Ciudad habitada

[Ana Muela Sopeña]

La ciudad habitada se despierta
con edificios mágicos de luna
que atrapan la nostalgia de la gente
a la hora silenciosa del crepúsculo.

Las ventanas observan
mientras detrás de las cortinas
alguien se mueve con sigilo.

Los parques se parecen a la bruma
en ellos las parejas van tejiendo
el tapiz del amor y sus conjuros.

Farolas de espejismos
secuencian la distancia quietamente
en las noches abiertas al futuro.

Los quioscos nos contemplan con revistas
desde papeles vírgenes.

Siento el asfalto duro de la urbe
que lucha por llegar al universo
de la galaxia única.

Semáforos envueltos en tristeza
se sumergen en charcos, soles, nubes,
mientras cae el granizo.

Veo un escaparate en la distancia
que dicta las etapas
para seguir amando cuando hay nieve.

Las plazas son reductos del ayer,
conservan el pasado en sus anécdotas
y el porvenir desnudo en sus relojes.

La estación se rebela cada día
al ver a transeúntes concentrados
pasar con ansiedad.

Marquesinas azules, rojas, blancas,
albergan a los seres
que van muriendo en vidas tan vacías.

Un paso cebra lúdico
aguarda la belleza de lo oculto.

Los portales de sombra se deslizan
por las paredes grises,
antes de que un mendigo mire al cielo
y ofrezca sus plegarias a los ángeles.

Bares donde los hombres
olvidan que son hombres
y juegan con minutos
que nunca han existido...

Cafeterías frescas en verano,
refugios de otra época
inmersa en los rincones
de la soledad más infinita.

Autobuses de amantes
persiguen utopías
en sus trayectos vanos.

Los trenes son metáforas
de uniones imposibles.

Tranvías en la aurora
hablan desde el recuerdo
de sueños censurados por la historia.

Discotecas abiertas al destino
parecen escondites
de las rutas
que deliran sin traumas.

Los bingos son los antros de la perdición de los apátridas.

Los casinos son templos
de preguntas sin respuestas,
encerradas en luz, que presiden suburbios.

Heladerías
que conectan el hambre
con el placer más errabundo.

Escuelas donde el paso de los años
se consagra sin miedo a los más jóvenes.

Las tiendas son liturgia
del incesante aliento
que nos lleva a comprar y a consumir
solo por la lujuria de tener.

Letreros luminosos
avanzando en la niebla
nos cuentan al oído
sus secretos.

En barrios marginados los burdeles albergan confidencias
que jamás se escucharán en otros mundos.

Las estatuas se llevan las palabras, las cosas no vividas,
las frases que se fueron al abismo.
Una fuente sonora tintinea en la herida más profunda
como símbolo altivo de la sangre.

Las campanas repican
a misa de difuntos
y un carillón lejano se hace eco
del ladrido de un perro.

Teatros como máscaras de agua
invierten sus momentos
antes de que la lluvia los delate.

Un cine,
que en otro tiempo fue algo mítico,
se extinguió en la memoria.

Mercados que se esmeran cada día
por llevar la ciudad
al eterno retorno...

Las calles laberínticas me llevan
a través de las luces de la tarde
a un espacio sin nombre...


Ana Muela Sopeña

[M. Sánchez]

Ana, mi enhorabuena. Es una autentica gozada de poema: imaginación , creatividad, originalidad e ingenio a la hora de desplegar el lenguaje. El relato poético es una delicia. Hacía mucho tiempo que no leía una cosa tan buena. Te doy las gracias por publicar este poema.

Un abrazo muy fuerte.

Manuel

[Guillermo Cumar.]

Bonita descripción que de la urbe se alimenta y de todo el vademecum de los alrededores abiertos al rescoldo de la vida.

Me encantó el poema y los entresijos que cuidan tus inspiraciones.

un abrazo

[José Manuel F. Febles]

Un extraordinario poema, cuya lectura ha supuesto disfrutar de la auténtica poesía. Cada poema de tu singular pluma, es una novedad a distinguir.

Un fuerte abrazo desde mi isla.
José Manuel F. Febles

[Luis M]

Impresionante poema urbano, Ana. para detenerse sin prisa en cada verso y en cada estrofa, y vivir en primera fila cada rincón y cada lugar de la gran ciudad. Magnífico, amiga. Un verdadero placer de lectura. Mis felicitaciones y abrazo.

[Pilar Morte]

Buen poema, Ana, ya te lo he dicho otras veces: bordas tu mirada de la ciudad. Un placer leerte
Besos
Pilar

[Pablo Ibáñez]

Ana,

me ha gustado este completo paseo por la ciudad habitada. En otros poemas ya has ensayado este tipo de paseos urbanos, plenos de detalles y de ingeniosos inventos. El verso corto genera un ritmo que atrapa y que se adapta al tema muy eficazmente.

Me ha gustado.

Un abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

¡Qué maravilla, Ana! Cuánta belleza, descriptiva, qué hermosas imágenes las que despliegas en este recorrido por un paisaje urbano satinado por todos sus elementos. Todo un derroche de buen hacer poético y sentimientos. Me ha encantado el poema. Mi atronadora ovación.

Besos

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Manuel, es una alegría que este poema te haya gustado.



Besos
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Muchas gracias, Guillermo, por venir y brindarme tus palabras.

Un fuerte abrazo
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Agradezco mucho tus palabras, José Manuel:

Un fuerte abrazo
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Luis, por tus palabras.

Un fuerte abrazo, compañero
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Pilar, por venir y dejar tu huella entre mis versos.

Besos
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Muchas gracias, Pablo, así es, me gusta la mirada en neblina por la ciudad abierta a los misterios.

Besos
Ana

[Carmen López]

Me ha gustado mucho, Ana, todos los poemas que escribes en estos paseos urbanitas están sumamente logrados, muy conseguidos, estoy con Pablo, el verso corto los dota de una agilidad y fluidez que hacen que sea lean casi casi sin respirar.
Buen poema, tu ciudad habitada.

Un abrazote grande.

Carmen