Editorial Alaire

Alejandro Costa escribió:Arrastra la suave brisa, la melancolía,
como ese malestar eterno de sentirse huérfano
y desesperar entre laureles,
estallar en la gruta del olvido
y no saber a ciencia cierta, quien soy,
de donde vengo, hacia donde iré.

Pero sí soy peregrino, viajante sin dirección,
caminante errante, de destierro a fuego,
soy como un duende sin cuento,
un mago sin varita
o cualquier capellán con una duda existencial.
Así, que adormecido,
aún soy capaz de borrar las legañas,
mientras espero, que a los océanos,
les quede una última ola
capaz de besar una orilla desangelada.

Navegaré por los mares del deseo,
por caminos de flores, frondosos y perfumados,
por senderos de fácil acceso,
llenos de hadas y caballos alados,
de enanos y princesas,
y rociaré la mente con lluvia de esperanza
y ojos de ilusión.

Y…
…volveré a despertar,
a los días sin horas,
las mañanas sin luz,
y esa suave brisa
a la que siempre acompaña la melancolía.Mientras tanto, rellenaré de luz
todos los rincones donde la soledad se esconda,
la guardaré como ese insecto desdeñable
que ninguno deseamos
y que alguna vez formó parte de nuestras vidas.
Ordenaré los arbustos de mi bosque particular,
y le pintaré alas a la melancolía,
para que convierta la triste lluvia de las tormentas
en una explosión de color y belleza,
donde el arcoíris sea el estandarte
y la sonrisa seña de felicidad.


Y seguiré andando pasos,
aunque no sepa a ciencia cierta,
quien soy, de donde vine,
hacia donde iré.

Alejandro Costa escribió:Arrastra la suave brisa, la melancolía,
como ese malestar eterno de sentirse huérfano
y desesperar entre laureles,
estallar en la gruta del olvido
y no saber a ciencia cierta, quien soy,
de donde vengo, hacia donde iré.

Pero sí soy peregrino, viajante sin dirección,
caminante errante, de destierro a fuego,
soy como un duende sin cuento,
un mago sin varita
o cualquier capellán con una duda existencial.
Así, que adormecido,
aún soy capaz de borrar las legañas,
mientras espero, que a los océanos,
les quede una última ola
capaz de besar una orilla desangelada.

Mientras tanto, rellenaré de luz
todos los rincones donde la soledad se esconda,
la guardaré como ese insecto desdeñable
que ninguno deseamos
y que alguna vez formó parte de nuestras vidas.
Ordenaré los arbustos de mi bosque particular,
y le pintaré alas a la melancolía,
para que convierta la triste lluvia de las tormentas
en una explosión de color y belleza,
donde el arcoíris sea el estandarte
y la sonrisa seña de felicidad.

Navegaré por los mares del deseo,
por caminos de flores, frondosos y perfumados,
por senderos de fácil acceso,
llenos de hadas y caballos alados,
de enanos y princesas,
y rociaré la mente con lluvia de esperanza
y ojos de ilusión.

Y…
…volveré a despertar,
a los días sin horas,
las mañanas sin luz,
y esa suave brisa
a la que siempre acompaña la melancolía.
Y seguiré andando pasos,
aunque no sepa a ciencia cierta,
quien soy, de donde vine,
hacia donde iré.

Pilar Morte escribió:Veo muchos interrogantes en este hermoso y reflexivo poema. Comparto tus versos y los he disfrutado
Abrazos
Pilar

Ramón Castro Méndez escribió:Me ha gustado mucho el poema, Alejandro. Esa búsqueda de la propia identidad, del lugar donde ubicarse... pero cualquier noche puede salir el sol.

Un abrazo y mi felicitación por tus hermosas letras.

Guillermo Cuesta escribió:Ese pintar las alas a la melancolía que bien suena. Hacer de tripas corazón no es sueño cualquiera.
Me gustó el poema, amigo.

un abrazo

E. R. Aristy escribió:

Alejandro Costa escribió:Arrastra la suave brisa, la melancolía,
como ese malestar eterno de sentirse huérfano
y desesperar entre laureles,
estallar en la gruta del olvido
y no saber a ciencia cierta, quien soy,
de donde vengo, hacia donde iré.

Pero sí soy peregrino, viajante sin dirección,
caminante errante, de destierro a fuego,
soy como un duende sin cuento,
un mago sin varita
o cualquier capellán con una duda existencial.
Así, que adormecido,
aún soy capaz de borrar las legañas,
mientras espero, que a los océanos,
les quede una última ola
capaz de besar una orilla desangelada.

Navegaré por los mares del deseo,
por caminos de flores, frondosos y perfumados,
por senderos de fácil acceso,
llenos de hadas y caballos alados,
de enanos y princesas,
y rociaré la mente con lluvia de esperanza
y ojos de ilusión.

Y…
…volveré a despertar,
a los días sin horas,
las mañanas sin luz,
y esa suave brisa
a la que siempre acompaña la melancolía.Mientras tanto, rellenaré de luz
todos los rincones donde la soledad se esconda,
la guardaré como ese insecto desdeñable
que ninguno deseamos
y que alguna vez formó parte de nuestras vidas.
Ordenaré los arbustos de mi bosque particular,
y le pintaré alas a la melancolía,
para que convierta la triste lluvia de las tormentas
en una explosión de color y belleza,
donde el arcoíris sea el estandarte
y la sonrisa seña de felicidad.


Y seguiré andando pasos,
aunque no sepa a ciencia cierta,
quien soy, de donde vine,
hacia donde iré.

Es un poema muy bello, Alejandro. Creo que estas incertidumbres son universal. Haces arte del dolor existencial transformándolo en belleza. Un placer leerte. ERA

Rafel Calle escribió:Hermoso trabajo de Alejandro.

Ramón Carballal escribió:Hermosos y profundos versos. Enhorabuena por el poema. Un abrazo.