Editorial Alaire

No quiere procesos.
Hace un cisne con la mano,
que no proyectará.
Lo esconde de la luz y la pared,
entre las piernas, esperando
que su silueta se perfeccione.
Piensa en su mano ascendiendo
por dentro de otro cuerpo hasta salir volando
dejando tras de sí un penacho de jugos
empapando la luz y la pared,
el muñón de su propia figura abandonada
que sonríe frente a ella,
acanalada por última vez.

Sugerente, imaginativo este poema Bruno.
Me ha gustado leerlo.
Un abrazo

Si no tuviera suficiente espacio y tiempo para salir y sacar provecho que venga a tu poema y se motive.

un abrazo

Bruno, tus poemas son especiales. Realidad e irrealidad se convierten en un espejo vertiginoso y singular, un espejo de la ecuación existencial, dejado a la vista los gestos que la derraman, la mano que sostiene al cisne de la incertidumbre y lo protege para que no se asile en la capilla de lo trivial. Muchas gracias por compartir. Recibe mis abrazos, estimado amigo.

Surrealista ese cisne que se proyecta en letras antes de salir volando y sonreir mientras se aleja.
Poesía que llega y deja libre la imaginación para navegar entre líneas.
Un abrazo, Bruno, y con gusto pasé para disfrutar de lo que me gusta.

Gracias,Armilo, me alegra que lo hayas visto así.Un abrazo.

Hermoso trabajo de Bruno.

Gracias,Guillermo.Abrazos.

Acomodo las pupilas para alcanzar la luz de tu poema. Precioso y sustancial, querido amigo.

Abrazos.

Un poema muy logrado, Bruno. Te felicito. Un abrazo.

Gracias,Marius.Lo cierto es que cada vez escribo menos y más cerca de lo residual.Con la mano puede hacerse la sombra china de un cisne, pero no el cisne.Digamos que la poesía es una sombra, una sombra que gime el dolor de lo que no cabe en una sombra. Es un querer irse todo el tiempo sin poder, y creo que no es sano.Pero es todo lo que puedo hacer. Abrazo grande,amigo.

Bruno Laja escribió:No quiere procesos.
Hace un cisne con la mano,
que no proyectará.
Lo esconde de la luz y la pared,
entre las piernas, esperando
que su silueta se perfeccione.
Piensa en su mano ascendiendo
por dentro de otro cuerpo hasta salir volando
dejando tras de sí un penacho de jugos
empapando la luz y la pared,
el muñón de su propia figura abandonada
que sonríe frente a ella,
acanalada por última vez.

Esos nacimientos al vuelo suceden a solas. Me maravillas, Bruno. Abrazos, ERA