Editorial Alaire

Ricardo Serna G escribió:Me habita una mujer de triste lengua
una mujer pequeña
perdida entre millones de mujeres,
la única visible.

Amiga


Mi primera lectura...
y quedé sin palabras....
símplemente brota un sonido
de admiración y aprecio

Un abrazo fuerte

S.Castelar escribió:
Tengo la voluntad arrodillada
y escarbo con los dedos la conciencia
de amar en carne viva.

Resbalan los meandros de la noche
sobre mis tiernas vértebras,
el duelo,
la música,
ese temblor de agujas cimbreantes
que estalla en la garganta de los mirlos.
Qué inmensa pequeñez me sobrecoge.

Renazco en el arrullo de la bestia
y sigo siendo frágil,
me cabe entre los ojos la desnudez entera
esa palabra-espina que puja por la rosa,
el miedo,
la vena retorcida de la noche
sangrando oscuridad.
Estoy mordiendo a gritos la belleza.

Lo no visible crece
un animal impuro dibuja sus contornos
y el corazón se enciende de lirios y de sables.
Es la hora del pulso:
el instante marino de la tierra
donde los cuerpos gimen su contrario.

Se duele el tiempo escrito
como una herida incierta en los relojes
como un retal de lluvia en la cartera.
¿A dónde van mis alas?
¿Qué invierno han inventado los cristales?

Me habita una mujer de triste lengua
una mujer pequeña
perdida entre millones de mujeres,
la única visible.

Pilar Morte escribió:Un poema precioso. Me quedo con: los cuerpos gimen al contrario.
Un abrazo
Pilar

Just Gafar escribió:Renazco en el arrullo de la bestia
y sigo siendo frágil,
me cabe entre los ojos la desnudez entera
esa palabra-espina que puja por la rosa,
el miedo,
la vena retorcida de la noche
sangrando oscuridad.
Estoy mordiendo a gritos la belleza.


Sigo pulso a pulso tus versos Sara.

un abrazo, feliz fin de semana

Benjamín León escribió:El continente y el contenido de tus versos es notable, Sara. La pura capacidad de cantarle al lenguaje poético con tanta poeticidad, de escribir a partir de la escritura y del proceso que esto conlleva, es de aplaudir. Tu poema, a partir de un léxico y una estética definida atrapa y llena los ojos lectores, mece en su rítmica riqueza, en su silabeo preciso y precioso, como tú. La conclusión del poema, como ya te han destacado, es fascinante y, como te dije, me recordó a esa maravillosa pregunta que dijera Rojas: ¿Qué se ama cuando se ama?, y después de no poder amar trescientas a la vez, finalizara el poema con estar condenado a sólo una, la entregada en el paraíso. Tu poema seduce, como casi toda tu poesía, llena los ojos y el espíritu, y es un refugio de paz en medio de furia o la pena. Te felicito, Cê, porque los dos poemas de la escritura tienen la belleza de tu ser y la exactitud del lenguaje, se te ama acá o desde acá, aún.

Un abrazo no fraterno desde Chile, B.

Luis Oroz escribió:Magistrales tus "pulsos" poesía con mayúsculas, no hay fisuras.

Una delicia de lectura.

Un abrazo.

Luis Oroz.

Emilio Aparicio escribió:

S.Castelar escribió:
Tengo la voluntad arrodillada
y escarbo con los dedos la conciencia
de amar en carne viva.

Resbalan los meandros de la noche
sobre mis tiernas vértebras,
el duelo,
la música,
ese temblor de agujas cimbreantes
que estalla en la garganta de los mirlos.
Qué inmensa pequeñez me sobrecoge.

Renazco en el arrullo de la bestia
y sigo siendo frágil,
me cabe entre los ojos la desnudez entera
esa palabra-espina que puja por la rosa,
el miedo,
la vena retorcida de la noche
sangrando oscuridad.
Estoy mordiendo a gritos la belleza.

Lo no visible crece
un animal impuro dibuja sus contornos
y el corazón se enciende de lirios y de sables.
Es la hora del pulso:
el instante marino de la tierra
donde los cuerpos gimen su contrario.

Se duele el tiempo escrito
como una herida incierta en los relojes
como un retal de lluvia en la cartera.
¿A dónde van mis alas?
¿Qué invierno han inventado los cristales?

Me habita una mujer de triste lengua
una mujer pequeña
perdida entre millones de mujeres,
la única visible.

No sé, si mi percepción me engaña cuando pienso que tu poesía resulta cuasi ascética: hay como un ansia de trascendentalidad en cada verso, de que cada palabra ascienda un peldaño más en su significado hasta llegar a desbrozar, el signo mismo, de toda impureza. Por eso restalla en los ojos del que lee, esa albura y esa sensación de limpidez que nos queda al terminar el poema. Un gusto de lectura. Besos