Editorial Alaire

Enjuagar lágrimas en el mar
es difícil, yo aprendo día a día,
hago bocetos de mis lágrimas
y las transmuto en espuma,
las seco y las extiendo, sostenidas
en mi propio Ponto,
porque la vida -se sabe- densamente húmeda,
y el sol hace sal cualquier cosa que ilumina.

Enjuagar lágrimas en el mar es un oficio
muy duro, cargado de nostalgia,
construir un edificio muy sólido, lleno
de quimeras, sobre frágiles puentes
que la melancolía azota,
una herida sin sangre que no cicatriza
en la que se reescribe la muerte,
porque las horas , los días,
también matan pausadamente.

Mientras, enjuago una a una mis lágrimas,
y las seco y las extiendo, y la alquimia
las convierte mansamente en espuma,
me recreo y miro
tu piel desnuda sobre el sereno piélago,
y me parece que te escucho todavía,
eres émulo vencedor de la memoria
y en su derrota vencida, la muerte
yace a mis pies, caída,
como una palabra inerte.

Hermoso, doloroso, de nuevo hermoso y valiente. He leído los anteriores, el homenaje y el recuerdo encumbran el espacio.

Abrazo grande, querida poeta.