Premonición
Publicado: Sab, 31 Dic 2016 13:45
Yo sé que de continuo me persiguen los sueños inconclusos
y la sinrazón de una duda que a perpetuidad me corroe el futuro.
Quizá cuando me encuentren florezca el rencor ácido de la tarde
para vestir de harapos al poniente y en los burdeles de la noche,
los borrachos que apuran su fracaso, con el alcohol reescriban mi destino.
Ahora que todo me confunde, me exilio en mi propia piel desheredada
y no reconozco más patria ni bandera que un cuerpo de mujer,
ni mas religión que la plegaria de su voz cuando despierta a mis sentidos.
Y quiero desaparecer de mi interior; por el filo del olvido escaparme
como un jinete acorralado que siente el arrullo confuso de la muerte,
pero esta luna de invierno que en mis párpados ostenta su insolencia,
sin réplica alguna celebra otra vez en mi memoria el funeral del agua.
Hasta mis orillas llegan los náufragos que extraviaron su sextante
y quedaron varados en la arena de mi sangre como una profecía
que se atrinchera y agazapada al cadáver de su enemigo espera.
Advierto que las pústulas del mar lloran su sal por mis heridas
y escriben mi propia historia sobre renglones de espuma en su bitácora.
Entonces me sumerjo; navego por el fondo del tiempo y sólo hallo
los escombros de viejas utopías enfermas de amnesia irreversible.
Hoy todo se desvanece, incluso las máscaras que en secreto guardan
todas las mentiras que disfrazamos de realidad ante el espejo
y una rutina inútil ocupa el rostro de la vida con su dolor diseminado,
con su inventario de ausencias temblándome en los ojos.
Presiento que un corazón recién nacido palpita en la nostalgia,
y con pasos de inquietud, el pasado se acerca trayéndome sus raíces
creciendo por mi carne como un tacto de espigas que han logrado
renunciara al vuelo del albatros y eche amarras en la soledad de tierra adentro.
y la sinrazón de una duda que a perpetuidad me corroe el futuro.
Quizá cuando me encuentren florezca el rencor ácido de la tarde
para vestir de harapos al poniente y en los burdeles de la noche,
los borrachos que apuran su fracaso, con el alcohol reescriban mi destino.
Ahora que todo me confunde, me exilio en mi propia piel desheredada
y no reconozco más patria ni bandera que un cuerpo de mujer,
ni mas religión que la plegaria de su voz cuando despierta a mis sentidos.
Y quiero desaparecer de mi interior; por el filo del olvido escaparme
como un jinete acorralado que siente el arrullo confuso de la muerte,
pero esta luna de invierno que en mis párpados ostenta su insolencia,
sin réplica alguna celebra otra vez en mi memoria el funeral del agua.
Hasta mis orillas llegan los náufragos que extraviaron su sextante
y quedaron varados en la arena de mi sangre como una profecía
que se atrinchera y agazapada al cadáver de su enemigo espera.
Advierto que las pústulas del mar lloran su sal por mis heridas
y escriben mi propia historia sobre renglones de espuma en su bitácora.
Entonces me sumerjo; navego por el fondo del tiempo y sólo hallo
los escombros de viejas utopías enfermas de amnesia irreversible.
Hoy todo se desvanece, incluso las máscaras que en secreto guardan
todas las mentiras que disfrazamos de realidad ante el espejo
y una rutina inútil ocupa el rostro de la vida con su dolor diseminado,
con su inventario de ausencias temblándome en los ojos.
Presiento que un corazón recién nacido palpita en la nostalgia,
y con pasos de inquietud, el pasado se acerca trayéndome sus raíces
creciendo por mi carne como un tacto de espigas que han logrado
renunciara al vuelo del albatros y eche amarras en la soledad de tierra adentro.