EL MAPUCHE
Moderador: Hallie Hernández Alfaro
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EL MAPUCHE
(Mapu: tierra Che: Gente; Gente de la Tierra)
Chile
Elección del Toqui Caupolicán
Con un desdén y muestra confiada
asiendo del troncón duro y ñudoso,
como si fuera vara delicada
se le pone en el hombro poderoso.
La gente enmudeció maravillada
de ver el fuerte cuerpo tan nervoso,
la color a Lincoya se le muda,
poniendo en su vitoria mucha duda.
El bárbaro sagaz de espacio andaba
y a todo priesa entraba el claro día;
el sol las largas sombras acortaba
mas él nunca descrece en su porfía.
Al ocaso la luz se retiraba
ni por esto flaqueza en él había;
las estrellas se muestran claramente,
y no muestra cansancio aquel valiente.
("La Araucana", Alonso de Ercilla, 07 agosto 1533-29 noviembre 1594, España)
************************************************** ****************
Yo soy mapuche sí, ese que estaban pensando ustedes. Ese mismo, el mapuche hediondo, feo, asqueroso, inmundo, ladrón, flojo, borracho, ebrio, cobarde y otros adjetivos y apelativos que se utilizan comúnmente en Chile en los hogares de gente “de bien”, en los Twitter, Chats, Blogs, etc., para referirse a nuestra raza.
Yo soy ese mapuche hediondo, asqueroso e inmundo que jamás se ducha o se baña, que generalmente cuando camina por las calles deja una estela de hedor repugnante que escandaliza a los chilenos limpios, bien aseados y perfumados y que provoca tanta aversión.
Yo soy ese mapuche flojo de cabello hirsuto, barba rala que camina por las calles con la cabeza inclinada por temor a que alguien descubra su ascendencia y su aspecto contrahecho y su inmundo origen. Ese mapuche que, teniendo tantas hectáreas de terreno, no es capaz se sembrar unas cuantas papas (patatas) y que cuando las siembra se las pagan a “precio de huevo” o con un par de maravedíes con lo cual no alcanza siquiera para cancelar las semillas que se utilizaron para la siembra.
Yo soy ese mapuche ebrio y borracho que, en cuanto obtiene un poco de dinero, producto de su trabajo o robos, lo invierte en bacanales con abundantes licores y vinos baratos bebiéndoselos hasta quedar extasiado y sin valerse por sí mismo como si hubiese sido tocado por Dionisio o Baco, hijo de Zeus y Sémele. Ese mismo mapuche que, incluso, llega al extremo de olvidarse de su familia, esposa e hijos a quienes, producto del estado en que quedó, deja abandonados y hace que terminan muriendo de hambre producto de mi irresponsabilidad.
Yo soy ese mapuche ladrón que con el solo hecho de entrar a un supermercado o a un Mall hace que todas las cámaras de video y televigilancia se centren en él desde que pone el pie en el establecimiento, hasta que sale de él sin antes ser revisado minuciosamente por los guardias de seguridad, todos caucásicos, para corroborar si entre sus ropas lleva algún botín como un chocolate de 150 pesos (0,25 euros o 0,35 dólares aproximadamente).
Yo soy ese mapuche cobarde que en el año 1535 de nuestra era recibió a los españoles que pisaban por primera vez nuestra tierra (Chile) quienes habían zarpado desde el Cuzco (Perú), para después de haber cruzado la terrible cordillera, llegaban al valle de Copiapó liderados por el conquistador español Diego de Almagro acompañado de quinientos guerreros, más unos 10.000 indios yanaconas a quienes utilizaban para transportar armas, ropas y alimentos (muchos de ellos desertaron de la empresa o murieron cansados y extenuados en el transcurso del camino, antes de llegar a Chile). Ese mapuche cobarde soy yo, quien en cuanto los vio aparecer en tierra chilena no actuó como lo hicieron nuestros ancestros en el resto de de los territorios de América quienes, al verlos, consideraron que eran dioses que venían de otra dimensión y que el hombre y el caballo eran un solo ser, una especie de centauro, a quienes debían adorar. Y sí que lo hicieron, pues los españoles sacaban de sus equipajes toda clase de objetos sin valor, como cascabeles o espejos y se los entregaban a los indianos a cambio de cadenas o figuras de oro que llevaban como atuendo, siendo uno de los primeros engaños que se producían por parte de los españoles hacia la gente de nuestro pueblo.
