Editorial Alaire

Golpea con fuerza de tormenta estelar,
mariposa de hierro,
atormenta la paz meliflua de los sacramentos.
Nada debe quedar de lo aprendido,
ni siquiera las voraces lenguas,
ni las voces ancestrales que grabaron
en el cuévano uterino de mis antepasados.
Escupe, mariposa de hierro,
haz sangrar mis vanidades.
No deben preocuparte los gemidos del mar,
las insistencias de la muerte
que llaman desde el lúbrico horizonte.
Dame, otórgame ese don de la piel tersa
cuando la maza lame su herida superficie.
Mariposa de hierro.
Mi amor. Mi muerte congelada
en una copa inane de fuego.

Gran poema, Roberto, de una expresividad que, a veces, estremece. Me ha encantado.
Un abrazo.

Nada debe quedar de lo aprendido,
ni siquiera las voraces lenguas,
ni las voces ancestrales que grabaron
en el cuévano uterino de mis antepasados.

Sí, quizás tendríamos que empezar todo de nuevo. Lo que queda de lo que fuimos (aunque la historia del hombre es una vergüenza, casi desde el inicio de Homo sapiens) es ya decadencia y pura hipocresía.

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Un abrazo.

has convertido tu poema en una fragua de lirismo y de toque en toque la mariposa se fue haciendo persistente y fuerte.

Me encantó la figuración tan al calor del fuego.

un abrazo

Excelente, Roberto. Todo resulta importante en estos versos y bello y más que brillante.

Aplausos en primera fila.

Profundo y clamoroso el transitar de tus versos querido amigo... conmueve leerte...
Te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Intenso profundo mensaje llega de tus versos Roberto. Me gustaron y disfruté leyendo

saludos

rafael

Me ha encantado el poema, amigo Roberto. Recibe mis abrazos sinceros.

Cuanta emoción en estos versos querido amigo. Las imágenes se fijan a las retinas, van arañando la conciencia, sus alas metélicas, llenas de fuerza, se expanden en la memoria del mundo. Enormemente fuerte y terriblemente delicada, parece revolotear, como una verdad pura, que pudiera atravesar la linea de la muerte y de la vida.
Tus poemas siempre son pura inspiración y una catarata artística. Es un placer leerte Roberto.
Abrazos

Roberto López escribió:Golpea con fuerza de tormenta estelar,
mariposa de hierro,
atormenta la paz meliflua de los sacramentos.
Nada debe quedar de lo aprendido,
ni siquiera las voraces lenguas,
ni las voces ancestrales que grabaron
en el cuévano uterino de mis antepasados.
Escupe, mariposa de hierro,
haz sangrar mis vanidades.
No deben preocuparte los gemidos del mar,
las insistencias de la muerte
que llaman desde el lúbrico horizonte.
Dame, otórgame ese don de la piel tersa
cuando la maza lame su herida superficie.
Mariposa de hierro.
Mi amor. Mi muerte congelada
en una copa inane de fuego.

Esa es la copa de Dios, aun para quienes no conciban que la esencia del SER y su unicidad es preservada y recreada. Esplendorosas imágenes, Roberto. Un abrazo, ERA

Ramón Castro Méndez escribió:Gran poema, Roberto, de una expresividad que, a veces, estremece. Me ha encantado.
Un abrazo.

Me alegra saberlo, Ramón. Gracias por tu apoyo.

J. J. M. Ferreiro escribió:Nada debe quedar de lo aprendido,
ni siquiera las voraces lenguas,
ni las voces ancestrales que grabaron
en el cuévano uterino de mis antepasados.

Sí, quizás tendríamos que empezar todo de nuevo. Lo que queda de lo que fuimos (aunque la historia del hombre es una vergüenza, casi desde el inicio de Homo sapiens) es ya decadencia y pura hipocresía.

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Un abrazo.

Cansados de tanta búsqueda, aspiramos a un soplo de virginidad en nuestra vida, en nuestros paisajes.
Un abrazo, compañero.

Roberto López escribió:Golpea con fuerza de tormenta estelar,
mariposa de hierro,
atormenta la paz meliflua de los sacramentos.
Nada debe quedar de lo aprendido,
ni siquiera las voraces lenguas,
ni las voces ancestrales que grabaron
en el cuévano uterino de mis antepasados.
Escupe, mariposa de hierro,
haz sangrar mis vanidades.
No deben preocuparte los gemidos del mar,
las insistencias de la muerte
que llaman desde el lúbrico horizonte.
Dame, otórgame ese don de la piel tersa
cuando la maza lame su herida superficie.
Mariposa de hierro.
Mi amor. Mi muerte congelada
en una copa inane de fuego.

Fascinante, los pensamientos de un "paraíso", viven destructivos en el corazón del hombre.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo, Roberto

Como si fuera una oración cosmogónica en la voz de un demiurgo, tu poema conmueve por su fuerza y su belleza.
Cordialmente

Guillermo Cuesta escribió:has convertido tu poema en una fragua de lirismo y de toque en toque la mariposa se fue haciendo persistente y fuerte.

Me encantó la figuración tan al calor del fuego.

un abrazo

Gracias, amigo, aunque -corrigiéndote cariñosamente- el calor lo ponéis vosotros con vuestro afecto.
Saludos.