Entre esta esquina y la otra: los determinantes del silencio
Publicado: Mié, 28 Sep 2016 18:51
Resuenan gritos, entre nosotros, en la taberna:
"¡Levanta tú también, tabernero inútil!
Rellena nuestros jarros vacíos con la medida de hoy,
¡Antes de que se colme la medida de nuestras vidas!"
Omar Khayaam, Rubayat
Hay sueños que rompen una vida; cuando uno no sabe si crecer al miedo o, en la teórica de la razón, hacer lo que siente. Pero sabemos que detrás siempre están ellos, con una espesura tierna que nos hace impenetrables al desaliento. ¿Qué es lo que quiero ver, qué es lo que quiero sentir y escuchar? Han pasado familia, parejas, tiempos; países por mi piel. Presiento a la muerte sin temor, porque ella siempre acaba cediendo, no puede nada contra mí, ni contra ti: nunca será un determinante del silencio.
Han sucedido terremotos en mi casa y muertes muy dolorosas. Pero siempre veo palmeras frente a la ventana de mi escritorio, palmeras que se mueven con la gracia del papel. Les da igual por dónde venga el viento, sólo mueven sus manos; protegen mi casa hasta hacerla un impenetrable a los ojos de aquellos que no saben mirar. El secreto se protege a sí mismo.
Y dejarla en el silencio otro, porque hay muchos tipos de silencio. Mi perro está tumbado al caliente y recuerda los pasajes de Azorín que yo leo por las noches; los que hablan de mi tierra, de aquel sol espeso y de las gledas pobres que sólo amamantan esparto y olvido; le pregunto: África, ¿qué hago tan lejos?
Ella también me protege. Esta mañana escribía un poema sobre mi tierra, uno más sin sentido, recordaba las palabras de Miguel: "La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega" y ella miraba como diciéndome: no tengas cuidado, hay palabras que son los determinantes del silencio.
A.B.
"¡Levanta tú también, tabernero inútil!
Rellena nuestros jarros vacíos con la medida de hoy,
¡Antes de que se colme la medida de nuestras vidas!"
Omar Khayaam, Rubayat
Hay sueños que rompen una vida; cuando uno no sabe si crecer al miedo o, en la teórica de la razón, hacer lo que siente. Pero sabemos que detrás siempre están ellos, con una espesura tierna que nos hace impenetrables al desaliento. ¿Qué es lo que quiero ver, qué es lo que quiero sentir y escuchar? Han pasado familia, parejas, tiempos; países por mi piel. Presiento a la muerte sin temor, porque ella siempre acaba cediendo, no puede nada contra mí, ni contra ti: nunca será un determinante del silencio.
Han sucedido terremotos en mi casa y muertes muy dolorosas. Pero siempre veo palmeras frente a la ventana de mi escritorio, palmeras que se mueven con la gracia del papel. Les da igual por dónde venga el viento, sólo mueven sus manos; protegen mi casa hasta hacerla un impenetrable a los ojos de aquellos que no saben mirar. El secreto se protege a sí mismo.
Y dejarla en el silencio otro, porque hay muchos tipos de silencio. Mi perro está tumbado al caliente y recuerda los pasajes de Azorín que yo leo por las noches; los que hablan de mi tierra, de aquel sol espeso y de las gledas pobres que sólo amamantan esparto y olvido; le pregunto: África, ¿qué hago tan lejos?
Ella también me protege. Esta mañana escribía un poema sobre mi tierra, uno más sin sentido, recordaba las palabras de Miguel: "La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega" y ella miraba como diciéndome: no tengas cuidado, hay palabras que son los determinantes del silencio.
A.B.