Ese mapuche soy yo, quien al verlos por vez primera, sin preguntarle quienes eran ni de dónde venían, los atacó sin piedad con macanas, boleadoras, hondas y flechas quemándoles sus casas de adobe recién construidas y dando muerte a la gran mayoría de sus soldados, lo que produjo una fuga masiva a su lugar de origen. Ese mapuche cobarde que, después de triunfar en cada batalla y una vez haber enfrentado a los españoles, se preguntaba en sus reuniones de dónde venían éstos, pues la idea era atacarlos y destruirlos en su lugar de origen sin saber que venían de un lejano país llamado España, uno de los países de Europa .
Ese mapuche soy yo, si, yo soy el valeroso e inteligente Michimalonko, el arrojado Aillafilu, el destacado líder militar Lautaro, el heroico Galvarino, el Caudillo Caupolicán, el sabio cacique Colocolo, la valerosa lider mapuche Janequeo, el artífice de la batalla de Curalaba Pelantaro, el cacique mapuche Anganamon, el héroe del combate de Las Cangrejeras Lientur, el tenaz combatiente Aillacuriche, el gran héroe Kilapan, el cacique de dos corazones Kalfukura, el noble indígena Epulef, el "indiecito santo" Namunkura, quienes lucharon hasta entregar su vida defendiendo, pobremente armados, pero con gran valentía, a su pueblo, de los invasores españoles durante tres siglos.
¡Ese mapuche soy yo!
¡Witrange anay! Wünkey com pu che ñi duam
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Re: EL MAPUCHE
¡Witrange anay! Wünkey com pu che ñi duamAntonio Azpitarte escribió:El Mapuche
(Mapu: tierra Che: Gente; Gente de la Tierra)
Chile
Elección del Toqui Caupolicán
Con un desdén y muestra confiada
asiendo del troncón duro y ñudoso,
como si fuera vara delicada
se le pone en el hombro poderoso.
La gente enmudeció maravillada
de ver el fuerte cuerpo tan nervoso,
la color a Lincoya se le muda,
poniendo en su vitoria mucha duda.
El bárbaro sagaz de espacio andaba
y a todo priesa entraba el claro día;
el sol las largas sombras acortaba
mas él nunca descrece en su porfía.
Al ocaso la luz se retiraba
ni por esto flaqueza en él había;
las estrellas se muestran claramente,
y no muestra cansancio aquel valiente.
("La Araucana", Alonso de Ercilla, 07 agosto 1533-29 noviembre 1594, España)
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Yo soy mapuche sí, ese que estaban pensando ustedes. Ese mismo, el mapuche hediondo, feo, asqueroso, inmundo, ladrón, flojo, borracho, ebrio, cobarde y otros adjetivos y apelativos que se utilizan comúnmente en Chile en los hogares de gente “de bien”, en los Twitter, Chats, Blogs, etc., para referirse a nuestra raza.
Yo soy ese mapuche hediondo, asqueroso e inmundo que jamás se ducha o se baña, que generalmente cuando camina por las calles deja una estela de hedor repugnante que escandaliza a los chilenos limpios, bien aseados y perfumados y que provoca tanta aversión.
Yo soy ese mapuche flojo de cabello hirsuto, barba rala que camina por las calles con la cabeza inclinada por temor a que alguien descubra su ascendencia y su aspecto contrahecho y su inmundo origen. Ese mapuche que, teniendo tantas hectáreas de terreno, no es capaz se sembrar unas cuantas papas (patatas) y que cuando las siembra se las pagan a “precio de huevo” o con un par de maravedíes con lo cual no alcanza siquiera para cancelar las semillas que se utilizaron para la siembra.
Yo soy ese mapuche ebrio y borracho que, en cuanto obtiene un poco de dinero, producto de su trabajo o robos, lo invierte en bacanales con abundantes licores y vinos baratos bebiéndoselos hasta quedar extasiado y sin valerse por sí mismo como si hubiese sido tocado por Dionisio o Baco, hijo de Zeus y Sémele. Ese mismo mapuche que, incluso, llega al extremo de olvidarse de su familia, esposa e hijos a quienes, producto del estado en que quedó, deja abandonados y hace que terminan muriendo de hambre producto de mi irresponsabilidad.
Yo soy ese mapuche ladrón que con el solo hecho de entrar a un supermercado o a un Mall hace que todas las cámaras de video y televigilancia se centren en él desde que pone el pie en el establecimiento, hasta que sale de él sin antes ser revisado minuciosamente por los guardias de seguridad, todos caucásicos, para corroborar si entre sus ropas lleva algún botín como un chocolate de 150 pesos (0,25 euros o 0,35 dólares aproximadamente).
