El niño Rojas
Publicado: Mar, 16 Ago 2016 17:33
Hijo del vértigo y el movimiento
te has quedado quieto
en la sombra insepulta de Lebu.
Siete velas derribaron tu boca,
sin embargo la voz
que es capitana del viento
continúa navegando sobre
la espuma azul de la tierra.
No has dejado este nido,
Hombre-niebla que baja
por las arterias de Arauco
como pájaro que busca agua
en las flores marchitas.
Has dejado un verso largo
como un riel que corre al silencio,
hasta el pedregal de tu infancia corre
y vibra sobre los braseros
que encienden tu corazón inquieto,
mientras borras a pedradas el sol
que se mira en el río vanidoso sin espejo.
El muelle construyó tu esqueleto,
las gaviotas te enseñaron a hablar,
la arena te mostró el olvido
y las olas te enseñaron a renacer.
Eras el niño Rojas.
De la lluvia nacido
y forjado en el mineral de la tierra,
oyente del camino, de las estrellas,
de la mujer y el carbón.
Corrías muelle arriba a descifrar el sol,
a contar los dientes de la noche,
con miles de orejas oías
las voces de los que te llamábamos,
te nombrábamos de miles de formas,
te decíamos niño, te decíamos ocho,
también susurraban padre.
Sin saber Niño-pájaro
que en este vuelo inmenso
encontrarías agua en las flores secas.
te has quedado quieto
en la sombra insepulta de Lebu.
Siete velas derribaron tu boca,
sin embargo la voz
que es capitana del viento
continúa navegando sobre
la espuma azul de la tierra.
No has dejado este nido,
Hombre-niebla que baja
por las arterias de Arauco
como pájaro que busca agua
en las flores marchitas.
Has dejado un verso largo
como un riel que corre al silencio,
hasta el pedregal de tu infancia corre
y vibra sobre los braseros
que encienden tu corazón inquieto,
mientras borras a pedradas el sol
que se mira en el río vanidoso sin espejo.
El muelle construyó tu esqueleto,
las gaviotas te enseñaron a hablar,
la arena te mostró el olvido
y las olas te enseñaron a renacer.
Eras el niño Rojas.
De la lluvia nacido
y forjado en el mineral de la tierra,
oyente del camino, de las estrellas,
de la mujer y el carbón.
Corrías muelle arriba a descifrar el sol,
a contar los dientes de la noche,
con miles de orejas oías
las voces de los que te llamábamos,
te nombrábamos de miles de formas,
te decíamos niño, te decíamos ocho,
también susurraban padre.
Sin saber Niño-pájaro
que en este vuelo inmenso
encontrarías agua en las flores secas.