Chicas buenas y cuarentones
Publicado: Mié, 19 Oct 2016 4:11
Resulta que un día pasé de tirar piedras
y jugar al tic-tac-to con la hermana menor
de un amigo de clases
a levantarme temprano y ponchar tarjeta.
Aquel niño con granos
que buscaba en revistas
el calor de sus manos,
se vió un día al espejo de saco y corbata,
y la vida cambió sin avisar.
Por correo comenzaron a llegar cartas
con muy poco amor y grandes cuentas:
Alquiler, utilidades, un coche de trasmano…
Las chicas de bien,
aquellas con carrera y trabajo,
un padre celoso, un hermano fumeco
y un perro con papeles que cabe en la cartera
se portan mal en las horas felices
de tequila y bathroom breaks,
y por una ventana
toman por asalto el baño de los chicos
para vestir de blanco una relación
que terminará con la sobriedad
de una inesperada visita al ginecólogo.
Los cuarentones, casi todos calvos,
casi todos divorciados, casi todos
en coches deportivos
con rubias de alquiler y recetarios,
exhiben orondos sus juguetes
a otros cuarentones también calvos,
divorciados, con coche y rubia y recetario.
El sueño de las chicas de bien
es encontrarse un cuarentón
que cansado de su rubia de alquiler
se lance a la aventura de otro divorcio.
El sueño de los cuarentones
es hacer de la rubia de alquiler
una chica de bien.
El sueño de mi madre
es verme casado con una chica de bien,
adoptarla como hija propia para envejecer
mimando a sus nietos.
Me imagino entonces yo de cuarentón,
calvo, divorciado, coche deportivo
con rubia de alquiler y recetario,
exhibiendo oriondo mis juguetes
a otros cuarentones, calvos, divorciados,
con coche y rubia y recetario.
Busco a la hermana menor
del amigo de clases para jugar al tic-tac-to
y lanzar piedras,
y encuentro, horrorizado, que tiene carrera, trabajo,
un hermano fumeco que fue mi amigo de clases,
y un perro con papeles que cabe en la cartera.
y jugar al tic-tac-to con la hermana menor
de un amigo de clases
a levantarme temprano y ponchar tarjeta.
Aquel niño con granos
que buscaba en revistas
el calor de sus manos,
se vió un día al espejo de saco y corbata,
y la vida cambió sin avisar.
Por correo comenzaron a llegar cartas
con muy poco amor y grandes cuentas:
Alquiler, utilidades, un coche de trasmano…
Las chicas de bien,
aquellas con carrera y trabajo,
un padre celoso, un hermano fumeco
y un perro con papeles que cabe en la cartera
se portan mal en las horas felices
de tequila y bathroom breaks,
y por una ventana
toman por asalto el baño de los chicos
para vestir de blanco una relación
que terminará con la sobriedad
de una inesperada visita al ginecólogo.
Los cuarentones, casi todos calvos,
casi todos divorciados, casi todos
en coches deportivos
con rubias de alquiler y recetarios,
exhiben orondos sus juguetes
a otros cuarentones también calvos,
divorciados, con coche y rubia y recetario.
El sueño de las chicas de bien
es encontrarse un cuarentón
que cansado de su rubia de alquiler
se lance a la aventura de otro divorcio.
El sueño de los cuarentones
es hacer de la rubia de alquiler
una chica de bien.
El sueño de mi madre
es verme casado con una chica de bien,
adoptarla como hija propia para envejecer
mimando a sus nietos.
Me imagino entonces yo de cuarentón,
calvo, divorciado, coche deportivo
con rubia de alquiler y recetario,
exhibiendo oriondo mis juguetes
a otros cuarentones, calvos, divorciados,
con coche y rubia y recetario.
Busco a la hermana menor
del amigo de clases para jugar al tic-tac-to
y lanzar piedras,
y encuentro, horrorizado, que tiene carrera, trabajo,
un hermano fumeco que fue mi amigo de clases,
y un perro con papeles que cabe en la cartera.