Editorial Alaire

J. J. Martínez Ferreiro escribió: ↑Jue, 20 Oct 2016 7:53 Un poema de especial intensidad, querido amigo.

Todo un placer de lectura.

Un abrazo.

Ramón Castro Méndez escribió: ↑Jue, 20 Oct 2016 8:54 Muy hermoso poema, con cierto aire de nostalgia. Me ha gustado pasar por tus letras.

Un abrazo.

Guillermo Cumar. escribió: ↑Sab, 22 Oct 2016 11:12 un buen refresco de poesía me ha traído tu poema, aunque estemos en octubre

un abrazo

Pilar Morte escribió: ↑Sab, 22 Oct 2016 20:30 Un poema que se lee con placer a pesar de la tristeza que emana de la ausencia. Me gustó leerte
Besos
Pilar

Alejandro Costa escribió: ↑Mié, 19 Oct 2016 23:14 He oído el silencio junto a mi lado
maullar entre las luces de un día triste de Mayo,
y navegando sin rumbo,
me he detenido allá donde los besos no se encontraron
para darme cuenta, tarde, quizás demasiado,
que si ayer tu presencia fue un tatuaje sin terminar,
y tu aroma, un grito abandonado en el desierto,
hoy es un río al que se le secaron las lágrimas.

A menudo, me escondo en las tinieblas del deseo
en busca de algún racimo con jugo
que me alivie la sed de la boca,
la que tantas veces te quiso decir,
y tantas otras quemó las palabras
hasta convertirlas en ceniza.

Así que derrocados los días,
una lluvia imaginaria refresca la tristeza de Mayo,
mis manos, aún con el recuerdo de las tuyas,
se deslizan para escribir entre susurros,
y mi boca, tan solo declama,
aquellos versos que nunca te recitaré.

Pero sigo enamorado de las nubes,
¡ya ves!
es Mayo,
y aún no ha llegado el otoño.

E. R. Aristy escribió: ↑Mar, 20 Jul 2021 15:55

Alejandro Costa escribió: ↑Mié, 19 Oct 2016 23:14 He oído el silencio junto a mi lado
maullar entre las luces de un día triste de Mayo,
y navegando sin rumbo,
me he detenido allá donde los besos no se encontraron
para darme cuenta, tarde, quizás demasiado,
que si ayer tu presencia fue un tatuaje sin terminar,
y tu aroma, un grito abandonado en el desierto,
hoy es un río al que se le secaron las lágrimas.

A menudo, me escondo en las tinieblas del deseo
en busca de algún racimo con jugo
que me alivie la sed de la boca,
la que tantas veces te quiso decir,
y tantas otras quemó las palabras
hasta convertirlas en ceniza.

Así que derrocados los días,
una lluvia imaginaria refresca la tristeza de Mayo,
mis manos, aún con el recuerdo de las tuyas,
se deslizan para escribir entre susurros,
y mi boca, tan solo declama,
aquellos versos que nunca te recitaré.

Pero sigo enamorado de las nubes,
¡ya ves!
es Mayo,
y aún no ha llegado el otoño.

El amor toma tiempo en morir, fue una alegria intensa y bella y dolida. Tu poema es ese Mayo cuando todo renace mientras el amor muere. Me conmueve su belleza! Abrazos, Alejandro. E. R. Aristy