Editorial Alaire

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Lentamente regreso hacia ese hueco
en la tierra, húmeda mortaja,
que me contuvo y ahora reclama
-divina madre amantísima-. Peco
de impaciente. Al cabo, inutil latir para
beber esta locura, sangre represada, esta nada;
marjal del tiempo negro que ahueco:
muerte en carne viva, alimento que llaga
la garganta. Busco a tientas la ventana
al mar oscuro y palpo el cantil liento y su eco.


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José Luis Sánchez escribió:**

Lentamente regreso hacia ese hueco
en la tierra, húmeda mortaja,
que me contuvo y ahora reclama
-divina madre amantísima-. Peco
de impaciente. Al cabo, inutil latir para
beber esta locura, sangre represada, esta nada;
marjal del tiempo negro que ahueco:
muerte en carne viva, alimento que llaga
la garganta. Busco a tientas la ventana
al mar oscuro y palpo el cantil liento y su eco.


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Me ha gustado mucho tu poema, Jose Luis. En efecto estamos muriendo en vida con cada año que pasa, viviendo y muriendo, con razón existe el Arte para acojinar nuestros duros huesos. Tu poema me recuerda que si, nuestra madre es la muerte, pero en vez de ser una tenebrosa partida, es un regazo místico, inefable. Un placer grande leerte, E. R. Aristy, ERA

Un poema breve pero denso y bien escrito. Un gusto leerte
Besos
Pilar

Esa verdad que poco a poco nos devuelva a la Madre, dicho en tu poema de una manera lírica y sentida
Bella noche cerrada - la última
Un abrazo
Maria

Muchas gracias, ERA, por pasar por el poema y dejar tu comentario.

Saludos,

Una impactante y vertical caída, amigo José Luis, la de este acantilado poético.

Un abrazo.

Un poema con duro y melancólico mensaje has escrito José luis. Me gustó y disfruté leyendo

saludos

rafael

A partir y a través de la nocturna oscuridad las chiribitas de los ojos resolvieron el sentido de
las intimas cuestiones del poeta.

un abrazo

Pilar, agradecido por tu comentario.

saludos,

Hermoso trabajo de José Luis.