Vista cansada
Publicado: Vie, 15 Abr 2016 13:05
`
4 milímetros a la derecha,
5,`9 hacia arriba.
Contén la respiración.
Tres, dos, uno...
¡Cero!
¡Mierda!, ¡Fallaste!...
¡Esa inoportuna ráfaga de brisa (de 8 nudos
con dirección sur- noroeste) te jodió el disparo!
Y claro, en ese justo momento,
en ese preciso instante toda tu vida cambió
(las matemáticas son cruelmente exactas
y nunca fallan)
Una insignificante desviación de un par de milímetros
desde el punto de partida supone un exponencial
alejamiento del proyectil al blanco prefijado inicialmente.
Ese ínfimo error de ángulo, esa accidental y minúscula
ráfaga de aire, dan como resultado incluso metros
de distancia entre el impacto del proyectil y el objetivo,
(y por tanto consecuencias absolutamente imprevistas)
Y el hombre sabido es que se pierde en las distancias más cortas.
El grosor de un pelo es casi lo máximo que el ojo humano
puede ver (quizás la antena de una hormiga)
Por ello su mayor enemigo nunca fueron los mamuts,
ni siquiera los tipos de 2 metros (y 117 kilos de peso)
en la puerta de un after a las 6,00 am. y el pobre
con un ciego monumental y zapatillas de paddle rosa fosforito.
¡Las bacterias!, ¡los virus!, ¡las células ancianas o revoltosas...!
esos sí que son jodidos y letales.
Pero no amigos, estos bichitos no son los únicos, que por invisibles
al ojo humano, pueden mandarnos al otro barrio,
o lo que es peor: desgraciarnos sin piedad ni remisión
para el resto de nuestra sufrida existencia.
¡Qué decir de asuntos como la frustración,
la inocencia, el ego o la idiotez...!
... Cuestiones como las ideologías, el miedo,
el odio o el remordimiento.
Sí, (no se me olvidaba), ¡el amor!, también el amor
con todos sus derrapes y derivaciones posibles.
¿Alguien se cree que por ver las estrellas, el horizonte,
el pico de una montaña, la fecha de caducidad de un yogur
o el telediario tiene buena vista?
¡Pues no!
Lo difícil es ver lo más cercano a nosotros,
y ya no digamos dar en el blanco.
Y yo, que siempre fui de letras, -y por aquello de la edad
empiezo a sufrir de vista cansada-
cuando hoy me dicen que tengo que disparar a algo
o contra alguien, ya ni siquiera me molesto en apuntar,
no sea que un mal cálculo o una brisa cabrona
me haga errar el tiro
(pues las balas perdidas, se sabe, las dirige el diablo)
Y si no queda más remedio que utilizar la artillería,
o bien disparo a quemarropa en el trasero del dueño del kiosko,
o bien (en un arrebato de patética y desfasada hidalguía)
me abrazo incondicionalmente
y con todas mis fuerzas a cualquier diana;
y en último caso, me doy la vuelta y me alejo
con cara mitad de sonrisa, mitad de lástima,
dejando a los tiradores con su fuego y sus blancos,
sabiendo que en unos cuantos años
(y sobre todo bicho hoy viviente)
sin duda alguna las putas bacterias
y sus pequeños socios no fallarán...
___________
4 milímetros a la derecha,
5,`9 hacia arriba.
Contén la respiración.
Tres, dos, uno...
¡Cero!
¡Mierda!, ¡Fallaste!...
¡Esa inoportuna ráfaga de brisa (de 8 nudos
con dirección sur- noroeste) te jodió el disparo!
Y claro, en ese justo momento,
en ese preciso instante toda tu vida cambió
(las matemáticas son cruelmente exactas
y nunca fallan)
Una insignificante desviación de un par de milímetros
desde el punto de partida supone un exponencial
alejamiento del proyectil al blanco prefijado inicialmente.
Ese ínfimo error de ángulo, esa accidental y minúscula
ráfaga de aire, dan como resultado incluso metros
de distancia entre el impacto del proyectil y el objetivo,
(y por tanto consecuencias absolutamente imprevistas)
Y el hombre sabido es que se pierde en las distancias más cortas.
El grosor de un pelo es casi lo máximo que el ojo humano
puede ver (quizás la antena de una hormiga)
Por ello su mayor enemigo nunca fueron los mamuts,
ni siquiera los tipos de 2 metros (y 117 kilos de peso)
en la puerta de un after a las 6,00 am. y el pobre
con un ciego monumental y zapatillas de paddle rosa fosforito.
¡Las bacterias!, ¡los virus!, ¡las células ancianas o revoltosas...!
esos sí que son jodidos y letales.
Pero no amigos, estos bichitos no son los únicos, que por invisibles
al ojo humano, pueden mandarnos al otro barrio,
o lo que es peor: desgraciarnos sin piedad ni remisión
para el resto de nuestra sufrida existencia.
¡Qué decir de asuntos como la frustración,
la inocencia, el ego o la idiotez...!
... Cuestiones como las ideologías, el miedo,
el odio o el remordimiento.
Sí, (no se me olvidaba), ¡el amor!, también el amor
con todos sus derrapes y derivaciones posibles.
¿Alguien se cree que por ver las estrellas, el horizonte,
el pico de una montaña, la fecha de caducidad de un yogur
o el telediario tiene buena vista?
¡Pues no!
Lo difícil es ver lo más cercano a nosotros,
y ya no digamos dar en el blanco.
Y yo, que siempre fui de letras, -y por aquello de la edad
empiezo a sufrir de vista cansada-
cuando hoy me dicen que tengo que disparar a algo
o contra alguien, ya ni siquiera me molesto en apuntar,
no sea que un mal cálculo o una brisa cabrona
me haga errar el tiro
(pues las balas perdidas, se sabe, las dirige el diablo)
Y si no queda más remedio que utilizar la artillería,
o bien disparo a quemarropa en el trasero del dueño del kiosko,
o bien (en un arrebato de patética y desfasada hidalguía)
me abrazo incondicionalmente
y con todas mis fuerzas a cualquier diana;
y en último caso, me doy la vuelta y me alejo
con cara mitad de sonrisa, mitad de lástima,
dejando a los tiradores con su fuego y sus blancos,
sabiendo que en unos cuantos años
(y sobre todo bicho hoy viviente)
sin duda alguna las putas bacterias
y sus pequeños socios no fallarán...
___________