Tormenta de verano
Publicado: Mar, 12 Jul 2016 11:14
Venía el agua de la vejiga opaca de la noche. El aire sonreía a través de la húmeda hojarasca y el bosque respiraba libertad. Me resarcía
de tanta brusquedad y acaloramiento. El sol estaba en el lado oculto convertido en sombra y en defensa. El panorama era de descanso
alternativo y de penumbra sosegada. Las estrellas rendían lumínico holocausto a la distancia y entre ellas y las nubes años luz que deslumbraba más cercano cada vez que cada rayo remarcaba el ámbito neutral de la tormenta. Por el suelo, a la altura sumisa de mis pies, esquejes de agua fresca iban rodando a la deriva por la vereda abajo en busca del ángulo abisal y sus raíces.
El espacio superior vestido de tronanza sale huyendo de las formas y remarca los árboles de fuego anclados al revés. Ya no queda títere
con alas sin tapar sus entresijos. El ambiente ha quedado resumido y la ancha oscuridad en retroceso admite los reflejos de la luna, hasta
que pongan el grillo y la chicharra, sin reserva y sin tapujos, el engranado roce de sus alegóricas orgías.
Vuelve todo a su ser a las tres de la mañana. Ha bajado cuatro puntos exactos el nivel de la temperatura. Así que acuesto mi sueño y mi
cansancio y doy por terminada la jornada de ayer. La de mañana que ya ha empezado hoy me sirva de premisa y protocolo, no vaya a
ocurrir que se peguen las sábanas al despertador y dejen de funcionar los relojes como lo hacían ayer y mucho antes.
de tanta brusquedad y acaloramiento. El sol estaba en el lado oculto convertido en sombra y en defensa. El panorama era de descanso
alternativo y de penumbra sosegada. Las estrellas rendían lumínico holocausto a la distancia y entre ellas y las nubes años luz que deslumbraba más cercano cada vez que cada rayo remarcaba el ámbito neutral de la tormenta. Por el suelo, a la altura sumisa de mis pies, esquejes de agua fresca iban rodando a la deriva por la vereda abajo en busca del ángulo abisal y sus raíces.
El espacio superior vestido de tronanza sale huyendo de las formas y remarca los árboles de fuego anclados al revés. Ya no queda títere
con alas sin tapar sus entresijos. El ambiente ha quedado resumido y la ancha oscuridad en retroceso admite los reflejos de la luna, hasta
que pongan el grillo y la chicharra, sin reserva y sin tapujos, el engranado roce de sus alegóricas orgías.
Vuelve todo a su ser a las tres de la mañana. Ha bajado cuatro puntos exactos el nivel de la temperatura. Así que acuesto mi sueño y mi
cansancio y doy por terminada la jornada de ayer. La de mañana que ya ha empezado hoy me sirva de premisa y protocolo, no vaya a
ocurrir que se peguen las sábanas al despertador y dejen de funcionar los relojes como lo hacían ayer y mucho antes.