49th Street
Publicado: Jue, 02 Feb 2017 4:24
No había arte en la graffiti de tus paredes
solo bilingües marcas tribales
impertinencia adolescente
dividiendo la entropía de espaldas migrantes
dobladas bajo el implacable sol
y banderas extranjeras que reducían ricas herencias
a confitería y colecciones de discos de trasmano.
Sin falsas pretensiones.
Sin hondos significados.
Sin una metanarrativa que justificara el discurso
que de algún modo diera permanencia
a una gente transiente currando por sobrevivir.
Vitrinas enteipadas y ventanas entabladas
que por décadas habían resistido huracanes
rápidamente cedieron paso la sobriedad gentrificada.
La cruda realidad de lo feo
que atraviesa con orgullo
como una hermosa verruga,
ahora reducida a un comestible tiqui taqui.
De Palmetto a Palm Avenue
los diarios glorifican el triunfo del desarrollo,,
la diversidad de lo mismo,
del mismo en el que todos los mojones se parecen.
Es más segura ahora. Es tranquila.
Uno puede saborear el brillo de lo nuevo
en las bolsas de plástico de consumidores insaciables.
Hasta el implacable sol parece ahora más indulgente.
En las orillas,
currando, las dobladas espaldas de los migrantes sobreviven
ostentando la cruda realidad de lo feo,
como una hernomsa veurrga,
a la vista de nadie.
solo bilingües marcas tribales
impertinencia adolescente
dividiendo la entropía de espaldas migrantes
dobladas bajo el implacable sol
y banderas extranjeras que reducían ricas herencias
a confitería y colecciones de discos de trasmano.
Sin falsas pretensiones.
Sin hondos significados.
Sin una metanarrativa que justificara el discurso
que de algún modo diera permanencia
a una gente transiente currando por sobrevivir.
Vitrinas enteipadas y ventanas entabladas
que por décadas habían resistido huracanes
rápidamente cedieron paso la sobriedad gentrificada.
La cruda realidad de lo feo
que atraviesa con orgullo
como una hermosa verruga,
ahora reducida a un comestible tiqui taqui.
De Palmetto a Palm Avenue
los diarios glorifican el triunfo del desarrollo,,
la diversidad de lo mismo,
del mismo en el que todos los mojones se parecen.
Es más segura ahora. Es tranquila.
Uno puede saborear el brillo de lo nuevo
en las bolsas de plástico de consumidores insaciables.
Hasta el implacable sol parece ahora más indulgente.
En las orillas,
currando, las dobladas espaldas de los migrantes sobreviven
ostentando la cruda realidad de lo feo,
como una hernomsa veurrga,
a la vista de nadie.