Editorial Alaire

Raul Muñoz escribió:Antes de ir a la compra, estar en deuda y repasar la lista; antes de salir
contemplar las goteras: lágrimas irresolubles quitándose de en medio.
Pensarse plato de ducha y rozar los pies agrietados. Ver sin ser visto,
lanzar un farol como un sueño molesto; interrumpido todo descanso,
concertar una cita en el cementerio, antes de una fragmentación.

Antes de llorar, como si aún fuera posible desprenderse, escribir
sentado sobre la lápida, sin que los pies toquen al suelo, recordar
un día de derribo, la interrupción indiscriminada de todo afecto
profesado de manera despreocupada -¿Quién alcanza a saber
de una ausencia indefinida, el resto de la vida sin poder amar
a quien siempre has amado, así tan despreocupadamente?-

Estar dispuesto a pagar lo que no tiene precio, una reparación:
este imposible hecho de carne y hueso -porque aún respiras
y con delicadeza arrancas los pelillos de tu antebrazo; aunque
ahora te parece un miembro fantasma, aún sigue pegado a ti –.

Así y todo te resistes, y eres una materia difícil de moldear;
miras su nombre y tu apellido que lo acompaña, grabados:
perennes hierbas de acero sobre el mármol, muerta la raíz,
pero inmutables en su condición de unir vuestros sueños.

El cuerpo por la geografía de cualquier día que abre sus puertas
por cualquier cementerio. Esta lista de reparaciones, y este ramo
que llevas a un jarrón vacío de lágrimas -has perdido demasiado,
como el que no quiere la cosa, te has ido alejando con el tiempo,
gota a gota apenas encuentras el nudo en tu garganta-.

El verbo se resiste a tu perdida. Has nacido para ser enterrado
no cabe enterrar a una hija.

Julio Gonzalez Alonso escribió:

Raul Muñoz escribió:Antes de ir a la compra, estar en deuda y repasar la lista; antes de salir
contemplar las goteras: lágrimas irresolubles quitándose de en medio.
Pensarse plato de ducha y rozar los pies agrietados. Ver sin ser visto,
lanzar un farol como un sueño molesto; interrumpido todo descanso,
concertar una cita en el cementerio, antes de una fragmentación.

Antes de llorar, como si aún fuera posible desprenderse, escribir
sentado sobre la lápida, sin que los pies toquen al suelo, recordar
un día de derribo, la interrupción indiscriminada de todo afecto
profesado de manera despreocupada -¿Quién alcanza a saber
de una ausencia indefinida, el resto de la vida sin poder amar
a quien siempre has amado, así tan despreocupadamente?-

Estar dispuesto a pagar lo que no tiene precio, una reparación:
este imposible hecho de carne y hueso -porque aún respiras
y con delicadeza arrancas los pelillos de tu antebrazo; aunque
ahora te parece un miembro fantasma, aún sigue pegado a ti –.

Así y todo te resistes, y eres una materia difícil de moldear;
miras su nombre y tu apellido que lo acompaña, grabados:
perennes hierbas de acero sobre el mármol, muerta la raíz,
pero inmutables en su condición de unir vuestros sueños.

El cuerpo por la geografía de cualquier día que abre sus puertas
por cualquier cementerio. Esta lista de reparaciones, y este ramo
que llevas a un jarrón vacío de lágrimas -has perdido demasiado,
como el que no quiere la cosa, te has ido alejando con el tiempo,
gota a gota apenas encuentras el nudo en tu garganta-.

El verbo se resiste a tu perdida. Has nacido para ser enterrado
no cabe enterrar a una hija.

Estas reparaciones de uno mismo cuando el amor va escrito en la piel son difíciles; reparaciones domésticas cuando las goteras nos desbordan... Por cierto, la frase: "...antes de salir contemplar las goteras" creo que debiera escribirse "...antes de contemplar salir las goteras" o bien "...antes de salir a contemplar las goteras". Y así hasta ese final irreparable.
Un abrazo, Raúl. Salud.

Pilar Morte escribió:Qué grato es cuando las goteras sentimos reparadas, pero qué complicado hacerlo. Me gustó leerte
Besos
Pilar

Maria Rodriguez escribió:Buen analisis de goteras a reparar.... me gustó tu poema Raul
Un abrazo
Maria

Guillermo Cuesta escribió:Un buen repertorio de seriedad trasmitido a través del verso largo e hilvanado, hablando del poeta que siente y que presiente-

un abrazo

Pablo Ibáñez escribió:Raúl,

la reparación se antoja imposible, querido amigo. Visitar a una hija muerta en el cementerio. Me gusta mucho la ambición de la idea y la manera cómo la has llevado. Las palabras tienden a la imagen de riesgo, pero de manera contenida, el poema no pierde sentido en ningún momento y el lector no pierde pie. Bueno, a mí me gusta mucho eso. Muy conseguido y original también el ritmo que consigues a base de ese tranco súper largo.

Me gusta mucho.

Pablo Ibáñez escribió:Raúl,

la reparación se antoja imposible, querido amigo. Visitar a una hija muerta en el cementerio. Me gusta mucho la ambición de la idea y la manera cómo la has llevado. Las palabras tienden a la imagen de riesgo, pero de manera contenida, el poema no pierde sentido en ningún momento y el lector no pierde pie. Bueno, a mí me gusta mucho eso. Muy conseguido y original también el ritmo que consigues a base de ese tranco súper largo.

Me gusta mucho.

Josefa A. Sánchez escribió:Duro y coherente en su desarrollo este poema. Cuando las lágrimas nos agrietan, pocas cosas pueden repararnos. Un placer leerte.
Un abrazo.
Pepa