Editorial Alaire

Ni siquiera el tiempo puede
remontar las hieles del olvido,
donde la memoria es mirada silenciada,
y el silencio sombra impenetrable.

Mientras la ciudad duerme ajena
a su propio vesánico e inmortal sueño,
ignorante a la traición de sus murallas,
la luna, desnuda de sus formas,
alabea sobre la lentitud dormida de las aguas
que ceden, susurrantes, al melódico impulso de la brisa.

Mi nombre se ha perdido,
talado por su pie, desmembrado de sus sílabas,
en esta habitación insomne,
donde mora la sombra que yo era,
el espejo en que no debo mirarme.

Porque quien aguarda la muerte,
no aguarda sino su destino.

Escalofriante final para un gran poema, Ramón.

Va creciendo la tensión hasta que se resuelve con éxito en los dos versos últimos.

Enhorabuena
Un fuerte abrazo
Ana

ESCRIBES MUY BELLO, AMIGO
UN ABRAZO

Ana Muela Sopeña escribió:Escalofriante final para un gran poema, Ramón.

Va creciendo la tensión hasta que se resuelve con éxito en los dos versos últimos.

Enhorabuena
Un fuerte abrazo
Ana

Muchas gracias, Ana, por tu visita y por tus siempre atentos y generosos comentarios.
Un afectuoso abrazo.

enrique garcia escribió:ESCRIBES MUY BELLO, AMIGO
UN ABRAZO

Muchas gracias, Enrique, por tu amabilidad.
Un abrazo, amigo.

Muy bello poema de Ramón.

"... Porque quien aguarda la muerte,
no aguarda sino su destino..."


Magnifico final que guarda, en él, toda la razón de la vida... pero del qque me desmarco de momento, .
Yo, vividora, amante de la vida sin fin, peco precisamente de no querer aceptar que habrá de llegar.
Que tarde por favor.

Saludos mediterráneos.

Qué certero final para un poema hermoso. Me gustó leerte.
Besos
Pilar

Rafel Calle escribió:Muy bello poema de Ramón.

Muchas gracias por tu paso, Rafel, amén de por tu apreciado comentario.

Abrazos.

Concha Vidal escribió:"... Porque quien aguarda la muerte,
no aguarda sino su destino..."


Magnifico final que guarda, en él, toda la razón de la vida... pero del qque me desmarco de momento, .
Yo, vividora, amante de la vida sin fin, peco precisamente de no querer aceptar que habrá de llegar.
Que tarde por favor.

Saludos mediterráneos.

Gracias por tu paso, amiga Concha, y por dejarme tu atento comentario. Y sí, la vida es un regalo, aunque hay también quien la ve como una condena. Me alegra que tú estés con los primeros. ¡Qué la vida siga regalándote más vida!

Un afectuoso abrazo.

Pilar Morte escribió:Qué certero final para un poema hermoso. Me gustó leerte.
Besos
Pilar

Muchas gracias, Pilar, por asomarte siempre a mis letras y dejarme tu apreciado comentario.

Besos.

Ramón Castro Méndez escribió:
Ni siquiera el tiempo puede
remontar las hieles del olvido,
donde la memoria es mirada silenciada,
y el silencio sombra impenetrable.

Mientras la ciudad duerme ajena
a su propio vesánico e inmortal sueño,
ignorante a la traición de sus murallas,
la luna, desnuda de sus formas,
alabea sobre la lentitud dormida de las aguas
que ceden, susurrantes, al melódico impulso de la brisa.

Mi nombre se ha perdido,
talado por su pie, desmembrado de sus sílabas,
en esta habitación insomne,
donde mora la sombra que yo era,
el espejo en que no debo mirarme.

Porque quien aguarda la muerte,
no aguarda sino su destino.

Un lírico poema lleno de metáforica misión para darse a conocer antes de entregarse a ese último destino irremediable.

un abrazo

Guillermo Cuesta escribió:

Ramón Castro Méndez escribió:
Ni siquiera el tiempo puede
remontar las hieles del olvido,
donde la memoria es mirada silenciada,
y el silencio sombra impenetrable.

Mientras la ciudad duerme ajena
a su propio vesánico e inmortal sueño,
ignorante a la traición de sus murallas,
la luna, desnuda de sus formas,
alabea sobre la lentitud dormida de las aguas
que ceden, susurrantes, al melódico impulso de la brisa.

Mi nombre se ha perdido,
talado por su pie, desmembrado de sus sílabas,
en esta habitación insomne,
donde mora la sombra que yo era,
el espejo en que no debo mirarme.

Porque quien aguarda la muerte,
no aguarda sino su destino.

Un lírico poema lleno de metáforica misión para darse a conocer antes de entregarse a ese último destino irremediable.

un abrazo

Muy agradecido, Guillermo, por tu lectura y apreciado comentario.
Un abrazo.