Editorial Alaire

Los solitarios paran en el club
donde un saxofonista
interpreta canciones de otro tiempo.

Un hombre anodino,
que viste siempre en gris, negro y azul,
se toma un whisky doble,
sentado en una esquina de la barra,
a la espera quizás de alguna música
que le haga recordar su pasado ya muerto.

Una pareja estrena
su pasión cortejada por la bruma.

Una mujer borracha
aguarda la llegada de su chulo.

Todo es como una escena de película,
con sus luces muy tenues
y su decoración algo anticuada.

Los solitarios paran en el club
para ahogar sus penas en alcohol
y desnudar su alma
al dios desconocido del momento.

Hoy el hombre anodino
se irá pronto a su casa.
Mañana empezará las reuniones
de alcohólicos anónimos
y quiere llegar sobrio,
así que bastará con una copa.

El club es el hogar de los perdidos,
pero también lugar para el encuentro...

Esta noche la luna está menguando
y la nostalgia huye hasta esconderse
en mitad de la niebla de algún sueño
de un noctámbulo errante...


Ana Muela Sopeña

Genial Ana, muy buena la escena puede verse,
y hasta olerse.

Me vendría muy bien saber la dirección de ese club,
para algunas noches de esas...que duelen.
Posiblemente me pusiera a hablar con algunos de esos personajes,
seguro.

Aunque no bebo alocohol,
tener que ahogar las penas en zumo de piña, es mas triste que tomarse un whisky.

Un abrazo

Se siente la soledad del hombre en tus versos. Logras ese ambiente nocturno de los solitarios. Un hermoso poema que me gustó leer
Besos
Pilar

Ana, me encanta este retrato, esta escena, esta parada de los monstruos en la que todos están perdidos aunque sólo unos pocos lo saben.

Un abrazo, compañera.

Qué bien describiste la soledad, y la nostalgia que da sus tumbos por donde el alma y el cuerpo necesitan no darse a conocer
eternamente.
En el Club la música, los muebles y las luces van a juego con la media oscuridad que allí calienta la perenne antigüedad del solitario.

Un abrazo

Una perfecta descripción de la soledad, esta vez ambientada con todo lujo de detalles. Magnífico, Ana-

Un fraternal abrazo desde mi isla, estiraré los brazos para que lleguen.

José Manuel F. Febles

Muy bella descripción de la soledad y de esa herrumbre que parece acompañarla. Me ha gustado mucho. Te felicito.

Un afectuoso abrazo.

Gracias, Elena, por pasar y brindarme tus palabras.

Besos
Ana

Agradezco, Pilar, tus palabras.

Un fuerte abrazo
Ana

Sí, Israel, se sale a los pubs y a los bares para encontrar a otros, pero al final todos pasean su soledad eterna por esos antros de desesperanza y soledad.

Besos
Ana

Gracias, Guillermo, por brindarme tus palabras.

Un beso grande
Ana

José Manuel, gracias por venir.

Siempre es una alegría encontrarte enredado entre mis versos.

Besos
Ana

Ana Muela Sopeña escribió:Los solitarios paran en el club
donde un saxofonista
interpreta canciones de otro tiempo.

Un hombre anodino,
que viste siempre en gris, negro y azul,
se toma un whisky doble,
sentado en una esquina de la barra,
a la espera quizás de alguna música
que le haga recordar su pasado ya muerto.

Una pareja estrena
su pasión cortejada por la bruma.

Una mujer borracha
aguarda la llegada de su chulo.

Todo es como una escena de película,
con sus luces muy tenues
y su decoración algo anticuada.

Los solitarios paran en el club
para ahogar sus penas en alcohol
y desnudar su alma
al dios desconocido del momento.

Hoy el hombre anodino
se irá pronto a su casa.
Mañana empezará las reuniones
de alcohólicos anónimos
y quiere llegar sobrio,
así que bastará con una copa.

El club es el hogar de los perdidos,
pero también lugar para el encuentro...

Esta noche la luna está menguando
y la nostalgia huye hasta esconderse
en mitad de la niebla de algún sueño
de un noctámbulo errante...


Ana Muela Sopeña

Me gusta esta vistainterna a un antro social, que para muchas personas es un teatro improvisado y un vivir a pesar de los pesares...es un hermoso y bien escrito poema. Un placer disfrutar de tu rica poesia. Abrazos, ERA

La soledad muy bien tratada por Ana Muela. Por cierto, ¿dónde estás, querida compañera?