Editorial Alaire

Cada vez que me enciendo la duda me emborracha
y voy a cuatro patas por la vida.
Me lleno de sufragios, de influencias, de chismes
y diretes, que asedian de soslayo
como si al tono le pusieran frente a frente
la máquina del tren por fuera de raíles.
No importa que a lo lejos revisen la velocidad y los atrancos.
Tampoco desmerece que hayan puesto
intensivo control en las ventanas
como si el sigilo fuera el más digno remedio.
No hacer caso al ruido intempestivo lleva
a rastras, de cualquier manera el usufructo
que por la mente anida.
Como si de un registro dudoso se tratara
temiendo la caída no hay acoplo.
La unión de las argollas me tuerce la deriva
aún más, sumiendo en la distancia todo el hierro
y desarmando mis esfuerzos.

Guillermo Cuesta escribió:Cada vez que me enciendo la duda me emborracha
y voy a cuatro patas por la vida.
Me lleno de sufragios, de influencias, de chismes
y diretes, que asedian de soslayo
como si al tono le pusieran frente a frente
la máquina del tren por fuera de raíles.
No importa que a lo lejos revisen la velocidad y los atrancos.
Tampoco desmerece que hayan puesto
intensivo control en las ventanas
como si el sigilo fuera el más digno remedio.
No hacer caso al ruido intempestivo lleva
a rastras, de cualquier manera el usufructo
que por la mente anida.
Como si de un registro dudoso se tratara
temiendo la caída no hay acoplo.
La unión de las argollas me tuerce la deriva
aún más, sumiendo en la distancia todo el hierro
y desarmando mis esfuerzos.

He notado ese choque de sentimientos, pero es tu tren.
Me ha gustado eso de que cuando te enciendes te emborrachas.
Y así, medio mareado a medio sentir, no importa nada, solo
se feliz.
Un abrazo, tus esfuerzos nunca serán en vano.-

"La unión de las argollas me tuerce la deriva", a veces las anclas no agarran y van haciendo surcos inútiles en la playa oculta que hay bajo el mar y el barco va dando tumbos por las olas con el viento como un tren loco. Enorme el poema. Gracias, Alejandro
Un abrazo

Muy buen poema, Guillermo. A veces, uno siente que pierde la perspectiva, que se le tuercen los renglones y empieza la deriva. Mi aplauso para esta hermosa propuesta.

Un fuerte abrazo.

Mirta Elena Tessio escribió:

Guillermo Cuesta escribió:Cada vez que me enciendo la duda me emborracha
y voy a cuatro patas por la vida.
Me lleno de sufragios, de influencias, de chismes
y diretes, que asedian de soslayo
como si al tono le pusieran frente a frente
la máquina del tren por fuera de raíles.
No importa que a lo lejos revisen la velocidad y los atrancos.
Tampoco desmerece que hayan puesto
intensivo control en las ventanas
como si el sigilo fuera el más digno remedio.
No hacer caso al ruido intempestivo lleva
a rastras, de cualquier manera el usufructo
que por la mente anida.
Como si de un registro dudoso se tratara
temiendo la caída no hay acoplo.
La unión de las argollas me tuerce la deriva
aún más, sumiendo en la distancia todo el hierro
y desarmando mis esfuerzos.

He notado ese choque de sentimientos, pero es tu tren.
Me ha gustado eso de que cuando te enciendes te emborrachas.
Y así, medio mareado a medio sentir, no importa nada, solo
se feliz.
Un abrazo, tus esfuerzos nunca serán en vano.-

Gracias, Mirta, portu presencia y alabanza. Es un honor que te haya gustado mi poema.

un abrazo, amiga.

