Tema de un amor inconcluso
Publicado: Sab, 15 Oct 2016 20:11
Vuelvo a comparecer, tú bien lo sabes
ante estos tus prejuicios abismales
que siembran las tinieblas de las cosas
en los matices grises de tus besos,
besos de luna, de incienso y cortisona,
mezclados con el trigo de tu pelo
y esa gota de engaño que transpira por la tarde
cuando los animales se sienten humanos
y los humanos no saben que lo son.
Ahí estás tú, te he comenzado,
te he presentido en el ensayo de mis sueños
como las alas temblorosas del deseo
en las arterias que cancelan tus temores.
Estas ahí como una noche en medio de la nada,
abriendo el horizonte de tus brazos
junto al arroyo donde acuden mis sentidos
a beber del rocío de tu cuerpo.
Busca la luz, sé fuego de las carnes que se aferran
a los murciélagos dormidos de tu mente
y al corazón apretujado entre tus dudas.
No podrás, por más que quieras combatir los pormenores
de esta historia empecinada en ser un cuento sin final.
No pretendamos ser la sombra de los necios
ni la perpetuidad de una razón que ya no sirve.
Eres etérea, como este tiempo que se aleja para siempre;
como el latido de una piel almidonada
o la justicia de la seducción perversa.
Pero si al menos, esas manos que capturan arrecifes,
y agobian rostros enterrados en la arena,
fueran palomas mensajeras que me abrieran
un paraíso entre los cantos de esperanza.
Si al menos Icaro no hubiera amado asi sus alas
o si mis traumas no te amaran con locura,
no te vendrías tan de golpe a mis recuerdos
como las olas que del mar son fugitivas.
Sube tus horas a esta soledad preñada
y dará a luz el vientre eterno de una madre
entre los gritos aterrados y sucintos
de este poema que se ahoga con tu ausencia.
- Javier
ante estos tus prejuicios abismales
que siembran las tinieblas de las cosas
en los matices grises de tus besos,
besos de luna, de incienso y cortisona,
mezclados con el trigo de tu pelo
y esa gota de engaño que transpira por la tarde
cuando los animales se sienten humanos
y los humanos no saben que lo son.
Ahí estás tú, te he comenzado,
te he presentido en el ensayo de mis sueños
como las alas temblorosas del deseo
en las arterias que cancelan tus temores.
Estas ahí como una noche en medio de la nada,
abriendo el horizonte de tus brazos
junto al arroyo donde acuden mis sentidos
a beber del rocío de tu cuerpo.
Busca la luz, sé fuego de las carnes que se aferran
a los murciélagos dormidos de tu mente
y al corazón apretujado entre tus dudas.
No podrás, por más que quieras combatir los pormenores
de esta historia empecinada en ser un cuento sin final.
No pretendamos ser la sombra de los necios
ni la perpetuidad de una razón que ya no sirve.
Eres etérea, como este tiempo que se aleja para siempre;
como el latido de una piel almidonada
o la justicia de la seducción perversa.
Pero si al menos, esas manos que capturan arrecifes,
y agobian rostros enterrados en la arena,
fueran palomas mensajeras que me abrieran
un paraíso entre los cantos de esperanza.
Si al menos Icaro no hubiera amado asi sus alas
o si mis traumas no te amaran con locura,
no te vendrías tan de golpe a mis recuerdos
como las olas que del mar son fugitivas.
Sube tus horas a esta soledad preñada
y dará a luz el vientre eterno de una madre
entre los gritos aterrados y sucintos
de este poema que se ahoga con tu ausencia.
- Javier