Editorial Alaire

Marius Gabureanu escribió: ↑Mié, 16 Nov 2016 3:36 [BBvideo 560,340][/BBvideo]

Esos bares obreros
donde le brotan espinas a mi niñez
como si fuese una enredadera de injustificable belleza,
de las que conquistan las ruinas,
ese archipiélago de soledad
donde tengo ancorado mi barquito de suicidios
con remos de vodka.
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Solía despertar a los vecinos
a las tres menos cuarto de la madrugada,
dibujaba labios de prostituta sobre los ladrillos del balcón
y claro, había un ruido especifico
de clavo escarbando para perfilar el labio extremadamente rojo
de las prostitutas capaces de quitarte la sombra;
y me agradecían, me contaban de paso sus vidas,
al bajar del ascensor se paraban a acomodar la pobreza,
la mayoría la llevaban en la columna vertebral,
cada vértebra era un cajón del hambre.
Me pedían el mechero
y se los arrojaba, me encantaba observar desde el balcón
sus gestos desesperados para no dejarlo caer
al suelo a las tres menos cuarto de la madrugada;
los vecinos creían que era el único mechero
y me lo devolvían temblorosos,
me decían vamos a perder el tren,
esperamos lo agarres a la primera,
así llegué a comprender que la esperanza es un balcón desde el que se fuma
sabiendo que no hay trenes que perder, ni railes de pérdida
sin recorrer.
.......................
Ahora, dios, que ya sabes el porqué de mi experiencia con objetos inflamables,
con embutidos de poemas que explotan
por ensalmar víboras de olvido,
¿me puedes devolver la muerte, mi muerte?
Voy a encender esa vela
que me ha tocado llevar
cuando has repartido las almas;
esa vela de memorias de cisne,
ese racimo de ahogos que endulza mi sangre.
Y por favor reserva un charco de los que hay en el paraíso
a mi nombre.
Porque has repartido las almas como si repartieras charcos de lluvia, dios.
Entonces resérvame uno como el de Hitler, que te de mucha pena
pisarlo.