A veces me pierdo entre los renglones de tus versos, pero siempre logro rescatar el efecto de reflexión que manifiestan tus poemas.
Un placer, Guillermo
Un abrazo

Guillermo Cuesta escribió:Cada vez que me enciendo la duda me emborracha
y voy a cuatro patas por la vida.
Me lleno de sufragios, de influencias, de chismes
y diretes, que asedian de soslayo
como si al tono le pusieran frente a frente
la máquina del tren por fuera de raíles.
No importa que a lo lejos revisen la velocidad y los atrancos.
Tampoco desmerece que hayan puesto
intensivo control en las ventanas
como si el sigilo fuera el más digno remedio.
No hacer caso al ruido intempestivo lleva
a rastras, de cualquier manera el usufructo
que por la mente anida.
Como si de un registro dudoso se tratara
temiendo la caída no hay acoplo.
La unión de las argollas me tuerce la deriva
aún más, sumiendo en la distancia todo el hierro
y desarmando mis esfuerzos.

Hace poco en Hoboken salió volando un tren por breve espacio antes de terminar destrozando el techo de la ultima sala de espera donde una joven madre perdió la vida, y cientos quedaron malheridos. El tren en vez de desacelerar, acelero al ir llegando a la ultima parada. Tu poema me recuerda en todas las formas a ese tren de emociones que a veces nos accidentan. Un placer leerte, Guillermo. ERA

Hermoso e interesante trabajo de Guillermo.

Un poema que enciende el choque entre opuestos. Muy bien reflejado en los versos.
Abrazos
Pilar

xaime oroza carballo escribió:"La unión de las argollas me tuerce la deriva", a veces las anclas no agarran y van haciendo surcos inútiles en la playa oculta que hay bajo el mar y el barco va dando tumbos por las olas con el viento como un tren loco. Enorme el poema. Gracias, Alejandro
Un abrazo

Gracias, xaime,portu amable visita y comentario

un abrazo

Sensible profundidad exponen tus bellos versos querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Ramón Castro Méndez escribió:Muy buen poema, Guillermo. A veces, uno siente que pierde la perspectiva, que se le tuercen los renglones y empieza la deriva. Mi aplauso para esta hermosa propuesta.

Un fuerte abrazo.

Gracias, Ramón, por tu amable visita y por tu aplauso.

un abrazo

Carmen Pla escribió:A veces me pierdo entre los renglones de tus versos, pero siempre logro rescatar el efecto de reflexión que manifiestan tus poemas.
Un placer, Guillermo
Un abrazo

Muchas gracias por tu dedicación y sinceridad. No trato ni de esconder ni de marear. Cada cual tiene sus formasy manías
Mealegra que vuelvas a la reflexión cuan do me lees y que te gusten mis poemas.

un abrazo

E. R. Aristy escribió:

Guillermo Cuesta escribió:Cada vez que me enciendo la duda me emborracha
y voy a cuatro patas por la vida.
Me lleno de sufragios, de influencias, de chismes
y diretes, que asedian de soslayo
como si al tono le pusieran frente a frente
la máquina del tren por fuera de raíles.
No importa que a lo lejos revisen la velocidad y los atrancos.
Tampoco desmerece que hayan puesto
intensivo control en las ventanas
como si el sigilo fuera el más digno remedio.
No hacer caso al ruido intempestivo lleva
a rastras, de cualquier manera el usufructo
que por la mente anida.
Como si de un registro dudoso se tratara
temiendo la caída no hay acoplo.
La unión de las argollas me tuerce la deriva
aún más, sumiendo en la distancia todo el hierro
y desarmando mis esfuerzos.

Hace poco en Hoboken salió volando un tren por breve espacio antes de terminar destrozando el techo de la ultima sala de espera donde una joven madre perdió la vida, y cientos quedaron malheridos. El tren en vez de desacelerar, acelero al ir llegando a la ultima parada. Tu poema me recuerda en todas las formas a ese tren de emociones que a veces nos accidentan. Un placer leerte, Guillermo. ERA

Gracais por tu amble comentario, amiga. Me alegraque te haya gustado mi referencia trenícola.

un abrazo