Editorial Alaire

Como surco sobre la yerma tierra,
me atrevo a soñarte
arañando con mi voz las notas del silencio,
vuelta la espalda hacia el olvido,
y el corazón abierto al mar
para dolerme de cada herida tuya.
Y miro al mar
a través de tus ojos ausentes,
y no lo veo
sino en su confusión de inmensidad,
sumido en la nostalgia de su propio eco
cuando ya el sol desanda el horizonte,
pues la noche se cierra a los caminos
donde de vagar hace premura el viento.
Mas, aún, puedo ver el mar
a la ciega luz de mi memoria,
en la cercanía de la playa,
en sus arenas fatigadas,
enrocándome en cada intervalo de ola...
y su rumor es un llanto que no cesa.
Hirviente batahola
que, en su belleza, evoca eternidad;
la eternidad de aquél
que, siendo oceánica gnosis,
epítome de azules ecos,
fue nudo propietario de esa heredad
del tiempo que es la tierra.

La tierra junto al amar y a al lado de la mar la tierra
para que el conjunto acomode y pueda el tacto y el contacto
de la vida que es la inmensidad de nuestra propia circunstancia.

un abrazo

Guillermo Cuesta escribió:La tierra junto al amar y a al lado de la mar la tierra
para que el conjunto acomode y pueda el tacto y el contacto
de la vida que es la inmensidad de nuestra propia circunstancia.

un abrazo

Muy agradecido, Guillermo, por tu paso y apreciado comentario.
Un abrazo.

Miras el mar, desde el amor y la vida, con imágenes hermosas y sugerentes. Un placer leerte
Besos
Pilar

Elegancia y suavidad en tus versos, Ramón.

Has logrado un poema bello donde el mar y los sentimientos lo envuelven todo.

Felicitaciones por estos versos
Un fuerte abrazo desde la poesía
Ana

Ramón Castro Méndez escribió:
Como surco sobre la yerma tierra,
me atrevo a soñarte
arañando con mi voz las notas del silencio,
vuelta la espalda hacia el olvido,
y el corazón abierto al mar
para dolerme de cada herida tuya.
Y miro al mar
a través de tus ojos ausentes,
y no lo veo
sino en su confusión de inmensidad,
sumido en la nostalgia de su propio eco
cuando ya el sol desanda el horizonte,
pues la noche se cierra a los caminos
donde de vagar hace premura el viento.
Mas, aún, puedo ver el mar
a la ciega luz de mi memoria,
en la cercanía de la playa,
en sus arenas fatigadas,
enrocándome en cada intervalo de ola...
y su rumor es un llanto que no cesa.
Hirviente batahola
que, en su belleza, evoca eternidad;
la eternidad de aquél
que, siendo oceánica gnosis,
epítome de azules ecos,
fue nudo propietario de esa heredad
del tiempo que es la tierra.

Oh! En que forma nos arropas en estas fantásticas descripciones. Un poema de un conocimiento muy especial. Me recuerda los primeros versos de Genesis. Un fuerte abrazo, Ramon. ERA

Me ha gustado mucho el poema, amigo Ramón. Recibe mis abrazos sinceros y felicitaciones.

Pilar Morte escribió:Miras el mar, desde el amor y la vida, con imágenes hermosas y sugerentes. Un placer leerte
Besos
Pilar

Muchas gracias, Pilar, por dejar tu huella en mis letras.
Besos.

Ana Muela Sopeña escribió:Elegancia y suavidad en tus versos, Ramón.

Has logrado un poema bello donde el mar y los sentimientos lo envuelven todo.

Felicitaciones por estos versos
Un fuerte abrazo desde la poesía
Ana

Muy agradecido, Ana, por tu presencia y apreciado comentario.
Abrazos.

E. R. Aristy escribió:

Ramón Castro Méndez escribió:
Como surco sobre la yerma tierra,
me atrevo a soñarte
arañando con mi voz las notas del silencio,
vuelta la espalda hacia el olvido,
y el corazón abierto al mar
para dolerme de cada herida tuya.
Y miro al mar
a través de tus ojos ausentes,
y no lo veo
sino en su confusión de inmensidad,
sumido en la nostalgia de su propio eco
cuando ya el sol desanda el horizonte,
pues la noche se cierra a los caminos
donde de vagar hace premura el viento.
Mas, aún, puedo ver el mar
a la ciega luz de mi memoria,
en la cercanía de la playa,
en sus arenas fatigadas,
enrocándome en cada intervalo de ola...
y su rumor es un llanto que no cesa.
Hirviente batahola
que, en su belleza, evoca eternidad;
la eternidad de aquél
que, siendo oceánica gnosis,
epítome de azules ecos,
fue nudo propietario de esa heredad
del tiempo que es la tierra.

Oh! En que forma nos arropas en estas fantásticas descripciones. Un poema de un conocimiento muy especial. Me recuerda los primeros versos de Genesis. Un fuerte abrazo, Ramon. ERA

Muchas gracias, E.R.A., por tu presencia y atentas palabras.
Un abrazo.

Marius Gabureanu escribió:Me ha gustado mucho el poema, amigo Ramón. Recibe mis abrazos sinceros y felicitaciones.

Muchas gracias, Marius, celebro que te hayan gustado mis letras.
Un abrazo, amigo.

Bello, profundo, reflexivo... hermosa la mirada que nos compartes querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Guillermo Cuesta escribió:La tierra junto al amar y a al lado de la mar la tierra
para que el conjunto acomode y pueda el tacto y el contacto
de la vida que es la inmensidad de nuestra propia circunstancia.

un abrazo

Muchas gracias, amigo Guillermo, por dejarme siempre tu apreciado comentario.
Un abrazo.

Lunamar Solano escribió:Bello, profundo, reflexivo... hermosa la mirada que nos compartes querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Muy agradecido, Nancy, por tus amables y generosas palabras.
Un abrazo.

Realmente bello Ramón. El mar como inicio, como fin mismo, como reflejo de la vida, como cántaro donde se vierte la memoria. Mirar al mar es quizás verse a uno mismo, en el silencio, en el palpitar de la ola, en el firmamento, que no es infinito, como solemos decir, sino que es un lugar donde el mundo pone su última palabra.
Un abrazo, un placer venir