Enajenación (Rosas)
Publicado: Jue, 23 Jun 2016 23:01
“Hay un placer en la locura que sólo los locos conocen.”
John Dryden
I
¿Es cierto que algo huele?
Hay marañas esponjosas en la pared,
diablos de hojas verdes en el parque,
algún que otro revuelo encorsetado
y el vientre lleno de raíces.
¿Proliferará su estigma?
II
Ayer quise estudiar los astros,
pero comprobé que faltaba una estrella,
si tú no la robaste
es posible que se sintiera mal,
¿o acaso estaba enfadada?
A veces la noche es demasiado cruel.
III
Depende de mí, de mí depende,
¿o depende de ti?
siempre crees que salir sin sombrero
es una insolencia ante el sol.
Si supieras las de insolencias
que acumula su corona.
Pero a ti te da igual, ya lo sé.
IV
No mezas demasiado las flores,
hay un exceso de pétalos
recostados en la ventana.
Me da ganas de llorar,
las margaritas, ya sabes,
siempre fueron mis preferidas.
V
A veces escucho palabras enredadas
saliendo como polillas de tu boca errada,
y es curioso, siempre hay algo curioso,
las gaviotas no vuelan en orden.
A todo esto la acera está triste.
VI
Siento que las venas se acuestan
con el neón resplandeciente,
mientras tú duermes tranquilo y sosegado
y yo lucho por un descanso que no llega.
¿Sabes? creo que me hace falta ese descanso.
VII
Fíjate, los zapatos están sucios,
agrietados y descoloridos,
parecen la imagen de la derrota,
pero aún están vivos.
¡Y resisten!
VIII
Las olas de aquel verano
resuenan todavía, ¿no las oyes?
¡lleva cuidado!
te puedes mojar.
IX
Hemos despedido nuestros hábitos,
quisiste escribir tan bien
que olvidaste los destellos de mi pluma.
¡Qué mal te sentó siempre!
Tú tenías la pasión, yo el verso,
tú el verso, yo el amor.
X
Si te fijas, allí se encuentra nuestro banco,
si te atreves, allí está todavía mi infancia,
con los zapatitos de charol
y la mancha de helado en verano.
¡No me mires! es allí.
XI
Carcomido se esconde el deshielo,
y rosas, las rosas sin primavera,
esas rosas que buscabas bajo la lluvia,
bajo el frío, y que siempre eran rosas,
siempre serán rosas.
Por cierto, hace tiempo que no me traes.
Te has vuelto muy despistado.
XII
¡Qué miedo me dan las torres!
Siento pánico, miedo, con miedo,
mucho miedo,
pero son tan bonitas.
Mira la sombra alargada
cuando las roza el sol.
Cuando lleguen las lluvias
se llenaran de tristeza.
XIII
Los árboles solo disponen de veneno,
¡sí veneno!
¿no los ves?
no lloran, no sienten, siempre están ahí.
Apuesto que cuando nos marchemos,
continuarán en el mismo lugar,
son inmortales.
Lo que es inmortal debe tener veneno,
¿no crees?
Yo si lo creo.
XIV
Siempre quise tener algo dorado,
pero todo lo que me rodea, no brilla.
He roto el termómetro,
mira las bolitas, ¡parecen estar vivas!
me encantaría que fuesen doradas.
¿Me ayudas a pintarlas?
XV
Sigue habiendo mal olor,
por eso están las aceras tristes,
¡seguro que es eso!
las alcantarillas huelen mal,
¿A que sí?
Nunca me haces caso.
XVI
Estoy leyendo un libro,
¡sí, ya sé! ¡siempre es el mismo!
pero me gusta, me gusta mucho,
la muerte, la vida,
la vida, la muerte.
¡Qué bien las describe!
¡Qué belleza!
¡Mira! aquí habla de la locura.
XVII
Se me parece tanto a mí,
pero no soy yo, ¿a qué no?
¡yo no estoy loca!
Además ella muere,
y yo no moriré nunca,
soy inmortal.
XVIII
¿Inmortal? ¿He dicho inmortal?
Me preocupa.
Si soy inmortal,
tengo veneno como los árboles.
¿Acaso soy árbol? ¿lo soy?
XIX
Siempre los tendré como compañeros.
¿Has oído?
Siempre estarán a mi lado.
¿No me escuchas?
Nunca me escuchas,
no sé qué hago a tu lado.
XX
Siempre hablo sola,
sola miro por la ventana,
sola leo, sola escribo, sola recuerdo,
tú no paras de dormir y descansar,
yo nunca concilio el sueño,
tan solo mueves los labios,
te mueves de allá para acá,
de acá para allá.
Tienes que cuidarte el resfriado,
no puedes estar siempre
con ese pañuelo empapado
y esos ojos llorosos.
XXI
No te preocupes, amor,
solo es la alergia.
Sabes que siempre me ataca en estas fechas.
