Abre tu mano
Publicado: Dom, 01 Ene 2017 21:32
¿De dónde es el viento? ¿De dónde el mar?
¿De quién es la lluvia? ¿Las nubes, el sol?
¿Cómo nos cuidan tanto? ¿Cómo? si no existe amor.
No se maneja el tiempo, ni el lugar, ni los alrededores,
no se pierden las manos cuando se estrechan los dedos,
ni la sal sazona la miel, ni la miel azucara la hiel
cuando se oscurecen los días de invierno.
Se aplaca la tibiez del otoño
y la pulpa se sonroja en una tarde
cuando ésta adormece su credo,
¡no importa! si acaso es obsceno el paisaje,
la crudeza de los bosques cuando lloran,
o la escasez de agua cristalina en un arroyo virgen.
A veces es tan sutil el dialogo,
como cualquier mañana, sin nada, sin nadie,
a quién dar la buena nueva de la aurora,
¡tímida e incandescente! ¡en silencio y dormida!
atolondrada e indemne al paso inútil de la jornada,
a la esencia capaz de dejar un perfume a miedo,
y de maltratar el secreto a gritos
de un grito inacabado y confeso,
la necesidad de subsistir,
el hambre doliente y enfermizo.
Y se derrama el fluido salvaje de la riqueza,
el jardín animado que se riega, que florece,
mientras en tierras baldías,
se ahoga el cultivo por tantas lágrimas derramadas.
Abre tu mano,
aún queda una pequeña semilla para el nuevo día.
¿De quién es la lluvia? ¿Las nubes, el sol?
¿Cómo nos cuidan tanto? ¿Cómo? si no existe amor.
No se maneja el tiempo, ni el lugar, ni los alrededores,
no se pierden las manos cuando se estrechan los dedos,
ni la sal sazona la miel, ni la miel azucara la hiel
cuando se oscurecen los días de invierno.
Se aplaca la tibiez del otoño
y la pulpa se sonroja en una tarde
cuando ésta adormece su credo,
¡no importa! si acaso es obsceno el paisaje,
la crudeza de los bosques cuando lloran,
o la escasez de agua cristalina en un arroyo virgen.
A veces es tan sutil el dialogo,
como cualquier mañana, sin nada, sin nadie,
a quién dar la buena nueva de la aurora,
¡tímida e incandescente! ¡en silencio y dormida!
atolondrada e indemne al paso inútil de la jornada,
a la esencia capaz de dejar un perfume a miedo,
y de maltratar el secreto a gritos
de un grito inacabado y confeso,
la necesidad de subsistir,
el hambre doliente y enfermizo.
Y se derrama el fluido salvaje de la riqueza,
el jardín animado que se riega, que florece,
mientras en tierras baldías,
se ahoga el cultivo por tantas lágrimas derramadas.
Abre tu mano,
aún queda una pequeña semilla para el nuevo día.