El alma prófuga
Publicado: Vie, 27 Ene 2017 19:28
Tu mirada,
celofán de horizonte en blanco y negro,
camino,
como brizna de lluvia que te inunda la risa
de infancias de abril
aunque el sol, ahí arriba,
haga pedazos las sombras hibernales,
como esa boca expandiendo su silueta
para llegar a mí
cuando me muerdo los labios y te guiño un ojo.
O tu olor,
ese respiro antiguo pintado en la memoria
que te encuentra a ráfagas,
en ese trozo a oscuras que resguarda
los olvidos casuales,
la música sin nombre,
las coordenadas ambiguas de esa lengua
en la niebla del beso adolescente.
La deriva del viento en tu cintura
alcanzando mi noche más eterna,
mi sed más prolífica,
el cuarto
donde practicar taxidermia con las nubes
o los miedos más íntimos
y tallarnos en mármol por el tiempo.
Amarte así,
con el temor de ese niño que sujeta un globo
mientras salta,
con el corazón de punta y la espera en barbecho,
con la entrega a rayas y el calor
dispuesto en la trinchera,
amarte como se ama la caducidad de un árbol
pintor de otoños,
como se teme la ola inesperada,
con las yemas de los dedos heridas
de acariciar el cielo
y el dolor en penumbra discontinua.
Amarte sin ser yo y al tiempo dibujándome,
desterrando mi pulso en algún verso
que quiera venir a mí más tarde en un insomnio,
sabiéndome infinita en la tormenta.
Amarte hoy,
sin mañana ni páginas contiguas,
como a un copo de nieve que se muere
sobre mis huellas blancas
o el paisaje lejano
de ese tren sin parada donde viaja en silencio
el alma prófuga.
celofán de horizonte en blanco y negro,
camino,
como brizna de lluvia que te inunda la risa
de infancias de abril
aunque el sol, ahí arriba,
haga pedazos las sombras hibernales,
como esa boca expandiendo su silueta
para llegar a mí
cuando me muerdo los labios y te guiño un ojo.
O tu olor,
ese respiro antiguo pintado en la memoria
que te encuentra a ráfagas,
en ese trozo a oscuras que resguarda
los olvidos casuales,
la música sin nombre,
las coordenadas ambiguas de esa lengua
en la niebla del beso adolescente.
La deriva del viento en tu cintura
alcanzando mi noche más eterna,
mi sed más prolífica,
el cuarto
donde practicar taxidermia con las nubes
o los miedos más íntimos
y tallarnos en mármol por el tiempo.
Amarte así,
con el temor de ese niño que sujeta un globo
mientras salta,
con el corazón de punta y la espera en barbecho,
con la entrega a rayas y el calor
dispuesto en la trinchera,
amarte como se ama la caducidad de un árbol
pintor de otoños,
como se teme la ola inesperada,
con las yemas de los dedos heridas
de acariciar el cielo
y el dolor en penumbra discontinua.
Amarte sin ser yo y al tiempo dibujándome,
desterrando mi pulso en algún verso
que quiera venir a mí más tarde en un insomnio,
sabiéndome infinita en la tormenta.
Amarte hoy,
sin mañana ni páginas contiguas,
como a un copo de nieve que se muere
sobre mis huellas blancas
o el paisaje lejano
de ese tren sin parada donde viaja en silencio
el alma prófuga.