Vuelvo en un momento.
Saldré a buscar rosas…
John Dryden
I
¿Es cierto que algo huele?
Hay marañas esponjosas en la pared,
diablos de hojas verdes en el parque,
algún que otro revuelo encorsetado
y el vientre lleno de raíces.
¿Proliferará su estigma?
II
Ayer quise estudiar los astros,
pero comprobé que faltaba una estrella,
si tú no la robaste
es posible que se sintiera mal,
¿o acaso estaba enfadada?
A veces la noche es demasiado cruel.
III
Depende de mí, de mí depende,
¿o depende de ti?
siempre crees que salir sin sombrero
es una insolencia ante el sol.
Si supieras las de insolencias
que acumula su corona.
Pero a ti te da igual, ya lo sé.
IV
No mezas demasiado las flores,
hay un exceso de pétalos
recostados en la ventana.
Me da ganas de llorar,
las margaritas, ya sabes,
siempre fueron mis preferidas.
V
A veces escucho palabras enredadas
saliendo como polillas de tu boca errada,
y es curioso, siempre hay algo curioso,
las gaviotas no vuelan en orden.
A todo esto la acera está triste.
VI
Siento que las venas se acuestan
con el neón resplandeciente,
mientras tú duermes tranquilo y sosegado
y yo lucho por un descanso que no llega.
¿Sabes? creo que me hace falta ese descanso.
VII
Fíjate, los zapatos están sucios,
agrietados y descoloridos,
parecen la imagen de la derrota,
pero aún están vivos.
¡Y resisten!
VIII
Las olas de aquel verano
resuenan todavía, ¿no las oyes?
¡lleva cuidado!
te puedes mojar.
IX
Hemos despedido nuestros hábitos,
quisiste escribir tan bien
que olvidaste los destellos de mi pluma.
¡Qué mal te sentó siempre!
Tú tenías la pasión, yo el verso,
tú el verso, yo el amor.
X
Si te fijas, allí se encuentra nuestro banco,
si te atreves, allí está todavía mi infancia,
con los zapatitos de charol
y la mancha de helado en verano.
¡No me mires! es allí.
XI
Carcomido se esconde el deshielo,
y rosas, las rosas sin primavera,
esas rosas que buscabas bajo la lluvia,
bajo el frío, y que siempre eran rosas,
siempre serán rosas.
Por cierto, hace tiempo que no me traes.
Te has vuelto muy despistado.
XII
¡Qué miedo me dan las torres!
Siento pánico, miedo, con miedo,
mucho miedo,
pero son tan bonitas.
Mira la sombra alargada
cuando las roza el sol.
Cuando lleguen las lluvias
se llenaran de tristeza.
XIII
Los árboles solo disponen de veneno,
¡sí veneno!
¿no los ves?
no lloran, no sienten, siempre están ahí.
Apuesto que cuando nos marchemos,
continuarán en el mismo lugar,
son inmortales.
Lo que es inmortal debe tener veneno,
¿no crees?
Yo si lo creo.
XIV
Siempre quise tener algo dorado,
pero todo lo que me rodea, no brilla.
He roto el termómetro,
mira las bolitas, ¡parecen estar vivas!
me encantaría que fuesen doradas.
¿Me ayudas a pintarlas?
XV
Sigue habiendo mal olor,
por eso están las aceras tristes,
¡seguro que es eso!
las alcantarillas huelen mal,
¿A que sí?
Nunca me haces caso.
XVI
Estoy leyendo un libro,
¡sí, ya sé! ¡siempre es el mismo!
pero me gusta, me gusta mucho,
la muerte, la vida,
la vida, la muerte.
¡Qué bien las describe!
¡Qué belleza!
¡Mira! aquí habla de la locura.
XVII
Se me parece tanto a mí,
pero no soy yo, ¿a qué no?
¡yo no estoy loca!
Además ella muere,
y yo no moriré nunca,
soy inmortal.
XVIII
¿Inmortal? ¿He dicho inmortal?
Me preocupa.
Si soy inmortal,
tengo veneno como los árboles.
¿Acaso soy árbol? ¿lo soy?
XIX
Siempre los tendré como compañeros.
¿Has oído?
Siempre estarán a mi lado.
¿No me escuchas?
Nunca me escuchas,
no sé qué hago a tu lado.
XX
Siempre hablo sola,
sola miro por la ventana,
sola leo, sola escribo, sola recuerdo,
tú no paras de dormir y descansar,
yo nunca concilio el sueño,
tan solo mueves los labios,
te mueves de allá para acá,
de acá para allá.
Tienes que cuidarte el resfriado,
no puedes estar siempre
con ese pañuelo empapado
y esos ojos llorosos.
XXI
No te preocupes, amor,
solo es la alergia.
Sabes que siempre me ataca en estas fechas.
Vuelvo en un momento.
Saldré a buscar rosas…