Escultura de Lluvia
Publicado: Mié, 25 Jun 2008 17:12
Escultura de Lluvia
El alma es una vela. Todos lo saben.
Lo que no saben es que hay que darle el biberón como a un cuis, o que adora que se le cepille el ombligo.
Pobre pequeña alma...
—efecto dopler del primer amor.
Pequeña como una caja de bombones.
Flotas como una pelota de basket rumbo al triple, en un galpón desierto.
Realmente creo que te calumnian al llamarte alma, ¡si eres mas corporal que una aceituna!
( Con lo que me gustan las aceitunas sobre esas ruedas de pizza chorreantes )
Quién supondría que te recogí del fondo de un ropero como a un pájaro.
Eso sí, me pusiste una condición: que destierre a un sacacorchos que te arrastraba el beso.
Tu don es la velocidad, ¿sabes?
Si hasta le ganas carreras a la bobina de seda aprovechando los vientos.
De ser forzado a describirte en un golpe, diría que sos una escultura de lluvia.
Qué va, ni los magos bisoños se tragarán ese batracio.
La verdad es que sos una tarántula enroscada en un palo de miel.
A pesar de ello he visto como haces ochos sobre las cornisas de los nardos, con qué elegancia.
Y revuelves toda la casa como un pájaro, a qué negar —repito pájaro adrede.
Nadie se dio cuenta que tu piel es negra como la de una cerbatana.
Será por eso que nadie se enamora de ti, como si estuvieses prohibida.
Ya ni me acuerdo por qué quería decir estas cosas.
Debe de ser esta fatiga de marabunta que me cierra la tapa, como a un piano.
Alma querida, no quiero que tomes frio, que andes así, con la hostia voladora en paños menores.
Deja que te rasque los pies con la paciencia de un anticuario.
¿Son pacientes?
Déja ya que desabotone tu camisón de verbo.
Al fin de cuentas somos dos maricas repantigados en un sofá con forma de Pato Donald.
Apenas grite el gallo negro, vamos a jugar balonpié en la sala de los espejos, y que se les vuelen las pelucas, ¡Jodidos!
Alma, antes de dormir me gusta pensarte gorda como una calandria.
Cuando te pongas achacosa haré que te traigan de Prusia una trompa para sordos.
El caballo del médico tronará los cascos ni bien estornudes.
Resultando de todo lo dicho ut-supra, que la campana de la palabra nos coge en pantuflas, deambulando por la sala de los billares.
Pobre alma mía.
Cuando cobre el aguinaldo te llevaré de excursión a la botella del genio.
shhh, ahora ven, apaga la radio, vamos a fumarnos un cigarro de hoja.
Y que los millonarios hagan de este mundo rascainfiernos un pito de oro.
Rafael Teicher
El alma es una vela. Todos lo saben.
Lo que no saben es que hay que darle el biberón como a un cuis, o que adora que se le cepille el ombligo.
Pobre pequeña alma...
—efecto dopler del primer amor.
Pequeña como una caja de bombones.
Flotas como una pelota de basket rumbo al triple, en un galpón desierto.
Realmente creo que te calumnian al llamarte alma, ¡si eres mas corporal que una aceituna!
( Con lo que me gustan las aceitunas sobre esas ruedas de pizza chorreantes )
Quién supondría que te recogí del fondo de un ropero como a un pájaro.
Eso sí, me pusiste una condición: que destierre a un sacacorchos que te arrastraba el beso.
Tu don es la velocidad, ¿sabes?
Si hasta le ganas carreras a la bobina de seda aprovechando los vientos.
De ser forzado a describirte en un golpe, diría que sos una escultura de lluvia.
Qué va, ni los magos bisoños se tragarán ese batracio.
La verdad es que sos una tarántula enroscada en un palo de miel.
A pesar de ello he visto como haces ochos sobre las cornisas de los nardos, con qué elegancia.
Y revuelves toda la casa como un pájaro, a qué negar —repito pájaro adrede.
Nadie se dio cuenta que tu piel es negra como la de una cerbatana.
Será por eso que nadie se enamora de ti, como si estuvieses prohibida.
Ya ni me acuerdo por qué quería decir estas cosas.
Debe de ser esta fatiga de marabunta que me cierra la tapa, como a un piano.
Alma querida, no quiero que tomes frio, que andes así, con la hostia voladora en paños menores.
Deja que te rasque los pies con la paciencia de un anticuario.
¿Son pacientes?
Déja ya que desabotone tu camisón de verbo.
Al fin de cuentas somos dos maricas repantigados en un sofá con forma de Pato Donald.
Apenas grite el gallo negro, vamos a jugar balonpié en la sala de los espejos, y que se les vuelen las pelucas, ¡Jodidos!
Alma, antes de dormir me gusta pensarte gorda como una calandria.
Cuando te pongas achacosa haré que te traigan de Prusia una trompa para sordos.
El caballo del médico tronará los cascos ni bien estornudes.
Resultando de todo lo dicho ut-supra, que la campana de la palabra nos coge en pantuflas, deambulando por la sala de los billares.
Pobre alma mía.
Cuando cobre el aguinaldo te llevaré de excursión a la botella del genio.
shhh, ahora ven, apaga la radio, vamos a fumarnos un cigarro de hoja.
Y que los millonarios hagan de este mundo rascainfiernos un pito de oro.
Rafael Teicher