Pena inmutada.
Publicado: Mar, 29 Mar 2016 5:08
No sé si debí sufrirte
amor de mi sueño inútil,
mujer de mi orilla sorda
en donde cientos de hectáreas
fueron piedra y silencio,
sólo polvo cerrado.
Pero te alimenté.
Te colmé los ojos
de verdades imposibles,
de un rimel que imaginaba
y que ante las pocas luces
que tuve frente a mis párpados,
toda tú, fuiste quimera y ensueño.
Por eso no sé si fue necesaria
toda la rueca inmensa
que para ti fue tejida.
Y no es que ahora reniegue,
ahora, cuando no escuchas
y cuando todo se ha ido
en tolvanera de niebla.
Nunca fuiste la envidia en la plaza
y si mi mano apretaba la tuya,
una música negra y de lejos
se llevaba las sensaciones más nítidas.
¿Quién iba a envidiarme entonces
si eras un mar grande y largo
y yo un arroyo sin piedras?
Era imposible.
Era de noche.
Sencillamente de nubes,
Alberto Madariaga
(2016)
amor de mi sueño inútil,
mujer de mi orilla sorda
en donde cientos de hectáreas
fueron piedra y silencio,
sólo polvo cerrado.
Pero te alimenté.
Te colmé los ojos
de verdades imposibles,
de un rimel que imaginaba
y que ante las pocas luces
que tuve frente a mis párpados,
toda tú, fuiste quimera y ensueño.
Por eso no sé si fue necesaria
toda la rueca inmensa
que para ti fue tejida.
Y no es que ahora reniegue,
ahora, cuando no escuchas
y cuando todo se ha ido
en tolvanera de niebla.
Nunca fuiste la envidia en la plaza
y si mi mano apretaba la tuya,
una música negra y de lejos
se llevaba las sensaciones más nítidas.
¿Quién iba a envidiarme entonces
si eras un mar grande y largo
y yo un arroyo sin piedras?
Era imposible.
Era de noche.
Sencillamente de nubes,
Alberto Madariaga
(2016)