PUT THE BLAME A flor de piel
Publicado: Dom, 11 Sep 2016 6:16
Dominical para Ana
A la postre, lo más excitante de nuestro cuerpo es la piel. Comprendiendo esta rúbrica todo lo que rodea a un organismo protegiéndolo del entorno hostil: ojos, boca, pelo, genitales y un vestido negro muy ajustado. De las personas, lo primero que vemos es su pellejo. El saldo ritual del beso es sólo una excusa para sentir el calor del límite. Antes de que hable la boca, es la piel lo que determina el acercamiento, por más que nos cubran unas ropas elegantes. La angustia se refleja en ella. La excitación enrojece la piel. Nos fijamos en la cara, en las manos. Es la superficie, sobre la que se va escribiendo nuestra vida, la que se mueve como el mar en sus olas y nos agrada o nos desagrada de inmediato. Los recuerdos son caricias: el primer beso de la madre, el frío del cuarto de hospital, el tío cabrón que te aprieta la nariz y te alza en volandas peligrando tu vida y sobre todo las caídas, que van dejando en ella cicatrices como versos que nos recuerdan por dónde estuvimos un día. Cuando te levantas lo primero que ves es en el baño es un conjunto de membranas que te indican a las claras cómo vas a sentirte. Expresa lo de dentro y lo de fuera, y creo que gran parte de nuestra inteligencia reside en ella. Lo demás es un puro sostén.
Todo esto Ana, es para decirte que me estaba acordando de aquella noche cuando recreabas la escena de Gilda, en Tordesillas, como reyes. Todo coincidía: estabas preñada de pelirroja, llevabas un largo vestido negro, un sostén a juego. Yo, para no desentonar, puse una cara Glenn Ford de cabreado; cosa que ya sabes, no me cuesta mucho. Éramos sólo piel. Tu falda cayendo por los muslos hacía el aliento de la madrugada. Claro, esto no se puede olvidar nunca; era la primera vez que follábamos. A veces me preguntas por cosas que apenas ya consigo recordar pero siempre, por qué te miro tanto. Te lo voy a contar hoy.
Cuando te conocí me llamó la atención un pliegue que tu boca hace cuando estás apasionada. Es curioso cómo evoluciona con el tiempo y te embellece; pero sobre todo, me permite interpretar exactamente qué grado de ternura tienes ese día. Porque el amor, lo queramos o no, siempre está a flor de piel.
a.b.
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A la postre, lo más excitante de nuestro cuerpo es la piel. Comprendiendo esta rúbrica todo lo que rodea a un organismo protegiéndolo del entorno hostil: ojos, boca, pelo, genitales y un vestido negro muy ajustado. De las personas, lo primero que vemos es su pellejo. El saldo ritual del beso es sólo una excusa para sentir el calor del límite. Antes de que hable la boca, es la piel lo que determina el acercamiento, por más que nos cubran unas ropas elegantes. La angustia se refleja en ella. La excitación enrojece la piel. Nos fijamos en la cara, en las manos. Es la superficie, sobre la que se va escribiendo nuestra vida, la que se mueve como el mar en sus olas y nos agrada o nos desagrada de inmediato. Los recuerdos son caricias: el primer beso de la madre, el frío del cuarto de hospital, el tío cabrón que te aprieta la nariz y te alza en volandas peligrando tu vida y sobre todo las caídas, que van dejando en ella cicatrices como versos que nos recuerdan por dónde estuvimos un día. Cuando te levantas lo primero que ves es en el baño es un conjunto de membranas que te indican a las claras cómo vas a sentirte. Expresa lo de dentro y lo de fuera, y creo que gran parte de nuestra inteligencia reside en ella. Lo demás es un puro sostén.
Todo esto Ana, es para decirte que me estaba acordando de aquella noche cuando recreabas la escena de Gilda, en Tordesillas, como reyes. Todo coincidía: estabas preñada de pelirroja, llevabas un largo vestido negro, un sostén a juego. Yo, para no desentonar, puse una cara Glenn Ford de cabreado; cosa que ya sabes, no me cuesta mucho. Éramos sólo piel. Tu falda cayendo por los muslos hacía el aliento de la madrugada. Claro, esto no se puede olvidar nunca; era la primera vez que follábamos. A veces me preguntas por cosas que apenas ya consigo recordar pero siempre, por qué te miro tanto. Te lo voy a contar hoy.
Cuando te conocí me llamó la atención un pliegue que tu boca hace cuando estás apasionada. Es curioso cómo evoluciona con el tiempo y te embellece; pero sobre todo, me permite interpretar exactamente qué grado de ternura tienes ese día. Porque el amor, lo queramos o no, siempre está a flor de piel.
a.b.
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