas sus manos
al apretarme el alma
jurando quererme como nunca antes.
blanca su voz
al nombrarme,
blancos sus besos
al desnudarse sobre mi mejilla.
era toda blanca, ella,
la única amiga que el destino
me dibujó una tarde adolescente,
y blancos eran sus pasos al acercarse.
era ella toda mía,
mía como mi madre,
como mi hija, como mi vida.
cuanto le echo de menos,
he bajeado la tierra donde sucumbe
he llorado su presencia a mares
pero arar en el mar, inaccesible a la realidad.
era blanca y pura desde sus dedos
tan Bárbara como su nombre.
ya nada queda de ella en partículas
solo el recuerdo de lo que fué
cuando compartíamos cariño,
de lo que seguirá siendo
en mi blanco corazón
que no ha dejado de adorarle
desde la última vez
que le besé la frente.
con su blanca palidez,
se fué.
