Editorial Alaire

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti abnegado,
como un niño que tratara de ocultar una travesura,
mientras balbucea una tímida disculpa
e intenta contener las incipientes lágrimas.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti avergonzado,
con las manos vacías, obscenamente incorpóreo,
cual sombra mutilada.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti taciturno,
lacónico en la palabra y en el gesto,
sin promesas.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti lisonjeramente implorante,
ridículamente obsequioso,
enjalbegado, cual pared, mi rostro.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti trémulo
cual llama agitada por un suspiro.
Una marioneta sin cuerdas.
Mendigo de razones.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti desmedrado en mi orgullo,
huérfano de un manes que purifique mi alma,
dejado de la mano por mi musa.

El poema se crece hasta ese hermoso final; me gustan mucho esas últimas imágenes del hombre valeroso, la introspección meticulosa, el trago fuerte de entregarse despojado y fiel.

Abrazos y felicidad, estimado poeta.

Esa oferta que se esconde a cada paso que da el poema por tus adentros indiscretos
llega concentrado y dispuesto a que la musa, esa que dices que se ha ido, se hace cargo
de tus internos pesares y regenta tu intención cauta de reconocerlo.

un abrazo

La inspiración siempre busca un encuentro con la palabra, y conseguiste reinventar a la musa.
Un placer leerte, Ramón
Abrazos

Hallie Hernández Alfaro escribió:El poema se crece hasta ese hermoso final; me gustan mucho esas últimas imágenes del hombre valeroso, la introspección meticulosa, el trago fuerte de entregarse despojado y fiel.

Abrazos y felicidad, estimado poeta.

Muy agradecido, Hallie, por tu amable y apreciado comentario.
Abrazos.

Guillermo Cuesta escribió:Esa oferta que se esconde a cada paso que da el poema por tus adentros indiscretos
llega concentrado y dispuesto a que la musa, esa que dices que se ha ido, se hace cargo
de tus internos pesares y regenta tu intención cauta de reconocerlo.

un abrazo

Muchas gracias, Guillero, un placer siempre contar con tu presencia y comentario.
Un fuerte abrazo.

Carmen Pla escribió:La inspiración siempre busca un encuentro con la palabra, y conseguiste reinventar a la musa.
Un placer leerte, Ramón
Abrazos

Amiga Carmen, muchas gracias por pasarte y por tu generoso comentario.
Un fuerte abrazo.

Ramón Castro Méndez escribió:Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti abnegado,
como un niño que tratara de ocultar una travesura,
mientras balbucea una tímida disculpa
e intenta contener las incipientes lágrimas.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti avergonzado,
con las manos vacías, obscenamente incorpóreo,
cual sombra mutilada.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti taciturno,
lacónico en la palabra y en el gesto,
sin promesas.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti lisonjeramente implorante,
ridículamente obsequioso,
enjalbegado, cual pared, mi rostro.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti trémulo
cual llama agitada por un suspiro.
Una marioneta sin cuerdas.
Mendigo de razones.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti desmedrado en mi orgullo,
huérfano de un manes que purifique mi alma,
dejado de la mano por mi musa.

Una hermosa entrega, la entrega incondicional. La musa te lleva volando en sus alas! Abrazos ERA

E. R. Aristy escribió:

Ramón Castro Méndez escribió:Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti abnegado,
como un niño que tratara de ocultar una travesura,
mientras balbucea una tímida disculpa
e intenta contener las incipientes lágrimas.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti avergonzado,
con las manos vacías, obscenamente incorpóreo,
cual sombra mutilada.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti taciturno,
lacónico en la palabra y en el gesto,
sin promesas.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti lisonjeramente implorante,
ridículamente obsequioso,
enjalbegado, cual pared, mi rostro.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti trémulo
cual llama agitada por un suspiro.
Una marioneta sin cuerdas.
Mendigo de razones.

Hoy, que nada tengo que ofrecerte,
me presento ante ti desmedrado en mi orgullo,
huérfano de un manes que purifique mi alma,
dejado de la mano por mi musa.

Una hermosa entrega, la entrega incondicional. La musa te lleva volando en sus alas! Abrazos ERA

Muchas gracias, E.R.A., por tu lectura y apreciado comentario.
Un abrazo.

Hermoso e intenso poema de Ramón.

Rafel Calle escribió:Hermoso e intenso poema de Ramón.

Muchas gracias, Rafel, por tu paso y apreciado comentario.
Un abrazo.

Es un buen recurso comenzar las estrofas con el mismo verso, da fuerza al conjunto y cristaliza lo que se quiere decir. Es un poema hermoso, elegante y rotundo. Hay muchos versos que me han llamado la atención por su originalidad y fuerza. te felicito por este buen trabajo.
Un abrazo.
J. Manuel

Contundente y sincero poema desarrollado con hermosos versos. Me gustó.
Abrazos
Pilar

La insistencia en el desamparo hace más grande la generosa oferta.
Salud.

jose manuel saiz escribió:Es un buen recurso comenzar las estrofas con el mismo verso, da fuerza al conjunto y cristaliza lo que se quiere decir. Es un poema hermoso, elegante y rotundo. Hay muchos versos que me han llamado la atención por su originalidad y fuerza. te felicito por este buen trabajo.
Un abrazo.
J. Manuel

Muchas gracias, José Manuel, por tu paso y amables palabras.
Un abrazo.