Repicando en el Telar
Publicado: Mié, 25 Jun 2008 17:13
Repicando en el telar
Quiero que me ames como aman las enfermeras de bonete.
Quiero que tapes mi jaula de caña con un sudario de terciopelo.
Quiero el pecho de tu mundo.
Primero quiero que existas ( y segundo también. )
Que seas como un acordeón, un alicate de reina, o la tetera de un cuento.
Sírveme el corazón de tu sonrisa batido en una jarra. Te beberé a la sombra de un baobab contando avestruces.
Llévame en un guardapelo como se llevan los botones caídos.
Piérdeme en una plantación de batatas, o en el excusado de un tren de montaña.
Piérdeme tú.
Pero no me dejes nunca. Tenme en el pañuelo como un juego de palitos chinos.
Perfuma tu valija con mi aliento —olor cobarde del sueño.
Y por sobre todas las cosas, como se desea a un huevo frito tembloroso, deséame.
Desea la balada de mis hombros, locamente.
Locamente.
Sé mía como un libro. Trépame como un tití de Kipling.
Lava mis jeans en el arroyo del deseo mientras te adueñas de mi carne como un puma.
Sé feliz como un columpio, o un gorro de dormir parecido a una ardilla. Sé perfecta.
Toma mi futuro de los sobacos y sácalo del abismo hacia los cardos.
Ponle un almohadón turco bajo la nuca.
Pásale tal vez la piedra pómez del silencio por los callos. Dale un lugar de privilegio.
Cuélgalo como un laúd sobre una chimenea.
Bésame con la mansedumbre del deshielo.
Mírame como se mira un campo de repollos al borde del grito.
Levanta la cuchara de membrillo y sonríe rabiosa como un diente.
Quiero que me plantes en una lata de zapallos en almíbar con pan de pasto y todo.
Que me críes como a una garrapata blanca en el fondo de un pote.
Quiero engordar como un mapamundi a la hora de tus senos.
Y que me enseñes la llave de judo de la verdad.
Ya no te aconsejo.
Dejo el teorema en vilo, repicando en el telar como el peligro.
Lo demás corre por cuenta del revólver de los reyes.
Rafael Teicher
Quiero que me ames como aman las enfermeras de bonete.
Quiero que tapes mi jaula de caña con un sudario de terciopelo.
Quiero el pecho de tu mundo.
Primero quiero que existas ( y segundo también. )
Que seas como un acordeón, un alicate de reina, o la tetera de un cuento.
Sírveme el corazón de tu sonrisa batido en una jarra. Te beberé a la sombra de un baobab contando avestruces.
Llévame en un guardapelo como se llevan los botones caídos.
Piérdeme en una plantación de batatas, o en el excusado de un tren de montaña.
Piérdeme tú.
Pero no me dejes nunca. Tenme en el pañuelo como un juego de palitos chinos.
Perfuma tu valija con mi aliento —olor cobarde del sueño.
Y por sobre todas las cosas, como se desea a un huevo frito tembloroso, deséame.
Desea la balada de mis hombros, locamente.
Locamente.
Sé mía como un libro. Trépame como un tití de Kipling.
Lava mis jeans en el arroyo del deseo mientras te adueñas de mi carne como un puma.
Sé feliz como un columpio, o un gorro de dormir parecido a una ardilla. Sé perfecta.
Toma mi futuro de los sobacos y sácalo del abismo hacia los cardos.
Ponle un almohadón turco bajo la nuca.
Pásale tal vez la piedra pómez del silencio por los callos. Dale un lugar de privilegio.
Cuélgalo como un laúd sobre una chimenea.
Bésame con la mansedumbre del deshielo.
Mírame como se mira un campo de repollos al borde del grito.
Levanta la cuchara de membrillo y sonríe rabiosa como un diente.
Quiero que me plantes en una lata de zapallos en almíbar con pan de pasto y todo.
Que me críes como a una garrapata blanca en el fondo de un pote.
Quiero engordar como un mapamundi a la hora de tus senos.
Y que me enseñes la llave de judo de la verdad.
Ya no te aconsejo.
Dejo el teorema en vilo, repicando en el telar como el peligro.
Lo demás corre por cuenta del revólver de los reyes.
Rafael Teicher