Basta de cuentos
Publicado: Lun, 09 May 2016 14:54
Cuando el sol se aproxima suavemente
con sus plateadas brizas,
las flores pliegan sus pétalos, las aves se guarecen,
y, sonriendo a la vida, la felicidad se sienta bajo un árbol
sin ser vista, agitada en murmullos del arroyo.
No soy princesa, ni envidio las joyas y vestidos
ni a la desesperada amargura del anhelo.
sólo recibo lágrimas y el incienso de los suspiros
si veo vagar por el vasto desierto y veo pisotear a las flores
y a los corazones de los pobres, entre el dinero y el amor;
no me dejo contaminar de esa falsa luz y fortuna
que es origen del insincero amor.
Pero sí haré algo por mi, pronunciaré mis labios
analizaré mi lugar y recompensaré con fortaleza
la vivificante dulzura de la elegía del amor,
y del hambre que en medio de pródigos sembrados
de esqueletos humanos hay en vez de jaulas,
seguiré mirando hacía arriba para ver la luz,
me niego a ver la sombra, no quiero ver
el obsequio póstumo de su ofrenda,
no beberé vino, sólo rocío, encadenada
a mi herido corazón, no ataré mi lengua
sujetaré sus cadenas y me olvidaré
en la risueña humanidad su cuento de hadas,
sus labios resecos, y de la acera de manos extendidas
ocultas por el despertar, me quitaré la venda de mis ojos,
qué voz puede esclavizar?, ya la entonó Caín
y no fue más fragante que el sol.
con sus plateadas brizas,
las flores pliegan sus pétalos, las aves se guarecen,
y, sonriendo a la vida, la felicidad se sienta bajo un árbol
sin ser vista, agitada en murmullos del arroyo.
No soy princesa, ni envidio las joyas y vestidos
ni a la desesperada amargura del anhelo.
sólo recibo lágrimas y el incienso de los suspiros
si veo vagar por el vasto desierto y veo pisotear a las flores
y a los corazones de los pobres, entre el dinero y el amor;
no me dejo contaminar de esa falsa luz y fortuna
que es origen del insincero amor.
Pero sí haré algo por mi, pronunciaré mis labios
analizaré mi lugar y recompensaré con fortaleza
la vivificante dulzura de la elegía del amor,
y del hambre que en medio de pródigos sembrados
de esqueletos humanos hay en vez de jaulas,
seguiré mirando hacía arriba para ver la luz,
me niego a ver la sombra, no quiero ver
el obsequio póstumo de su ofrenda,
no beberé vino, sólo rocío, encadenada
a mi herido corazón, no ataré mi lengua
sujetaré sus cadenas y me olvidaré
en la risueña humanidad su cuento de hadas,
sus labios resecos, y de la acera de manos extendidas
ocultas por el despertar, me quitaré la venda de mis ojos,
qué voz puede esclavizar?, ya la entonó Caín
y no fue más fragante que el sol.