Nadando en lo profundo
Publicado: Lun, 04 Jul 2016 17:29
NADANDO EN LO PROFUNDO
Algunas noches cuando miro atrás
y siento que me llama una voz en lo olvidado,
me voy al río, solo, a nadar en lo profundo.
El que no me conozca pensará
que soy un hombre insólito,
un hombre que parece no tener
miedo a nada (ni al frío, ni a la noche,
ni a la insondable y negra
profundidad del río).
Si supieran de mí no pensarían
que soy un hombre que no tiene
miedo a nada.
(Hace ya un tiempo que me ronda
el rostro de un muchacho.
De pequeño
ese rostro tenía nombre, andaba conmigo,
jugábamos, nos dábamos la mano.
Un día, en el río, unos chicos nos rodearon.
Aquello comenzó como una broma; después
vinieron los insultos, las amenazas y los golpes.
Cosas de niños.
Todo se inició así,
primero fue a mi amigo;
mientras lo golpeaban
se cubría la cara con las manos.
Enseguida llegó la sangre, el vómito
y se quebró la paz de aquella tarde.
Cerré los ojos,
y eché a correr detrás del miedo
para escapar del llanto de un amigo
que gritaba mi nombre a mis espaldas).
Desde entonces,
cuando miro atrás, cuando oigo llorar,
cuando escucho pedir o siento
la soledad de un pájaro en un nido,
me voy al río, solo, por la noche, a nadar
en lo profundo.
Porque el río ahuyenta
sombras que me persiguen, calla voces
de amigos que me llaman
y enjuaga el vómito y las lágrimas
de un rostro que me sangra.
El que no me conozca pensará
que soy un hombre insólito,
un hombre que parece no tener
miedo a nada (tal vez
porque me ven nadar de noche, solo
y en la profundidad del río).
Era un niño, lo sé.
Y sé que ustedes lo comprenden.
Pero eso no me hará olvidar el rostro
ni los gritos de aquel amigo.
--oOo--
Algunas noches cuando miro atrás
y siento que me llama una voz en lo olvidado,
me voy al río, solo, a nadar en lo profundo.
El que no me conozca pensará
que soy un hombre insólito,
un hombre que parece no tener
miedo a nada (ni al frío, ni a la noche,
ni a la insondable y negra
profundidad del río).
Si supieran de mí no pensarían
que soy un hombre que no tiene
miedo a nada.
(Hace ya un tiempo que me ronda
el rostro de un muchacho.
De pequeño
ese rostro tenía nombre, andaba conmigo,
jugábamos, nos dábamos la mano.
Un día, en el río, unos chicos nos rodearon.
Aquello comenzó como una broma; después
vinieron los insultos, las amenazas y los golpes.
Cosas de niños.
Todo se inició así,
primero fue a mi amigo;
mientras lo golpeaban
se cubría la cara con las manos.
Enseguida llegó la sangre, el vómito
y se quebró la paz de aquella tarde.
Cerré los ojos,
y eché a correr detrás del miedo
para escapar del llanto de un amigo
que gritaba mi nombre a mis espaldas).
Desde entonces,
cuando miro atrás, cuando oigo llorar,
cuando escucho pedir o siento
la soledad de un pájaro en un nido,
me voy al río, solo, por la noche, a nadar
en lo profundo.
Porque el río ahuyenta
sombras que me persiguen, calla voces
de amigos que me llaman
y enjuaga el vómito y las lágrimas
de un rostro que me sangra.
El que no me conozca pensará
que soy un hombre insólito,
un hombre que parece no tener
miedo a nada (tal vez
porque me ven nadar de noche, solo
y en la profundidad del río).
Era un niño, lo sé.
Y sé que ustedes lo comprenden.
Pero eso no me hará olvidar el rostro
ni los gritos de aquel amigo.
--oOo--