Editorial Alaire

Pasea entre mis dedos una fotografía olvidada.

Un niño se viste de nieve, roza las alas del arcángel,
en su pecho el cordón trenzado anilla el crucifijo de plata.

Su gesto es una adivinanza, su misal de nácar
reverbera contra la luz como queriendo ser otro
en el ocaso del baptisterio, en la ceremonia
del silencio.

Toda la blancura es un signo amargo
que se pregunta por el azul de los cielos límpidos
sin reparar en las sombras
que le circundan.

Alguien dijo que no hay huella en la nube que pasa;
yo reclamo los días que nos visten
con los ojos ásperos de la experiencia,
lejos de los guantes impolutos,
próximos como un corazón que late vivo
en la herencia y en el sol que resplandece día a día
en las miserias y el error,
en las ropas sucias de un juego que nunca miente
porque sabe consentir con las horas
que le manchan, le nutren, le dan calor,
con las entrañas absurdas de la vida.

Vas trayendo fotos que son recuerdos comunes. No puedo, apenas, comentar nada que no esté plasmado en tus palabras y la imagen que las acompaña.
También uno se vistió de marinero un día. Y también supo del dolor del verso.

Un saludo

Transportaste la blancura de la foto a la invasión de la vida y dejaste claro que no todo es de color blanco, limpio mi reluciente.

un abrazo

Eres un poeta que sabe mirar y decir lo que adivina en versos muy hermosos. Me gustó leerte.
Besos
Pilar

Recuerdo mi lejana y propia blancura -en mi caso fue un tono beige con una cinta celeste-; nos preparamos todo lo bien que dieron nuestras fuerzas y el día llegó. Todos los versos afinan el sentimiento, florecen sobre la historia, hacen del camino un asfalto en llamas. Hemos sido, a pesar de todo, hemos sido. La pureza y el talento del poema llegan en limpísima imagen y latido.

Gracias por tu inagotable inspiración, querido Ramón.

Abrazos.

Ramón, felicidades. Me ha gustado mucho el doble ritmo.

Un abrazo.
Ignacio

Magnífico poema, Ramón, donde lo blanco y lo negro se retuercen....parece un lienzo sólidamente pintado. El poema me resulta bellísimo, con el sello Carballal. Estos versos;

yo reclamo los días que nos visten
con los ojos ásperos de la experiencia

son magníficos. Muy bien construído las 3 primeras estrofas explican la blancura, la inocencia, la cuarta prepara al lector para la última estrofa, redonda y sublime, con dos versos finales casi casi apocalípticos...Ramón, eres un grandísimo poeta, al que admiro profundamente. Me ha gustado mucho este poema.

Unha forte aperta

Carmen

Gira la rueda de la vida en el tiempo, sigue su camino, desde la supuesta nada hasta los límites de un salto en lo incomprensible, en esa realidad espacio- temporal,tus versos empujan el reflejo e irradias a través de ellos ese tiempo, como un universo visible.
Todo este rollo, para decirte que me encantó!!!
Abrazos Ramón.

Armilo Brotón escribió:Vas trayendo fotos que son recuerdos comunes. No puedo, apenas, comentar nada que no esté plasmado en tus palabras y la imagen que las acompaña.
También uno se vistió de marinero un día. Y también supo del dolor del verso.

Un saludo

Muchas gracias, Armilo, por leerme y comentar. Un abrazo.

Guillermo Cuesta escribió:Transportaste la blancura de la foto a la invasión de la vida y dejaste claro que no todo es de color blanco, limpio mi reluciente.

un abrazo

Gracia, Guillermo, por tu lectura y palabras. Un abrazo.

Sensible profundidad que siempre me conmueve querido amigo...
Un gusto leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Un poema de gran belleza Ramón, que se disfruta en cada imagen, que mira desde el hoy con firmeza a una descartada nostalgia, fácil y casi artificiosa.
Me ha encantado como te has adentrado en esta fotografía, ha sido un gusto venir.

Bello poema. Destila nostalgia y amor por la vida. Eres un poeta esencial, amigo. Tus versos son universales. El sentimiento que trasmite es común a todos los hombres, a muchísimas historias semejantes que te agradecen tu altura lírica.

Un abrazo grande.
Óscar

Hermoso e interesante poema de Ramón.

Ramón Carballal escribió:

Pasea entre mis dedos una fotografía olvidada.

Un niño se viste de nieve, roza las alas del arcángel,
en su pecho el cordón trenzado anilla el crucifijo de plata.

Su gesto es una adivinanza, su misal de nácar
reverbera contra la luz como queriendo ser otro
en el ocaso del baptisterio, en la ceremonia
del silencio.

Toda la blancura es un signo amargo
que se pregunta por el azul de los cielos límpidos
sin reparar en las sombras
que le circundan.

Alguien dijo que no hay huella en la nube que pasa;
yo reclamo los días que nos visten
con los ojos ásperos de la experiencia,
lejos de los guantes impolutos,
próximos como un corazón que late vivo
en la herencia y en el sol que resplandece día a día
en las miserias y el error,
en las ropas sucias de un juego que nunca miente
porque sabe consentir con las horas
que le manchan, le nutren, le dan calor,
con las entrañas absurdas de la vida.

Bello... bello. ¡¡¡ Me ha encantado !!! Gracias, por haber compartido.
Un abrazo.
BEGOÑA.