Yo soy ese mapuche cobarde que en el año 1535 de nuestra era recibió a los españoles que pisaban por primera vez nuestra tierra (Chile) quienes habían zarpado desde el Cuzco (Perú), para después de haber cruzado la terrible cordillera, llegaban al valle de Copiapó liderados por el conquistador español Diego de Almagro acompañado de quinientos guerreros, más unos 10.000 indios yanaconas a quienes utilizaban para transportar armas, ropas y alimentos (muchos de ellos desertaron de la empresa o murieron cansados y extenuados en el transcurso del camino, antes de llegar a Chile). Ese mapuche cobarde soy yo, quien en cuanto los vio aparecer en tierra chilena no actuó como lo hicieron nuestros ancestros en el resto de de los territorios de América quienes, al verlos, consideraron que eran dioses que venían de otra dimensión y que el hombre y el caballo eran un solo ser, una especie de centauro, a quienes debían adorar. Y sí que lo hicieron, pues los españoles sacaban de sus equipajes toda clase de objetos sin valor, como cascabeles o espejos y se los entregaban a los indianos a cambio de cadenas o figuras de oro que llevaban como atuendo, siendo uno de los primeros engaños que se producían por parte de los españoles hacia la gente de nuestro pueblo.
Ese mapuche soy yo, quien al verlos por vez primera, sin preguntarle quienes eran ni de dónde venían, los atacó sin piedad con macanas, boleadoras, hondas y flechas quemándoles sus casas de adobe recién construidas y dando muerte a la gran mayoría de sus soldados, lo que produjo una fuga masiva a su lugar de origen. Ese mapuche cobarde que, después de triunfar en cada batalla y una vez haber enfrentado a los españoles, se preguntaba en sus reuniones de dónde venían éstos, pues la idea era atacarlos y destruirlos en su lugar de origen sin saber que venían de un lejano país llamado España, uno de los países de Europa .
Ese mapuche soy yo, si, yo soy el valeroso e inteligente Michimalonko, el arrojado Aillafilu, el destacado líder militar Lautaro, el heroico Galvarino, el Caudillo Caupolicán, el sabio cacique Colocolo, la valerosa lider mapuche Janequeo, el artífice de la batalla de Curalaba Pelantaro, el cacique mapuche Anganamon, el héroe del combate de Las Cangrejeras Lientur, el tenaz combatiente Aillacuriche, el gran héroe Kilapan, el cacique de dos corazones Kalfukura, el noble indígena Epulef, el "indiecito santo" Namunkura, quienes lucharon hasta entregar su vida defendiendo, pobremente armados, pero con gran valentía, a su pueblo, de los invasores españoles durante tres siglos.
¡Ese mapuche soy yo!
¡Witrange anay! Wünkey com pu che ñi duam
“Levántate, amanece para todos”
Toma un gran valor confronter las graves faltas en los folios de la Historia. Tu escrito es una forma de purgar el dolor que ha padecido la gente Mapuche, que han padecido tu y los tuyos. Llega un tiempo en que tenemos que empezar a proteger a las nuevas generaciones y a curar esas graves heridas. Le comentaba a alquien el otro dia que es cosa para ser iniciada desde adentro.
Gracias por la concientizacion que tu escrito produce. Las fallas historicas son incontables. Los pueblos e individuos afectados por el expansionismo, por la dominacion de algunas autoridades religiosas, o por demagogos, dictadores, hombres forces que no temieron al juicio del tiempo, todo esta ahi en los libros y en la tradicion oral y en las secuelas psicologicas que hacen su mella aun despues del trauma, y con las que todos tenemos que lidiar.
A la vez, los pueblos heridos son utilizados como plataforma en crimenes politicos, en promesas y revueltas que no resuelven ni nos traen la salud y la paz para las generaciones de la actualidad.
Un pueblo como Hawaii estan resolviendo con la preservacion de su idioma y cultura original. Han decidido los adultos ensenar y mantener el idioma, el arte y la cultura que les fuera visto a mal a los nuevos "terratenientes". El renacimiento y cultivo es una labor de amor y preservacion. Otros eventos toman lugar por todo el mundo para la curacion de las naciones. Las nuevas generaciones no admiten el atropello de los derechos humanos, hay mucha gente envuelta en en reedificar y restablecer la dignidad como derecho universal humano. Somos ignorantes, Antonio, ay, de tanto! Tu escrito me conmueve y me hace pensar en cuanto trabajo tenemos por delante, no podemos perder el tiempo en el Viejo problema, necesitamos admitirlo, y poner nuestros esfuerzos en nuevas soluciones, nos debemos eso los uno a los otros.
Deseo seguir leyendo tus creaciones, y seguir aprendiendo de ti. Un abrazo, ERA